La Piola: Vitrina para las pizzas

Por Epicuro
20 de Septiembre de 2015

Niños y adultos pueden preparar sus pizzas en La Piola."El hecho de tener  gran afluencia indica que existe una respuesta  positiva del público"

El local es amplio, luminoso, se puede ver a través de grandes ventanales lo que pasa en la cocina donde oficia Ana Belén, una chef jovencita.

El hecho de tener gran afluencia indica que existe una respuesta positiva del público. No busquen allí cocina gourmet, platos sofisticados. Es el lugar adecuado para los aficionados a la pizza, la carta propone cualquier cantidad de especialidades. Un gancho muy atractivo es la opción que se da tanto a los adultos como a los niños de preparar su propia pizza. La carta de vinos es pequeña, suficiente para este género de establecimiento.

Tenemos claro que existen lugares donde se da exclusividad a una típica cocina sea italiana, española, francesa, china o tailandesa. Es obviamente limitada la posibilidad de brindar todo a la vez y puede ser la razón por la que ciertos restaurantes no tuvieron éxito. Cerraron Spaghetti y Metro Café, surgió indudablemente La Piola, desafiando cualquier crítica.

Unos consejos se permite dar Epicuro. Pregunten a sus clientes si desean agua natural o con gas. La entrada que incluye jamón cocido y serrano (probablemente Don Diego) se vería mejor en el plato si se pusiera ordenadito a un lado los dos tipos de jamones y de otro lado las rebanadas de pan.

Como éramos dos personas pedimos media botella de tinto, fue un Trapiche roble ($ 20,91). El antipasto Valdarena que no consumí fue reemplazado por un lomo fino nacional de buen sabor. Las papas se verían mejor si fuesen más menudas, pero puedo comprender que a la gente joven de gran apetito les gusten así como las presentan.

Como postre recomiendo el tiramisú ($ 4,91) con agradable dejo de café. Les doy un suculento dato acerca de aquel postre italiano.  Arturo Filippini, presidente de la cadena de restaurantes Toulá cuenta: “Nació efectivamente aquel postre después de la guerra cuando íbamos con amigos a los burdeles de Treviso pues en esos tiempos tenían cocinero. La madame, a los clientes aficionados (pero también a las mujeres), les ofrecía un dulce como cortesía”. Dejo a su imaginación la eventual etimología de la palabra tiramisú, un postre que se presenta en capas superpuestas incluyendo queso, café, mascarpone o queso fresco, chocolate en polvo aunque existen variantes sobre la receta. Mi planilla para dos personas con media botella de vino ascendió a $ 75,68 (luce algo elevado).

Nota: Por ética profesional y sana justicia debo traer ciertas rectificaciones a mi crítica de Wine Bar y El Corte. En realidad, el gerente general es Armando Manrique, quien prefiere quedar en el anonimato confiando a su staff de ocho personas parte de la responsabilidad y del consecuente éxito. Cito textualmente una de la frases que me envió el señor Manrique: “Estefanía es nuestra relacionista pública del Wine Bar y El Corte, encargada de darle ambiente, diversión, planificación de redes sociales, marketing, ya que, a diferencia de un restaurante, no basta con una buena comida y un buen servicio”. Quien diseñó y remodeló Wine Bar fue Diana Bartolo de Altgelt, de reconocida trayectoria. De todos modos es indudable que ambos sitios de buen comer manejan muy bien sus relaciones públicas con el personal adecuado,
amable y cortés. (O)

epicuro44@gmail.com

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