Vidas desbordadas

Por Clara Medina
15 de Julio de 2012

Tras mirar la obra Las criadas, que un grupo de actores puso en escena en Guayaquil, indagué sobre Jean Genet y me encontré con unas páginas en las que se describe su vida delincuencial, su fascinación por la marginalidad y su deseo permanente de provocación.

Me topé con la existencia atropellada y marcada por la soledad de un autor de excepción. Pero no es el único caso.

José Ovejero, periodista y escritor español, se encarga de revelarnos diversas historias de este tipo, en un ensayo cuya lectura me ha resultado bastante interesante y que se titula Escritores delincuentes. Es una obra publicada en España en los últimos meses del 2011 y que puede conseguirse ya en las librerías locales.

El volumen no busca redimir de culpas a nadie. Tampoco explicar comportamientos. Ni hace loas a la marginalidad. Es un libro que revela una faceta poco explorada en ensayos. Cuenta cómo escritores que tienen una obra considerable, en muchos casos destacada, han transgredido, a veces, no solo normas sociales o morales, sino leyes. Y analiza de qué modo ellos revelan u ocultan en su literatura esa forma de ser y de estar en la sociedad.

Los escritores a los que se nombra son varios: desde Genet hasta William Burroughs. Se cita también a Álvaro Mutis, Miguel de Cervantes, María Luisa Bombal, María Carolina Geel, Anne Perry, entre otros.

De Mutis, por ejemplo, narra el desfalco a la compañía Standard Oil, según unos para gastárselo con sus amigos, con los que se iba de juerga, y en palabra de otros, con fines políticos; y su año y medio de prisión en México, experiencia de la cual escribe Diario de Lecumberri. Pero Ovejero señala que en esa obra el autor no habla de sí mismo, ni hace una verdadera introspección, sino que se limita a mirar desde fuera, como si no perteneciese al mundo carcelario, la vida excesiva de los otros presos.

Manifiesta Ovejero que esa etapa del escritor nunca se ha aclarado y que el propio García Márquez, al referirse a la estancia de Mutis en la cárcel, nombra al incidente como “un delito del que disfrutamos muchos escritores y artistas, y que solo él pagó”.

Cervantes estuvo varias veces en la cárcel por problemas en la recaudación de impuestos, oficio en el cual laboraba, pero fue en prisión que conoció el mundo y el lenguaje de los delincuentes, que recrearía luego en algunas obras. Y, sobre todo, en el encierro comenzó a gestar El Quijote.

La novelista inglesa Anne Perry en realidad se llama Juliet Hulme y cambió su identidad como una forma de olvidar su pasado. En la adolescencia, junto con su mejor amiga, mató a la madre de esta a ladrillazos. Fue condenada a prisión y liberada cinco años más tarde. Luego trabajó como azafata. Finalmente, desembocó en la literatura, una afición que tenía desde niña. Como Anne Perry ha escrito exitosas novelas de suspenso, y su escabrosa adolescencia, que había permanecido bastante discreta, conocida por pocos, fue revelada en 1994, a través de la película Criaturas celestiales, de Peter Jackson, en la cual la actriz Kate Winslet interpretaba a Juliet Hulme.

Historias de este talante son las que cuenta Ovejero en su libro. En la parte final de la obra incluye un apartado en el que se refiere a temas como ‘La justicia y la culpa’, ‘Los consuelos de la religión’, ‘Los consuelos de la droga’, ‘La verdad y la mentira’, ‘La familia’, entre otros, que le permiten al lector tener varias miradas sobre los personajes.

Luego de visitar estas páginas solo quedan la certeza de lo indescifrable y complejos que son la existencia y el genio creador.

claramedina5@gmail.com

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