¡Bien aclimatados!

08 de Abril de 2018
  • La caminata desde el primer al segundo refugio del volcán Chimborazo puede durar hasta una hora. Foto: Archivo/Víctor Álvarez
  • Marco Cruz exhibe piezas personales que usó como guía de montaña. Las muestra en su hotel y centro de aclimatación, el Chimborazo Lodge. Foto: Moisés Pinchevsky
Moisés Pinchevsky

Ascender a una montaña de más de 3 mil metros es cosa compleja. Por ello es importante acudir a centros especializados que ayuden a la correcta aclimatación.

A menudo suelen preguntarme por los destinos de aventura que más me han impresionado dentro del Ecuador. Al mencionarlos, tengo la inevitable tendencia de incluir siempre a los refugios del volcán Chimborazo (6.268 m). Esto porque además brindar un paisaje fantástico, considero que una de las grandes aventuras en el país es aquella caminata entre el primer refugio (Hermanos Carrel) y el segundo (Whymper), trayecto que luce corto en dimensiones, pero que debido a la altura significa todo un desafío para las condiciones físicas del caminante.

Es así: el cuerpo se siente más pesado, nos falta el aire, nos duele la cabeza y tenemos la necesidad de sentarnos en cualquier roca cada dos o tres pasos. Ese también es el camino directo a sufrir el denominado soroche, debido a la falta de aclimatación que impacta a cualquier habitante que no está acostumbrado a respirar a esa altura.

Esa es una gran situación por resolver para cualquier turista que se eleva en las montañas, las cuales tienen demasiado que ofrecernos turísticamente. Esto porque otro de las grandes experiencias de aventura que he realizado es el descenso en bicicleta de montaña por la ladera del volcán Cotopaxi. ¡Lo recomiendo plenamente! La operadora quiteña Biking Dutchman me guio hace algunos años en ese desafío que nos permite disfrutar la cordillera en su máximo esplendor, teniendo la nevada cumbre a golpe de mirada, mientras parecería que la montaña nos va empujando suavemente para depositarnos en su falda.

Experto de las cumbres

Por ello siento un especial respeto por los hombres de montaña. Son gente que, debido a las condiciones climáticas en que viven, han moldeado sus condiciones físicas, pulmonares y sanguíneas para respirar sin problema junto a los cóndores.

En un reciente recorrido por los Andes tuve el gusto de conocer a uno de ellos: el riobambeño Marco Cruz, propietario del Chimborazo Lodge, centro de aclimatación en las faldas del volcán. El frío es intenso y los pasos parecen más pesados. Como si nuestro cuerpo se moviera en cámara lenta. Para ingresar a la casa principal, que también funciona como restaurante de amplios ventanales, debemos quitarnos los zapatos y ponernos zapatillas. Es un rito necesario para proteger el inmaculado piso que nos recibe para exponernos lo que parecería un museo al alpinismo, ya que los muros exhiben miles de objetos empleados por Marco en sus 50 años como guía de montaña.

“La primera vez que me enseñaron el Chimborazo me cambió la vida. Fueron unos padres misioneros que venían del norte de Italia, de la zona de los Alpes”. Ellos lo llevaron al volcán junto a un grupo de niños para transmitirles esa admiración por las montañas, la cual era extraña en el Ecuador de esos años, indica Marco, nacido en 1945.

Esos religiosos le enseñaron la técnica del montañismo y le dieron equipo, lo cual permitió que Marco con tan solo 13 años pueda subir por primera vez a la cumbre del Chimborazo. Y se convirtió en el primer riobambeño guía de montaña del Chimborazo, indica. “Hoy ya he subido más de mil veces a la cumbre”.

Por ello sus consejos son válidos para cualquiera que desee coronar ese volcán: “hay que tener buena condición física, salud y la firme voluntad de querer subir a la montaña. Hay que apasionarse, porque se asciende con el corazón y el espíritu”.

Pero recalca que la primera dificultad es la altura. Nuestra visita coincidió con la presencia de un grupo de alemanes que pasarían dos semanas en el Chimborazo Lodge para aclimatarse adecuadamente, incluidos tres días de ascenso a la montaña, subiendo y bajando, pernoctando dos noches en un campamento en medio camino (a 5.400 metros de altura), para que el cuerpo se adapte a la altura. Y el cuarto día estaría dedicado al descenso.

Siempre con preparación

¿Cuánto debería permanecer un guayaquileño en el lodge para aclimatarse antes de emprender el proceso de ascenso?, le pregunto. “Unas 48 horas como mínimo”, responde Marco. “Un cuerpo humano, aunque esté sano, reaccionará negativamente ante la altura. Es un síntoma del mal de montaña, el cual puede matar a alguien que no esté bien aclimatado”. Esto ocurre debido a un edema pulmonar o cerebral, razón por la que han muerto más de un centenar de personas en los últimos 35 años, desde que abrió el refugio Whymper, dice Marco. “Pero para combatirlo hay que ir despacio, hay que subir y bajar poco a poco, allí el cuerpo se aclimata”.

Marco ha escalado las elevadas montañas de Sudamérica, Europa, Asia, África, Polo Norte y de otras partes del mundo. “Escalar una montaña nueva es un gran desafío para el hombre; enfrentarse a lo inesperado”.

Por eso, el amable Marco Cruz se dedica desde hace varios años a guiar a quienes desean coronar el volcán Chimborazo, seguro de que será una gran experiencia extrema en sus vidas.

Contacto: El lodge está ubicado en el valle de Totorillas, km 23 de la vía al Chimborazo. Oficina en Riobamba: (03) 236-4258/78,099-973-3646. Tarifa por el hospedaje: desde $ 71 por noche, incluido cena y desayuno. Paquete de ascenso al Chimborazo: unos $ 600 por persona, todo incluido, cuatro días (en grupos).

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