Conexión con animales: Pinzón de manglar

Por Paula Tagle
23 de Abril de 2017

“Quedan menos de cien pinzones de manglar en el mundo, y Playa Tortuga Negra, en el remoto oeste de Isabela, es uno de los únicos dos lugares donde todavía existen”.

Francesca Cunninghame, coordinadora del proyecto pinzón de manglar, nos contacta a nombre de la Estación Charles Darwin. Pide que el barco en que trabajo le dé un aventón a un preciado pichón que se ha atrasado en su crecimiento. Quedan menos de cien pinzones de manglar en el mundo, y Playa Tortuga Negra, en el remoto oeste de Isabela, es uno de los únicos dos lugares donde todavía existen.

Desde 2012 se ha llevado a cabo un programa de crianza. Primero se colectan los huevos de la copa de los mangles. Luego se los lleva a la Estación Darwin a que eclosionen, y se cuida a los pequeños hasta que se conviertan en volantones (que toma de 24 a 26 días). Se ha repatriado un total de treinta y seis individuos en tres años, algunos de los cuales ya se están reproduciendo.

El objetivo de alejarlos de su isla es protegerlos de la terrible mosca introducida Philornis downsi. Este insecto pone sus huevos en los nidos de esta y otras aves de Galápagos. Las larvas al nacer se comen a los polluelos vivos, o los dejan con malformaciones. En un solo nido se han encontrado hasta cincuenta y un larvas de Philornis.

Los huevitos son delicados, de apenas dos centímetros de diámetro, y se los incuba de doce a quince días. En el barco en que laboro también hemos ayudado a transportar los huevos, y en una ocasión un pequeño eclosionó durante el viaje. Cuando se colecta los huevos, los pinzones padres vuelven a anidar por segunda vez, lo que aumenta la posibilidad de incremento poblacional.

Una vez de regreso a playa Tortuga Negra, los volantones viven en un aviario por dos semanas, hasta acostumbrarse a los olores, colores, sonidos y temperatura de su hábitat. Se les esconde comida bajo hojitas, para que se acostumbren a buscar su propio alimento. Por un periodo de dos semanas más, se les abre la puerta para que salgan y entren a su antojo. Hace un par de años, se observó un volantón que invitó a un amiguito pinzón y a sus padres a alimentarse en el aviario. Antes de liberarlos se toman muestras de ADN para ir construyendo un árbol genealógico de los pinzones repatriados.

La sequía ocurrida entre 2016-2017 afectó la calidad y cantidad de los polluelos. No se encontró muchos nidos, a pesar del esfuerzo conjunto del Parque Nacional, Estación Darwin y Zoológico de San Diego, aliados en este proyecto. Aun así, una nueva tanda de volantones está siendo repatriada a bordo de la embarcación Molme del Parque Nacional Galápagos. Pero un individuo estaba muy débil para unirse al viaje de retorno. Por eso Francesca nos contactó, así el pequeño podría quedarse dentro del cuarto de crianza de la Estación Darwin por más tiempo. Nosotros encantados, estábamos listos a recibir al volantón, bautizado con el nombre de Valiente, ya que había luchado duro por su vida desde el primer día que vio la luz.

Sin embargo, un 30 de marzo nos llega la triste noticia de que el pinzoncito de manglar había muerto. Francesca estaba consternada. Los mensajes de pésame iban y venían. Un animalito que había nacido débil y nunca lograría retornar a su lugar de origen.

Para Francesca, cada pajarito es una esperanza, y con cada uno crea un nexo especial. Nos consuela el hecho de que otros tantos están en camino a repoblar su isla. (O)

nalutagle@yahoo.com

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