Chocolate orgánico: Hecho en Ecuador

Por Epicuro
16 de Septiembre de 2012

“Pacari es el mejor de América, uno de los tres mejores del mundo. Su sabor dulce y floral combina con frutas o especias, es cuando nacen maravillas con hierbaluisa, mortiño, jengibre”.

En los supermercados llama la atención la importancia que se da a los chocolates. Hubo una época en que era de exquisito gusto obsequiar bombones elaborados en Suiza, Bélgica y Austria. No era nada raro encontrar fotos de Mozart en lujosas cajitas. Pues bien, llevé a Francia en mi último viaje productos orgullosamente ecuatorianos. Siempre tuvimos uno de los mejores cacaos del mundo, pero lo compraban otros países para elaborar delicias que nosotros importábamos, lo que constituía un contrasentido.

Mis amigos galos descubrieron fascinados la pitahaya, la naranjilla y nuestros chocolates nacionales. Las tabletas de llamativa presentación hablaban de Manabí, Los Ríos, Esmeraldas, Guaranda; el sabor coqueteaba con el cacao, las moras, la sal en granos, la canela, el ají. Debo confesar que mi primera experiencia con un chocolate derretido en la boca, seguido de una extraña llamarada de sal en granos, fue algo insólito, pero agradable, pues no llegó a la agresión, sino a la culminación.

Al probar el chocolate de Piura me topé con un sabor algo

silvestre, verdor sorprendente. Catar un chocolate es algo que no sé hacer bien porque es muy diferente de lo que sucede con los vinos. Sin embargo, así como ocurre con el Chardonnay, probé chocolates con toques de melón o cítricos; así como existen vinos amables, otros muy serios, capté diferencias entre el chocolate con leche, el negro amargo dulce, el blanco empalagoso.

Nuestro país es un mosaico de regiones con personalidad propia, entonces, nos gusta ponderar las virtudes del café lojano o zarumeño, los bananos de la provincia de El Oro, los oritos que compramos a la salida de Bucay, las frutas que nos ofrecen a orillas de las carreteras, de estar orgullosos por vivir en un país tan diversificado, pues nuestra eventual pobreza es una realidad sentada sobre un espejismo. La riqueza existe, pero no está compartida ni suficientemente explotada.

Al ingresar a seventypercent.com me enteré de puntos esenciales. El chocolate Pacari es el mejor de América, uno de los tres mejores del mundo. Su sabor, dulce y floral, combina con frutas o especias, es cuando nacen maravillas con hierbaluisa, mortiño, jengibre. La gastronomía irrumpe con entusiasmo, el restaurante La Sociedad, en Guayaquil, se solaza con recetas que incluyen trufa negra o chocolate amargo.

Para quienes gustaron de la novela El perfume, de Patrick Süskind, o las recetas de Laura Esquivel, para quienes exaltan las sensaciones corporales, aromas de la piel, quienes encuentran en el retrogusto de un Cabernet Sauvignon el toque de pimiento o de chocolate, el mundo olfativo es inconmensurable.

Pacari cuida la presentación de sus productos, ofrece estuches o cajitas de buen gusto, alinea las tabletas de origen diverso como libros de biblioteca cuyos ejemplares están listos para la sofisticada sensualidad.

El chocolate, con su textura pronta a derretirse, su aroma algo salvaje o excitante, siempre seductor, es amigo de las alcobas, incita al amor, al beso compartido. Todos sabemos que los aztecas fueron los primeros en considerar el chocolate como un afrodisiaco, nos complace saber que el sexo se lleva muy bien con él y los espumantes.

Si prueban aquella variedad que ofrece Pacari, bajo el nombre de salt and nibs (salados y en trocitos), sentirán en su paladar astillas de cacao, granitos de sal, todo envuelto en un sabor que recuerda el banano y el caramelo. Hay placeres tan intensos que no logra la palabra expresarlos. Quizás mediante aquel disfrute podremos saborear el alma misma de tan entrañable terruño.

epicuro44@gmail.com

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