Freud y Jung: sus teorías y discrepancias

05 de Febrero de 2012
  • Figuras cimeras en el campo de la investigación psicológica de su tiempo, estos dos grandes hombres moldearon el escenario social del mundo con sus descubrimientos.
  • Viggo Mortensen (Sigmund Freud), Michael Fassbender (Carl Gustav Jung) son los protagonistas del filme Un método peligroso.
  • Keira Knightley (Sabina Spielrein)
Sheyla Mosquera de Calderón

Figuras cimeras en el campo de la investigación psicológica de su tiempo, estos dos grandes hombres moldearon el escenario social del mundo con sus descubrimientos.

Sigmund Freud y Carl Jung eran médicos de fines del siglo XIX que crearon métodos para tratar problemas de sufrimiento mental. El primero, de origen austriaco, se especializó en neurología y fue considerado el padre del psicoanálisis. Mientras que el segundo nació en Suiza y como psiquiatra y psicólogo fundó la escuela de psicología analítica o profunda.

Sus teorías no solo se quedaron en manos de psiquiatras, psicoanalistas o psicólogos. También fueron llevadas en la actualidad a la pantalla grande con el drama Un método peligroso, dirigido por David Cronenberg y protagonizado por Viggo Mortensen (Sigmund Freud), Michael Fassbender (Carl Gustav Jung) y Keira Knightley (Sabina Spielrein). En el filme se aprecia el manejo del psicoanálisis en tratamientos de  histeria,  masoquismo y la relación de la sexualidad con los desórdenes emocionales, entre otros aspectos.

Según el psicoanalista Juan de Althaus Guarderas, Sigmund Freud, en la vida real, comenzó a tratar a pacientes histéricas en Viena, Austria. Al comienzo empleó tratamientos con medicinas, pero consideró que no tenían mayor efecto y se ligó al médico y psicólogo austriaco Joseph Breuer, quien trabajaba con el método de la hipnosis. Esta consistía en traer a la conciencia recuerdos traumáticos olvidados en la infancia. Con las hipnosis y las histéricas Freud descubrió el inconsciente.

Pero para Freud los efectos de la hipnosis  eran muy temporales e insuficientes. Normalmente la persona hipnotizada no se acordaba de lo que había hablado cuando estaba bajo el efecto de la hipnosis. Entonces Freud le comunicaba lo que había dicho y el paciente lo negaba o hacía alguna interpretación respecto del tema.

Fue así como Freud se da cuenta de que esas interpretaciones sobre el inconsciente del sujeto eran nuevas y diferentes, por lo que decide abandonar la hipnosis y establece con base en esa experiencia que el paciente comience a hablar con la regla de la “asociación libre”, es decir, que hable lo que se le ocurra, sin restricciones morales o de ningún tipo.

A esto, que sucedió en 1896, le llamó la terapia de la palabra o el psicoanálisis. De esta manera, el paciente comienza a atar cabos sobre esas lagunas del inconsciente provenientes de la infancia, pero que están presentes. Así Freud interviene para que este construya un contorno alrededor de estas lagunas, como quien cose una herida para curarla, aunque siempre quede una cicatriz.

“Ya en mi juventud sentí la necesidad de entender los laberintos del mundo  en que vivimos y contribuir a su solución”, Sigmund Freud (1856-1939).

 

Relación con Carl Jung

La regla de la asociación libre hizo que Carl Jung se interesara en los trabajos de Freud y se convirtió en su colaborador, en una época en que los médicos no querían saber mucho sobre el psicoanálisis, porque lo consideraban no científico. Jung presentó a Freud un trabajo sobre la demencia precoz, que luego se llamó esquizofrenia, y mantuvieron una relación profesional.

Incluso en el II Congreso Internacional de Psicoanálisis en Núremberg, Alemania, en 1910, Freud lo propuso a Jung como presidente. Años más tarde, Freud se arrepintió de haber propuesto a Jung para ese cargo, porque comenzó a dirigirse hacia otra orientación, estableciéndose diferencias de principios fundamentales.

Freud precisaba que en el ser humano existen energías pulsionales subjetivas como la libido, es decir, dirigida hacia la realidad o que vinculaba al sujeto a las personas circundantes. Estas pulsiones siempre están presentes en los sujetos. Jung decía que estas no era necesario definirlas. Para él, la pulsión era una energía pura, abstracta y universal  que podía ser sexual o asexual.

“Lo central de Freud es la energía sexual en donde se podría manifestar o reprimir durante el desarrollo del individuo, siendo ahí la base de su patología o la salud psíquica”, dice el psicólogo clínico Samuel Merlano.

“Creo sencillamente que alguna parte del yo o del alma humana no está sujeta a las leyes del espacio y del tiempo”, Carl Jung (1875-1961).

 

Pulsiones de vida y muerte

Freud también descubre a lo largo de sus años de experiencia nuevas teorías. Establece que esas pulsiones sexuales son como pulsiones de vida que impulsan a la persona a vivir o sobrevivir todos los días. Que van de la mano de manera contradictoria con la pulsión de muerte, teoría con la que no estaba de acuerdo Jung, porque para él solo existía una energía pulsional general.

“Esta energía general o también llamada fuerza vital neutra se adapta a cualquier circunstancia del hombre, ya sea de índole artístico, religioso, emocional o sexual”, indica Merlano.

La pulsión de vida, dice De Althaus, hace que el ser vivo trate de conservarse como ser vivo. Significa mantener lo que estaba antes, en el presente y en el futuro. Es, por ejemplo, como cuando alguien se enferma y el médico le da un tratamiento para conservar la situación de su organismo tal como estaba antes. Eso es la conservación: volver al estado anterior. En última instancia, el primer estado anterior es su no existencia: la muerte.

“En términos de la vida cotidiana, muchas veces cometemos una serie de errores y resulta que hacemos todo lo posible para no volver a cometerlos, pero lo volvemos a hacer. Eso nos sucede a todos, una y otra vez, por más que no queramos hacerlo”.

Eso, dice, es la pulsión de muerte. Se regresa a lo anterior, pero de una manera que se lo considera negativo, contraproducente, algo que fastidia y no deja vivir bien. 

Inconsciente colectivo

Jung tuvo discusiones dentro de la Asociación de psicoanalistas que había aglutinado Freud. Entonces, comenzó a viajar mucho y hacer sus investigaciones sobre los mitos antiguos. Después Jung inventó la posición del inconsciente colectivo, que es como nuestra “herencia psíquica”. Es el reservorio de nuestra experiencia como especie, un tipo de esquemas mentales con el que todos nacemos y compartimos.

Los contenidos del inconsciente colectivo son los llamados arquetipos, los cuales existen muchos. Según Merlano, son un sistema de pensamientos, paradigmas o palabras que hace que la sociedad comprenda los valores culturales, los ritos y toda forma de comunicación. Por ejemplo, concepciones religiosas como la creación de Adán y Eva. Para Jung, las religiones son parte del inconsciente colectivo.

A fin de cuentas, dice De Althaus, la teoría de Jung  implica que la pulsión universal se unía a ese inconsciente colectivo simbólico universal, anulándose la singularidad de cada uno. Además, Freud lo criticó señalando que dejaba de lado el complejo de Edipo, es decir, la función paterna en cada persona.

Freud sostenía que el inconsciente es individual, es decir, propio de cada uno. Por supuesto que está formado por todos los efectos de las relaciones que una persona ha tenido desde su nacimiento con otras personas. Pero el sujeto escoge qué aceptar o no de los otros. No hay ningún arquetipo universal que esté obligado a aceptar de forma absoluta.

“El inconsciente se va formando en un niño con el lenguaje, sobre qué y cómo le hablan. Hay casos reales de niños que fueron criados por lobos. Ellos no sabían hablar y cuando trataron de civilizarlos murieron, porque eran un lobo más”.

Jung hizo contribuciones muy interesantes sobre la esquizofrenia y las asociaciones de palabras y su investigación sobre las culturas antiguas (antropológicas e históricas).  Freud  reconoció esas contribuciones iniciales y lo estimuló a realizar sus propias investigaciones sobre esos temas. Por ejemplo, Freud inventó el mito de padre primitivo en su escrito Tótem y tabú.

Posteriormente, hacia 1920, Freud y Jung hacen una ruptura muy clara. Freud manifestó que Jung era peligroso para el psicoanálisis por la orientación que había tomado.

 

Comprensión a través de los sueños

En un estudio publicado por Juan Carlos Alonso, psicólogo clínico y magíster en Gestión Humana, en la Revista Universitas Psychologica, de la Facultad de Psicología Pontificia Universidad Javeriana en Colombia, Jung decía que la psicoterapia es muchas cosas a la vez: teoría, método, técnica, práctica, interacción e influencia interpersonal.

También afirmaba que no existía ninguna terapéutica que fuera válida para todos los individuos, por lo cual procuraba prescindir de toda teoría aprendida sobre las neurosis al entrar en contacto con un paciente, para dejar que fuera la experiencia la que dictara el camino terapéutico a seguir. Esto prevenía contra los procedimientos estereotipados.

Además, Jung decía que lo importante es intentar comprender en cada caso individual, a través de los sueños, las tendencias curativas del individuo a fin de activarlas mediante una participación consciente y ayudar a que orienten la autocuración.

Para el doctor C. George Boeree, del Departamento de Psicología de la  Universidad de Shippensburg, de los EE.UU., Freud es famoso por sus puntos de vista sobre la interpretación de los sueños. Él cree que cuando soñamos nuestras defensas están bajas, y las cosas por las que estamos profundamente preocupados ascienden a la superficie.

Pero, agrega Boeree, las personas que están verdaderamente reprimidas pueden, incluso en sus sueños, esconderse detrás de los símbolos en lugar de enfrentarse a estas cosas directamente.

Por último, los pacientes de Freud a menudo tenían problemas relacionados con la represión sexual –algo común en esa época tan conservadora– y podían soñar con cosas que solo se insinuaban en sus verdaderos deseos.

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