Un pasajero diferente

23 de Julio de 2017

La aglomeración en el transporte público aumenta la tensión en los pasajeros, independientemente de su madurez. La diferencia está en el autocontrol y el respeto al otro. ¿Cómo reaccionar ante esa experiencia cotidiana?

Movilizarse en buses y articulados es una actividad tan cotidiana que seguramente muy pocas veces nos detenemos a reflexionar en su uso, menos aún en el comportamiento ideal en esos casos.

Precisamente en esos vehículos confluyen personas de diversos orígenes y costumbres haciendo crucial las maneras de conducirse y expresarse en ese medio para garantizar la armonía y el confort personal y del resto. ¿Cómo colaborar para que los viajes en transporte público puedan ser menos incómodos?

Deberes del pasajero

1. Avisar a un agente de tránsito o policía nacional si sospecha que el conductor realiza su labor bajo la influencia del alcohol u otro tipo de sustancias estupefacientes

2. Abstenerse de ingresar al transporte público cuando se haya hecho la advertencia de que está completo.

3. Abstenerse de ocupar las pisaderas del transporte público para viajar.

4. Abstenerse de distraer al conductor durante la marcha.

5. Abstenerse de llevar consigo animales, salvo que exista en el vehículo un lugar destinado para su transporte. Se exceptúan los invidentes acompañados de perros guías.

6. Abstenerse de cargar objetos peligrosos o armas.

7. Avisar al conductor sobre pasajeros con actitudes que atenten contra la moral o que lleven objetos peligrosos.

9. Exigir al operador abstenerse de proveer de combustible con pasajeros en el interior de la unidad

Fuente: Reglamento a la Ley de Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial.

Respeto a mí, respeto a ti

El respeto es el principio fundamental para la convivencia en una ciudad. Así lo examina Marita Paz Arévalo, directora ejecutiva de la Junta Cívica de Guayaquil. Ese también es el mensaje del proyecto ‘Respetarte a ti es respetarme a mí’, una campaña que impulsó hace poco la Junta para promover una mejor calidad de la dinámica de las personas en el transporte público a partir de la conciencia ciudadana sobre el respeto propio y a los demás.

¿Cómo ese valor puede ser tan poderoso para evitar una serie de conflictos al desplazarse en vehículos masivos? “Si yo me respeto, estoy considerando mi calidad de vida, entonces no me subo a una unidad repleta donde estaré incómoda”, explica Paz, especialista en marketing social y máster en relaciones internacionales. Por eso, olvide las excusas: que está tarde al trabajo, que ya no hay más buses. “Nadie nos obliga a estar incómodos porque nadie nos obliga a utilizar un transporte lleno; es el apuro y la falta de planificación individual lo que provoca esa situación”.

Además, no solo uno se disgusta, sino que sus contratiempos afectan el bienestar de los otros. “De ahí a que el respeto hacia los demás parte de mi respeto propio, es algo tan sencillo”, enfatiza la funcionaria. “Somos parte de un todo, nuestros deseos influyen en la vida del resto: el ‘yo quiero pasar o salir primero’, el yoísmo, nos impide ser solidarios con los demás”.

Para Manuel Macías, licenciado en Ciencias Políticas y coordinador académico de la escuela de Sociología de la facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil, en nuestro medio existe una cultura de supervivencia que provoca un comportamiento inadecuado que al mismo tiempo se traduce en una violación a las normas de convivencia, tales como ceder el paso, desplazarse por la derecha, no empujar, no ocupar los espacios reservados, no invadir el espacio individual de cada pasajero, no poner aparatos de sonido a todo volumen, no comer dentro del transporte, no obstruir la entrada y salida, seguir las instrucciones del conductor, entre otros.

En consecuencia, hay un irrespeto hacia el otro. Una situación que contribuye a esa transgresión en el trato diario es la falta de confianza interpersonal, añade Macías. “De acuerdo a un informe de la Cepal, en Latinoamérica, 3 de cada 10 individuos no confían en el otro. Si uno se siente inseguro, siempre estará a la defensiva”. Eso genera una convivencia negativa, porque no hay un trato amigable y solidario.

A su vez, el sentido de injusticia, la inseguridad, actos de corrupción empeoran esa relación ciudadana. A eso se suman las formas de convivencias negativas y conflictivas en zonas urbano marginales, las maneras de relacionarse entre vecinos, los modelos familiares. Todos estos factores se trasladan a los espacios de transporte.

¿Cómo colaborar para mejorar el viaje en el transporte urbano? Coméntenos

Derechos del usuario

1. Exigir que no se fume dentro de las unidades

2. Exigir un volumen adecuado de las radios, que no perturbe a los pasajeros

3. Exigir que el vehículo no exceda su capacidad

4. Tener a disposición la identificación del conductor, así como las características y razón social del carro

5. Realizar el embarque y desembarque sobre el costado derecho de la calzada y antes de un cruce, en los casos en que no se cuente con paradas señaladas

6. Exigir del operador transportar su bicicleta en la unidad sin un costo adicional

7. Exigir que se recojan y desembarquen pasajeros únicamente en las paradas establecidas para ese fin

Fuente: Reglamento a la Ley de Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial (art. 291).

Identidad del pasajero

Los adultos mayores son un grupo sensible. Están predispuestos a defenderse, porque sus derechos son a menudo ignorados.

Uno de los deberes de los pasajeros es abstenerse de ingresar al vehículo.Los adolescentes son impredecibles. No siempre pueden controlar sus conductas. Y tienden a imitar al líder, aunque este sea negativo. Y los adultos están demasiado apurados por llegar a sus diferentes ocupaciones, como para pensar en las circunstancias que apremian a los demás.

Las preocupaciones de todos los usuarios del transporte público son legítimas, pero el último grupo tiene más control sobre la calidad del viaje, dependiendo de su capacidad de adaptarse a una situación adversa. En ello intervienen varios factores.

Personalidad del usuario. Si es explosivo, demostrativo, no tolerará el estrés de soportar largas distancias o estar en extrema proximidad a otros. La reacción será gritar, angustiarse o huir. La personalidad obsesiva, por otra parte, tiene ideas fijas: el bus no puede demorar, porque lo expone a cambiar de planes, eso es impensable. Tiende a reclamar y llamar la atención al conductor y otros pasajeros.

La territorialidad humana. Es la necesidad de tener un mínimo de espacio personal. “Se calcula que una distancia de 50 cm entre un cuerpo y otro es el promedio para sentirse cómodos”, dice la psicóloga Glenda Pinto Guevara. “En nuestra cultura de transporte urbano esto no se da”.

Y aquí entra en juego la reacción: la persona agresiva reclamará su espacio empujando al otro física o verbalmente.

La inseguridad. Como se mencionó al inicio, vivimos prevenidos. Si alguien se acerca mucho, pensamos que nos atacará y por eso tenemos que estar preparados para reaccionar. El nerviosismo es contagioso.

El sexo. Ellas son más observadoras de ciertos signos de alarma: sonidos, olores o movimientos extraños, y reaccionan con temor más a menudo que los varones, quienes tienden a la impulsividad, a buscar salidas.

La edad. Mientras más jóvenes, las personas tienen menor preparación para situaciones de emergencia y su reacción es dramática. Y los muy mayores experimentan estrés, porque saben que su nivel de reacción es lento.

El gregarismo. “En grandes concentraciones de gente (estadios, estaciones de transporte público) se revela la necesidad humana de sentirse protegido por el grupo y hacer lo que todos hacen, lo cual nos pone en riesgo”. Pinto relaciona el nivel de instrucción con la capacidad de resistir el impulso de seguir esa conducta.

Integración social

El espacio del transporte público es muy importante como mecanismo de integración social, señala Manuel Macías, quien además es máster en políticas públicas. “Cuando es de buena calidad, allí convergen varias clases socioeconómicas en un ambiente de interacción porque los pasajeros se topan con personas con quienes seguramente no están acostumbrados a tratar”, explica. Desafortunadamente, sostiene, en Guayaquil no es de uso masivo para todas las capas socioeconómicas, sino típicamente de clase media, media baja y baja. “Es un asunto estructural que resulta dañino a nivel social, porque no se permite mayor integración y un espacio para conocer al otro. Hay más desigualdad”.

¡Aquí me bajo!

La reacción básica al estrés es huir. En un bus atestado, eso es muy difícil. Lo que conviene es:

Reconozca el tipo de pensamientos que maneja. El pensamiento funcional ayuda a ver la situación tal como es y enfrentarla, con resultado positivo. El pensamiento disfuncional impide ver soluciones y está marcado por las expresiones: No puedo más, esto es injusto, la gente es mala. Genera ansiedad y cólera.

Serénese. Piense, ¿cuál es la mejor acción en ese momento? ¿Hablar con quien le molesta o salir? No tome una decisión sin antes haberse calmado.

Sea un líder. En los momentos de crisis se distingue a los líderes. Si está cerca de un conflicto y sabe cuál es la solución, dígala sin imponerse.

Mientras espera que todo cambie...

Si el itinerario en transporte público se ha convertido en una pesadilla diaria y le afecta, pero no tiene otras opciones de movilización por el momento, transforme el mal rato, empezando por usted. Pinto recomienda:

- Cambie de actitud hacia la inseguridad: no se sugestione. Vivir en una sociedad violenta implica mejorar la atención al entorno, pero esto no es lo mismo que incrementar la tensión. “Si me han robado más de una vez y por eso creo que todo lo malo me pasa siempre a mí, me estoy disponiendo a la desgracia y me siento una víctima. Y no es eso, sino que no estoy tomando las decisiones más adecuadas”.

- Cambie de ruta. Salir del trabajo y tomar el camino de siempre, casi sin pensar por dónde y adónde se va, ‘despertando’ solo al reconocer el momento de bajar del vehículo, es candidatizarse a un incidente. “Los que nos observan, conocen nuestros horarios y rutinas, y nos marcan”. Cambie de horas, de caminos, y si acostumbra andar solo, busque compañía de vez en cuando. Haga difícil que lo detecten.

Estos dos cambios, comenta la psicóloga, tienen efectos muy saludables. Al actuar en automático, utilizamos las zonas del cerebro que controlan el razonamiento, orden y pautas fijas. Al hacer variantes, utilizamos las áreas que tienen que ver con la creatividad, abriendo nuevos caminos, manteniéndonos despiertos y ayudando a que el cerebro se fortalezca. “Son ejercicios que se aplican también en casos de déficit de memoria, como el utilizar la mano no predominante para sostener el vaso, peinarse o cepillarse los dientes. Cuando incorporo giros a mi recorrido, estoy trabajando en mi salud mental y me mantengo atento a mi entorno”.

METROVÍA: NIVEL DE SATISFACCIÓN


El nivel de satisfacción de los usuarios se mantiene en 73,27% en los primeros meses del 2017.

De acuerdo con las cifras publicadas en el sitio www.metrovia-gye.com.ec, las cuales se actualizan mensualmente, el nivel de satisfacción de sus usuarios mantiene un porcentaje del 73,27% en los primeros seis meses del 2017.

De acuerdo con la Fundación Municipal Transporte Masivo Urbano de Guayaquil-Metrovía, el nivel de satisfacción de los usuarios del sistema Metrovía se mide de dos maneras:

-Mediante encuestas de satisfacción que se efectúan tres veces en el año. A base de una muestra de 10.000 usuarios, divididas de la siguiente forma: 8.000 en buses articulados, 2.000 en rutas alimentadoras.

-Las encuestas se efectúan en las paradas y terminales del sistema.

-La ponderación de los datos se mide en escalas que van desde: Excelente (5), Muy Bueno (4), Bueno (3), Regular (2), Malo (1).

-Estas constan de diez preguntas, además se ha creado un espacio interactivo donde el usuario efectúa una pregunta al sistema, la que se tomará en cuenta para próximas encuestas de aplicar el caso.

Los datos se consolidan por paradas y presentan los resultados por troncal.

La otra manera en que se mide el nivel de satisfacción de los usuarios es monitoreando las quejas y/o sugerencias que ellos mismos realizan a través de redes sociales o denuncias presentadas en oficinas. De acuerdo con lo procedente, cada ítem es trabajado para crear correctivos inmediatos a través de un Programa Integral de Concientización y Culturización Ciudadana.

El más apurado

Usted tiene necesidades; los otros, también; hay cosas que le disgustan; a los otros, también. Con esta mentalidad, podrá pensar en una solución para ambos, sin querer ser el primero en subir, el primero en salir, el primero en sentarse. Tome en cuenta que esto puede ser perjudicial, como dice Pinto: “La punta de lanza puede ser la persona que más se distingue, pero también la que lleva el peor impacto”.

¿Cómo saber si es usted quien no reconoce el espacio de los demás, por creer que su situación es más apremiante que la de ellos? Si es capaz de hacerse preguntas, ya tiene ganada buena parte de la batalla. La psicóloga explica que el verdadero problema es tratar de ponernos sobre los otros, sin consideración por los límites ajenos.

En definitiva, ser conscientes de los conflictos alrededor del transporte público nos puede acercar a emprender acciones que ayuden a moderarlos.

En ese sentido, Paz declara que la relación entre el ciudadano y la política pública está demandada por la acción del ciudadano. “Los ciudadanos marcan el termómetro de toda actividad pública. Si las paradas están atestadas, si yo espero otra unidad y no me subo a una llena, entonces la autoridad municipal buscará diferentes acercamientos y acciones para solucionar esos problemas, como por ejemplo, autorizar más vehículos de ser el caso”.

La planificación individual también permite reducir los cuellos de botella, agrega la experta. “Es tan trivial cómo nos manejamos, debemos entender que mi acción inmediata respecto a la seguridad puede ser vital para el otro y viceversa, se hace una cadena de favores que beneficia a todos”.

El rol ciudadano demás incluye acatar normas y obligaciones.

Todo esto va de la mano con la educación, puntualiza Macías. “Todos debemos querer que las normas se cumplan, y que en general se condenen actos considerados inadecuados, pero si somos indiferentes, la situación no cambiará”. Por tanto, a todos nos tocará asumir la cultura de supervivencia.

“La dificultad de la convivencia social es que uno no vive solo, sino que es parte de la sociedad. Por tanto debe ejercer la libertad respetando la libertad de los otros”. (G.Q., D.V., D. J. L.) (I)

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