Un ‘hasta pronto’: Legado de mi padre

Por Paula Tagle
31 de Julio de 2016

“Juan Tagle vivió fiel a sus convicciones políticas y a sus ideales. Y si bien eso pudo causar dolores de cabeza en la economía familiar, hoy me llena de orgullo”

¿Qué es la felicidad? Aparecen varias definiciones en internet: “es una emoción que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada”, “es una medida de bienestar subjetivo que influye en las actitudes y comportamiento de los individuos”, “es un estado de armonía interna”, “la felicidad no es permanente”.

Trato de entender si mi padre alcanzó a ser feliz. Necesito esa certeza ya que ahora, que no existe en cuerpo biológico, me es imposible inventar alegrías para que su sonrisa ilumine mi día. Sus amigos de varias décadas, los del barrio en que creció, cerca al río, me confían que sí, que fue feliz, pues vivió como quiso y dejó su huella, trascendió en otros.

Tal vez esa virtud que los más cercanos a mi padre a ratos reprochamos, es la que marcara la vida de muchos, su ilimitada generosidad. No únicamente en lo material, pero siempre presto a dar la mano, a compartir sus conocimientos. Podía ser un murciélago intruso revoloteando en casa de sus primas, sembrando árboles en terrenos que no eran suyos, o por una hija súbitamente enferma en algún recóndito lugar, mi papá literalmente lo abandonaba todo para entregarse enteramente a quien lo necesitara.

E iba repartiendo libros, de nuestra casa, que simplemente nunca pedía de regreso. “Mi papi lo regala todo”, suspirábamos a ratos disgustadas. Y sin embargo ahora aprecio cómo el recuerdo de mi padre perdura en este o aquel objeto que sus amigos atesoran con cariño, sobre todo en los libros. Una prima recita: “El hijo de rana, Rinrín renacuajo, salió esta mañana muy tieso y muy majo, con pantalón corto, corbata a la moda, sombrero encintado y chupa de boda”; en esos versos de Rafael Pombo vivirá siempre, para ella, el recuerdo del tío Juan.

Su otro gran atributo: ser consecuente. Juan Tagle vivió fiel a sus convicciones políticas y a sus ideales. Y si bien eso pudo causar dolores de cabeza en la economía familiar, hoy me llena de orgullo.

Generoso, consecuente, pero a veces triste, a veces contento. ¿habrá tenido una vida feliz?

Una tía me telefonea emocionada porque ha encontrado un pensamiento de Gandhi que tal vez despeje mis dudas: “La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía”.

Mi padre vivió de esa manera, y sin embargo, sigo buscando, como si eso me lo trajera de vuelta.

En Facebook me contestan: “La felicidad es darse cuenta de que se puede estar feliz con lo que se tiene, si uno se lo propone”, “ayer fui feliz, comiendo torta en buena compañía”, “Yo soy feliz viviendo plenamente el presente”, “la felicidad está en todos lados, cuando miras al mar, cuando te despiertas…”, “no estar triste es suficiente”, “ser feliz depende de uno mismo y de nadie más”.

Es decir, cada cual encuentra su manera, a base de su propia definición de felicidad y por más que nos esforcemos es imposible moldear la felicidad de otros.

Eso debí preguntar a mi padre en su momento, y tal vez muchos estén a tiempo de hacerlo:

“Qué es la felicidad para ti? Eres feliz?”.

Y por misterioso que parezca, mientras escribo estas letras, encuentro una de las tantas notas y poemas que mi padre me escribiera, y leo:

“¿Tienes idea de cuánto las amo? Si esto es afirmativo, creo que he logrado vivir…”. (O)

nalutagle@yahoo.com

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