Turquía: Caprichosa escultura natural

18 de Septiembre de 2011
  • Vista panorámica de la ciudad de Goreme (Turquía)
  • Los habitantes se dedican principalmente a la agricultura, y continúan viviendo en edificaciones rupestres, ganadas a la naturaleza.
  • Una pareja de turistas turcos espera su turno para iniciar un paseo en camello por el Parque Nacional de Goreme, cuya extensión supera las 9 mil hectáreas.
  • El Museo al Aire Libre de Goreme alberga una decena de templos rupestres, cavados y decorados por cristianos desde el siglo IV.
  • El Museo al Aire Libre de Goreme alberga una decena de templos rupestres, cavados y decorados por cristianos desde el siglo IV.
  • El sol añade otro encanto natural a las caprichosas formaciones rocosas, que se extienden como seres vivientes en el valle.
  • Globos aerostáticos levanta vuelo sobre los valles de Capadocia
  • Sin duda, Turquía tiene una de las mejores cocinas del mundo, precisamente por ser ese lugar donde se han conjugado tantas culturas.

De apenas 50 km de diámetro, la llamada Octava Maravilla del Mundo alberga una riqueza geológica y un patrimonio cultural inconmensurable.

¿En qué planeta estoy? Es lo que uno se pregunta desde el instante en que se llega a Capadocia, en Anatolia Central (Turquía).

Formaciones calcáreas de caprichosas formas, llamadas “Chimeneas de las Hadas”, están como incrustadas en una serie de valles que transportan al visitante a otra dimensión. Este maravilloso escenario es el resultado de un meticuloso trabajo de la naturaleza. Una labor que comenzó hace 60 millones de años con la formación de la cordillera de los Montes Tauro.

Luego vendrían numerosas erupciones volcánicas que rellenaron las depresiones creando mesetas. Y finalmente, la erosión, provocada por los ríos, la lluvia, los vientos y los cambios de temperatura, continúa esculpiendo este paisaje inimitable.

El hombre también hizo lo suyo. Aprovechó la fragilidad de la toba calcárea para construir refugios, casas, templos y hasta ciudades subterráneas (estas últimas pudieron haber albergado hasta 20 mil habitantes).

A lo largo de su milenaria historia ha sido punto de encuentro de las rutas comerciales, y ha albergado, con invasiones de por medio, a asirios, hititas, griegos, romanos, persas y árabes. Su esplendor llegó en el Siglo XI, cuando se construyeron iglesias y monasterios con frescos de vivos colores que relatan escenas de la vida de Jesucristo y que ahora son considerados una expresión única del arte bizantino rupestre.

Sus habitantes, en su mayoría campesinos, se reconvierten ahora en hoteleros, sorprendidos por la invasión de turistas nacionales y extranjeros, más de 1,5 millones de visitantes al año, que llegan a admirar esta antojadiza escultura creada por la naturaleza.

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