Antonio Rimassa: Mi experiencia con las drogas

02 de Febrero de 2014

Me destrozó la vida. Pero al principio me parecieron divertidísimos el alcohol y la droga. Al año y medio de los primeros consumos, comencé a ver que se me escapaba la situación de las manos; consumir me llevaba a aislarme y a hacer cosas que no debía. Yo sabía que algo estaba mal. Mi familia se dio cuenta. Me metieron en instituciones de recuperación; pero no había razón humana que me hiciera parar. Dios sabe cuántas veces lo intenté.

Desde 1988 o 1989 conozco los programas de recuperación, pero no podía parar. Apelé a ese ser grandísimo que es Dios –el programa de NA (Narcóticos Anónimos) es muy espiritual, no religioso– y gracias a Dios, el pasado 10 de enero cumplí 9 años de recuperación; eso significa que estuve 15 o 16 años intentando parar y fracasando porque no tenía la conciencia de aceptación de esta enfermedad; para mí “enfermo” era la persona chica y débil; yo me creía grande y fuerte.

Así fueron pasando los años, con mucho dolor, inicialmente para mis padres luego para mi esposa. Hubo daños: por ejemplo, ya no duermo bien sino solo cuatro horas, tengo falta de concentración, problemas de memoria a corto plazo, por lo que tengo que apuntar mucho.

El programa es integral, me ha salvado la vida y me ayuda a manejar la ansiedad. El proceso de recuperación se lo hace por voluntad propia, pero los actores de la familia son importantes; si no están ellos, igual tengo que recuperarme por mí, porque tengo derecho a vivir con paz, dignidad y libertad. Yo no tenía paz y la dignidad de la que hablo no es de altura, es dignidad con uno mismo, y la libertad es poder decidir qué hago hoy.

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