Los achuares son los que mandan

12 de Abril de 2015
Sugey Hajjar | Fotos: Carlos Granja

Un miembro de esta nacionalidad indígena se convierte en el nuevo gerente del Kapawi Ecolodge & Reserve, en lo profundo de la selva de la provincia de Pastaza.

Lleva diecinueve años escondida en la profundidad de la selva amazónica de la provincia de Pastaza. Desde la ventana de una avioneta Cessna, los techos de fibra de palma de las cabañas, en donde habitan los indígenas de la nacionalidad achuar, se confunden con cientos de hectáreas de una tierra colmada de árboles, vistos desde las alturas, como pequeñas bolas de algodón verde oscuro, que abren su paso al río Pastaza.

A una temperatura que alcanza los 29° y la humedad el 89%, ahí está Kapawi Ecolodge & Reserve, un proyecto de turismo ecológico y comunitario asentado sobre diez de las 700.000 hectáreas en las que habitan 7.000 personas en seis comunidades achuares: Warchipas, Wayusentsa, Ishpink, Sharamentsa, Kusutkao, Suwa y Kapawi, a la que debe su nombre.

El viaje a este destino arrancó el viernes 3 de abril al amanecer desde Quito, pasando por Cotopaxi y Tungurahua hasta llegar a Shell (Pastaza) por vía terrestre, en donde nos esperaba una avioneta con destino a Kapawi. Es una hora de vuelo a la comunidad de Kusutkao, que provee de una pequeña pista de aterrizaje y en donde Franklin Wasuma, guía turístico achuar, aguardaba en un bote a motor para recorrer por una hora el río Capahuari, un afluente del Pastaza, que lleva al ecolodge.

En el trayecto, la mirada se pierde entre tanta vegetación, y el oído se agita con los gritos de una familia de monos aulladores que descansa en las ramas más altas de un árbol. En la rivera del río, un sencillo puerto aguarda a los visitantes para introducirlos no solo en la selva, sino en la cultura de esta nacionalidad indígena.

Cambio de mando histórico

Kapawi fue inaugurado en abril de 1996 por la empresa Canodros, la cual cedió en el 2008 la propiedad y la administración de este lodge a los indígenas achuares, conforme al acuerdo suscrito entre ellos y Carlos Pérez Perasso, iniciador de esta obra (ver recuadro).

Sin embargo, desde entonces, y por voluntad de los achuares, la gerencia general había estado a cargo del quiteño Andrés Ordóñez, quien desde hace dos semanas fue sucedido por el achuar Ángel Etsaa, con lo cual esta nacionalidad ancestral ha tomado el control total de este emprendimiento.

Ese cambio de mando se concretó en medio de una simbólica ceremonia shamánica en la comunidad de Wachirpas (Morona Santiago), ubicada a 30 minutos del hotel, a la que se llega cruzando el río Pastaza.

En la originaria vivienda del chamán Sumpa Etsaa, este transmitió el “poder de la selva” a su sobrino Ángel.

Ángel Etssa velará por el futuro de este hotel construido por 140 hombres entre 1993 y 1995, y que integra 20 cabañas hechas con materiales propios de la zona como la chonta, palmeras y madera, para el descanso de los turistas. Otras seis son para el funcionamiento de la cocina, comedor, biblioteca, bar y oficinas administrativas.

Ángel, quien antes de ser gerente fue el administrador, está concluyendo su tesis en administración hotelera en la capital, y quiere incentivar a sus comunidades a producir hortalizas, frutas, huevos para venderlos al mismo lodge. “Quiero que los turistas lleguen y encuentren lo real de nuestra cultura, lo propio, pues cuando nos conocen se quedan sorprendidos. Es mi aspiración que esto se mantenga vivo para que las comunidades estén unidas”.

Juan Callera es oriundo de Charapacocha y su hoja de vida muestra una carrera hecha en el hotel como mesero, guía local, bartender, asistente administrativo, y ahora asumirá la administración en lugar de Ángel, un “cargo tremendo”, dice con orgullo.

Juan cree que Kapawi dio lugar a cambios en la forma de vida de la población, ayudándolos en la educación, en la venta de sus productos y artesanías. Incluso los ha retado a hablar inglés gracias a voluntarios extranjeros.

Otro ejemplo es lo que está sucediendo con Teresa, quien deja a sus dos hijas pequeñas al cuidado de su madre en Sharamentsa, para laborar en Kapawi, en donde es la única mujer. Hace este sacrificio, dice, porque quiere garantizar el estudio para sus pequeñas, pero también para mejorar las condiciones de vida de su comunidad, que ahora está creando una empresa comunitaria dedicada a recolectar materiales para la construcción de cabañas.

Beneficios directos

Este ecolodge generó en los últimos cuatro años $ 85.000, que se distribuyeron a las comunidades a través de la compra de productos y en la contratación de personal achuar. Además de que cada seis meses se entregan dividendos para los gastos, que son destinados a salud y educación.

Esto lo detalló Andrés Ordóñez, quien como gerente saliente de Kapawi pudo integrarse en esta sociedad, al punto que los nativos lo llaman 'yatzuro' (compañero).

“A nivel cultural, esto es más que un cambio de mando. Es un cambio de liderazgo. En lo empresarial, se trata de asumir el manejo, no de un hotel, sino de una compañía que es responsable con las comunidades, que debe generar producción, empleo, compra de productos locales, desarrollo de artesanías, conseguir mercados. Y en lo político, es importante para la nacionalidad achuar, que después de 19 años por fin tienen un líder que represente su compañía”, afirmó Ordóñez.

Reconoció como logros de Canodros S.A., el haber conjugado dos sociedades: la de los 'apaches', (mestizos) y la de la nacionalidad achuar, además de haber marcado la pauta de que la Amazonía ecuatoriana sea un destino internacional.

Muestra de ello es que en los inicios de Kapawi -combinando la estrategia con las visitas a Galápagos- recibió a 1.600 pasajeros al año, provenientes en un 95% de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Bélgica y Alemania. Aunque, en los últimos años ese número se redujo a cerca de 900 visitantes anuales, quienes llegan adrenalizados por descubrir en esta exuberante selva las costumbres indígenas, probar la peculiar 'chicha' masticada de yuca, el 'maito', tomar wayusa a la luz de una fogata y comprar artesanías.

Es lunes 10:00, y el viaje de retorno hacia la ciudad empieza con el mismo trayecto: tomar un bote y una avioneta hasta el aeropuerto de Shell, para luego ir por carretera rumbo a Quito.

En ese trayecto resulta imposible abandonar la imagen del ecolodge Kapawi asentado sobre una laguna natural que espera la visita de extranjeros y nacionales.

Sus once trabajadores, con sus auténticas ropas, sus rostros pintados y luciendo sus artesanías, como parte de sus costumbres, nos dejaron el sentimiento de que ellos están listos para recibir a los visitantes que deseen vivir la aventura más profunda en la selva.

Pero su propósito va más allá de lo turístico. Con el apoyo de los visitantes, Kapawi apunta a proteger su hogar en este hermoso territorio amazónico. (I)

 

Una promesa 100% cumplida para bienestar del pueblo achuar

La idea de construir este hotel en la Amazonía fue concebida por Carlos Pérez Perasso (foto), entonces director de Diario EL UINIVERSO. En 1991, el empresario empezó a recorrer la Amazonía para impulsar esta iniciativa de turismo sostenible, pero no fue sino hasta 1992 cuando logró entablar un primer diálogo con la Organización de la Nacionalidad Achuar del Ecuador (Oinae) -hoy Nacionalidad Achuar del Ecuador (NAE)- y su entonces dirigente Luis Vargas, para plantearles arrendar los terrenos para la construcción de este ecohotel, generar trabajo y con ello ingresos para las comunidades de la zona.

En 1993, la Oinae y Pérez Perasso suscribieron el convenio de arrendamiento y el compromiso de capacitar en el manejo empresarial a los habitantes de esas comunidades para que lleguen a asumir la administración de ese espacio, y y le brinden sostenibilidad ambiental y económica. El proyecto los ha empujado a implementar sus propios servicios de red eléctrica, centros médicos y un centro educativo, llamado Tuna, al que van los niños y jóvenes de las poblaciones circundantes.

Pérez Perasso falleció en 2002, pero su hijo César Pérez Barriga, entonces presidente de Canodros, junto a sus hermanos, perseveraron en la gestión pionera de su padre de traspasar la propiedad a los achuares. “El reto para ellos siempre fue tomar la gerencia, y ahora la tienen”, dice Pérez Barriga. Así lo comprobamos cuando, durante el viaje de regreso, hicimos una parada en Puyo para conversar con Luis Vargas, quien fue parte de la fundación de Kapawi Ecolodge. Este achuar no olvida el legado de Pérez Perasso y lo califica como "una bendición de Dios”, pues “nunca había conocido a un empresario en el país con un corazón tan solidario para apoyar a la gente pobre, a aquella que necesita, porque él dijo que no venía a mentir a la gente, sino a cumplir y así fue”.

“Después de 19 años puedo ver que lo que ofreció don Carlos se cumplió a cabalidad. Y los que hemos estado al frente de esto hemos cumplido”. Cree que los nuevos líderes deben aprovechar los reconocimientos internacionales que ha recibido Kapawi por la visión de un turismo responsable, y darlos a conocer al país para que el proyecto sea sustentable.

“Este proyecto es una carta de presentación al mundo”, concluyó Vargas.

Contacto: (02) 600-9333, www.kapawi.com.

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