Rulfo y Gabo

Por Clara Medina
22 de Enero de 2017

Cada año trae consigo un calendario de aniversarios. En el ámbito de las letras, el 2017 señala algunos, dos de los cuales seguramente marcarán los 12 meses, por la importancia que revisten para la literatura latinoamericana: el centenario del nacimiento del escritor mexicano  Juan Rulfo y los 50 años de la publicación de Cien años de soledad, la novela capital del premio nobel de literatura colombiano Gabriel García Márquez. Tanto Rulfo como García Márquez son una especie de patronos de la narrativa de este continente. Su aporte ha sido tal, que ninguna historia de la literatura latinoamericana podría omitirlos. Ambos son figuras señeras, con una obra potente que no ha hecho sino alumbrar la producción de generaciones posteriores.

Me ha llamado la atención la decisión de la familia Rulfo: prohibió que hubiera  homenajes oficiales  al escritor por parte de instituciones del Gobierno mexicano. Expresó que la única forma de homenaje es el otorgamiento de becas a jóvenes en las áreas de interés de Rulfo: la fotografía, la literatura y el cine. “Solicitamos, muy atentamente, que se abstengan de gastar cualquier suma, por pequeña que sea, en otro tipo de actividades, generalmente de naturaleza efímera y, como ya se dijo, de evidente sesgo político a favor no siempre del homenajeado sino de quienes se acercan a su nombre en estas ocasiones”, señaló en un documento, a nombre de la familia, el director de la Fundación Juan Rulfo.  Esto no quiere decir que no habrá homenajes para Rulfo. Será la propia Fundación la que los organice, en conjunto con otras instituciones, como la Universidad Nacional Autónoma de México, y tendrán un sello académico. No serán la ocasión para el lucimiento de funcionarios públicos. Sin embargo, y pese a la oposición familiar, en Sayula, el lugar natal de Rulfo, el alcalde anunció homenajes.

García Márquez, aunque colombiano, vivió muchos años en México, e incluso falleció en ese país, que consideraba tan suyo como Colombia. ¿Habrá homenajes oficiales para Gabriel García Márquez y para su obra Cien años de soledad? Contrariamente a Rulfo, a quien describían como tímido y alejado de los reflectores, Gabo disfrutaba de su cercanía con el poder. Era amigo de presidentes y demás celebridades del mundo. “Siento una gran fascinación por el poder, y no es una fascinación secreta. Al contrario: creo que es evidente en muchos de mis personajes, hasta en Úrsula Iguarán, que es tal vez donde menos la han notado los críticos, y es por supuesto la razón de ser de El otoño del patriarca. El poder es sin duda la expresión más alta de la ambición y la voluntad humana, y no me explico cómo hay escritores que no se dejan inquietar por algo que afecta y a veces determina la realidad en que viven”, le confiesa García Márquez a su amigo Plinio Apuleyo Mendoza en el libro que es ya un clásico: El olor de la guayaba, una obra a la que siempre es bueno volver para leer de primera mano el pensamiento y la palabra de Gabo.

A lo largo del 2017 seguiré hablando de Rulfo y García Márquez. Sirvan estas letras breves como introducción a sus aniversarios. (O)

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