Greg Huglin: La vida en el mar

23 de Marzo de 2014
  • Imagen del documental “Surfing dolphins”, filmado en Sudáfrica.
  • Greg disfruta de unas vacaciones con su familia en Playas (Guayas).
  • Greg Huglin emplea sofisticados equipos. Aquí con su esposa Andrea e hijos: Jasmin y Josh.
  • Greg instaló esta cámara de 35 mm para filmar bajo el agua en Delfines surfistas.
Moisés Pinchevsky / Fotos: Greg Huglin

El camarógrafo y director californiano Greg Huglin ha dedicado su existencia a retratar lo mejor del océano. Ahora lo contempla –hasta el 16 de abril– desde una vivienda que alquiló en Playas.

El océano le ha brindado varias de las mayores alegrías en sus 62 años de vida. Nativo y residente de Miramar Beach (California), junto al mar nació, creció, jugó, estudió, se graduó, se enamoró, se casó y ahora trabaja y hace feliz a su familia.

Y todo aquello que no realiza junto al mar, Greg Huglin lo hace dentro del agua: surfea, nada, navega, rema, pesca, filma, se sumerge, bucea, emerge y se emociona.

Sin embargo, el océano también le genera algún recuerdo que todavía le provoca cierta tristeza.

Un momento que afectó su sensibilidad le ocurrió en Sudáfrica mientras trabajaba en la producción de su documental Delfines surfistas (2010). “Nadaban al menos 200 delfines. ¡Increíble! Pero había uno con su bebé muerto. La mamá lo empujaba en las olas porque no quería abandonarlo, mientras todo el cardumen la acompañaba como protegiéndola, bajando la velocidad para no dejarla atrás, hasta que ella decidiera que era momento de dejar el cuerpo de su bebé fallecido”.

“It was very emotional for me” (fue muy emocional para mí), subraya Greg como si al contarlo volviera a vivir ese instante en la bahía de Jeffrey, considerada un destino de surf de clase mundial. Por ello seguramente los delfines lo han escogido como su zona de juegos.

Los delfines surfistas llenan de vida el documental más aclamado de Greg Huglin, que los exhibe como símbolo de la alegría, audacia y pureza del mundo marino.

“He escuchado historias sorprendentes de delfines y humanos”, comenta Greg, destacando aquellas en que esos animales han rescatado a personas de ahogarse y otra en que un delfín se aproximó a un colaborador suyo para pedirle que le quite un anzuelo que tenía clavado en el cuerpo. “El animal parecía decirle, ‘por favor, ayúdame’”.

De vacaciones en Playas

Desde un amplio balcón asentado junto al océano en Playas, Greg describe al océano como un ente de fantasía, casi mágico, que respira una brisa traviesa que lo acompaña desde que era un niño.

Pero hasta el 16 de abril, Playas será su hogar. Hasta allá llegó por primera vez hace un año invitado por su prima Gretel y esposo Tripp, quienes habían rentado una cabaña en este destino que encontraron por internet.

“Me decían que era un lugar muy bonito y con olas buenas para el surf. Me gustó por su ambiente y la gente buena que encontré”, comenta antes de señalar con su mano el océano. “El mar aquí es fantástico... Y mucho del perfil costero se mantiene natural, sin desarrollar, lo cual es algo raro”, dice con una sonrisa que se asoma de su rostro bronceado. “Hace un bonito día. Si no estuviera con usted (en esta entrevista), estaría abajo surfeando”, bromea Greg señalando las olas que susurran bajo este pequeño acantilado, como si al estirar el brazo pudiera sumergirlo en ese azul profundo que captura cada vez que utiliza su sofisticado equipo.

Así lo hace incluso desde antes de graduarse en audiovisuales en el San Francisco Art Institute, en 1975, ya que cuando niño su papá le regaló una videocámara. Y desde entonces no se ha detenido.

Aunque también ha trabajado como fotógrafo de modas, Greg Huglin ha descubierto en el océano al protagonista con la postura perfecta para proyectar lo mejor del planeta.

Los documentales Fantasea (sobre surfistas en Sudáfrica, Hawái, Australia y California entre 1976 y 1979), Hawaiian Watermen (surfistas en Hawái), Shark Park (surf en un sitio 80 km frente a la costa de California), Wavesailing Women (mujeres del windsurfing en Hawái) y Surfing Dolphins son algunas de sus producciones en solitario, aunque también ha colaborado en trabajos como The Cove, ganador del Óscar como mejor documental del 2009, que aborda la masacre de los delfines que anualmente ocurre en el Parque Nacional de Taiji (Japón).

“Es algo terrible. Yo hice la parte bella del trabajo. Me pidieron que filmara delfines salvajes libres en el océano”.

Greg se sorprende de la brutalidad con que el ser humano trata a la vida marina, por ejemplo, al “secuestrar” delfines y ballenas para llevarlos a los acuarios (“los hacen pasar hambre para luego entrenarlos”), hasta el daño que producen los pescadores al dejar redes abandonadas en altamar.

“Esas redes siguen capturando todo lo que encuentran”, lamenta el experto. “Es algo que ocurre en todos lados”.

El problema más urgente

El alma viajera de Greg lo mantiene recorriendo varios países a lo largo del año. Por ejemplo, en el 2012 visitó diez naciones en solo siete meses, siempre en compañía de su esposa e hijos. “Mi esposa es la profesora de Josh y Jasmin cuando estamos de viaje. En esa ocasión visitamos Bahamas, Costa Rica, El Salvador, Uruguay, Brasil, Perú, Argentina, Islandia, Reino Unido y República Dominicana”. Su propósito era filmar destinos para surfistas, actividad que combina con el disfrute en familia. “Ahora quiero enseñarles a mis hijos a pescar”.

Sus pequeños son sus principales alumnos en asuntos del mar. Por ello, Josh y Jasmin han escuchado de su padre que el mayor castigo al océano reposa en los desechos plásticos, ya que cada botella, vaso, sorbete y envoltura de ese material se convierte en un arma aniquiladora.

“Los peces y otros animales los comen y mueren porque no pueden digerirlos”, comenta Greg. “Claro que me irrita la cantidad de radiación que las plantas de Japón arrojan al océano, pero resulta mayor el impacto negativo que dejan los desechos plásticos”, dice sobre esta situación que le resulta más preocupante que el cambio climático, el deshielo de los glaciares o el cambio en el nivel del agua. “El plástico es un problema cercano, junto con la pesca indiscriminada”.

Sus palabras quedan validadas por una larga vida cerca y dentro del mar.

Y mientras Greg habla de aquello que le preocupa, de aquello que lo enamora, su esposa e hijos surfean a pocos metros de la orilla.

El sol brilla en General Villamil. Las gaviotas vuelan. El cineasta se asoma por el balcón para buscar a su familia, a quienes observa en sus juegos. “Es un bonito día para estar en la playa”, insiste, lo cual significa que es un magnífico día para existir.

Contacto: www.greghuglin.com

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