Nutrición para el futuro

01 de Abril de 2012
Sheyla Mosquera de Calderón

El hogar es la principal escuela para que los niños aprendan a comer saludablemente. Las instituciones educativas también deben enseñar y poner en práctica este buen hábito.

Alimentarse correctamente es fundamental para el buen desarrollo físico y mental del ser humano en todas las etapas de la vida, de ello será la condición de salud en el futuro.

Sin embargo, en épocas de clases, a este buen hábito nutricional se le debe prestar más importancia porque los alumnos son sometidos a mayores demandas, no solo académicas, sino físicas. Incluso por las actividades extracurriculares.

Según la médica nutrióloga Mariuxi Egas Miraglia la alimentación durante el periodo lectivo suele ser como la que se sigue en una jornada de trabajo intensa. Por ello, a los padres les toca compartir la enseñanza alimentaria de sus hijos con la educación general impartida en las escuelas o colegios.

Muchos estudiantes, agrega, pasan tiempos prolongados, entre seis a diez horas, en las instituciones educativas, mientras que en los hogares cuatro o cinco hasta que se van a dormir.

Si bien existen algunos padres que educan a sus hijos desde pequeños para que aprendan a comer o desayunar de manera correcta en algunos jardines o escuelas se encuentran con un limitante: el boicot alimenticio.

Mientras unos niños llevan en la lonchera alimentos saludables que contienen carbohidratos, proteínas, vegetales o frutas, otros comida chatarra que es apetecida por la mayoría.

“Por eso a inicios del año lectivo las escuelas deberían presentar a los padres programas de educación alimentaria para que sus hijos puedan ser parte de estos y entender que se busca el bien común a largo plazo”, asegura Egas.

Para el pediatra mexicano Pedro Gutiérrez, especialista en investigación en nutrición, es muy importante que los niños lleven una dieta balanceada. También sugiere acostumbrarlos a comer pescados porque contienen ácidos grasos omega 3 y 6, así tendrán menos alergias o problemas respiratorios.

Asimismo, recomienda comer frutos rojos como las fresas o las moras, entre otros, porque contienen prebióticos, unas sustancias que hacen proliferar a las bacterias benéficas y ayudan a que el sistema inmunológico esté aumentado.

También es importante, agrega, concienciar en los niños que deben evitar comer alimentos con grasas malas o saturadas para evitar el sobrepeso u obesidad.

“La obesidad es un efecto de la sociedad en la que estamos viviendo. Es un sistema de modelos complejos donde estamos rodeados de ambientes obesogénicos, por falta de cultura de la educación nutricional dentro de las familias”, asegura.

Guitiérrez considera que el concepto de nutrición para prevenir enfermedades a futuro no debe ser dado solo por los profesionales de la salud, sino que debe empezar en la casa con el ejemplo de los padres.

Él coincide con Egas en que esta responsabilidad debería de extenderse a los jardines infantes a nivel del preescolar y primaria y luego ir completándose con la información que el pediatra proporcione cada mes en la revisión médica del niño.

“Si lográramos alimentar para nutrir y prevenir enfermedades a través de este nuevo concepto de programación nutricional temprana y que se introduzca en el interior de las familias y que sea parte del currículo de la primaria, habría menos gastos en tratamientos por causa de discapacitades secundarias a la diabetes, osteoporosis e insuficiencia renal a futuro, entre otras”, indica Gutiérrez.

Trabajar en conjunto

La idea, dice Egas, de trabajar en conjunto con los padres y maestros en la educación alimentaria, es que los niños desde muy pequeños aprendan a comer con menos azúcares, más frutas y vegetales, aunque en la práctica hay un poco de resistencia porque prefieren los dulces.

Es más fácil empezar esta enseñanza cuando los niños tienen entre 3 a 5 años y están en el preescolar. Ellos tienen varios factores a su favor: son pequeños, se sientan a la mesa a comer, los tiempos en los jardines son menores, y la maestra es la conductora de la clase, aun con voz autorizada.

Entonces, las maestras parvularias pueden aprovechar y enseñarles sobre la importancia que tienen los distintos grupos de alimentos para la buena salud e incluso hacer que distingan con estos los colores, formas o a contar, por ejemplo, con las semillas.

Posteriormente serán niños que al llegar a la etapa escolar y al tener ya la disponibilidad de comprar en el bar, sabrán elegir los alimentos saludables o mejor aún pedirán llevar un lunch preparado en casa.

Tiempos de comida

Según Egas, los padres deben aprender que los niños tienen cinco tiempos de comida: desayuno, media mañana, almuerzo, media tarde y merienda, y no son intercambiables. También que las preparaciones o alimentos que deben usar en cada una de las tres comidas principales (desayuno, almuerzo y cena) deben contener los grupos de alimentos como lácteos, carnes, harina (no altamente refinada), vegetales y alguna fuente de fibra, vitaminas y minerales que se encuentran en las frutas enteras y no en los juegos.

La pediatra nutrióloga Saskia Carrión Villegas refiere que el desayuno es la comida más importante del día. Este ofrece las calorías y nutrientes necesarios durante la etapa escolar que es un tiempo de gran crecimiento y desarrollo del niño.

También, agrega, ayuda a romper con un periodo de ayuno prolongado por las horas de sueño. Durante dicho periodo muchas funciones cerebrales se “duermen” por lo que necesitan de energía para despertarse y esta se obtiene del desayuno.

El desayuno incluso ayuda a los niños a pensar con rapidez, a concentrarse o prestar atención y a comunicarse mejor con su entorno. Pero si no lo hace podría afectar a su rendimiento escolar e incluso sentirse cansado o con mal humor.

Quienes no lo comen es porque se acuestan muy tarde y se levantan con sueño o muy tarde y no desayunan porque no tienen “tiempo”, no es un hábito familiar o por pereza.

Para Egas también hay que enseñarles a los niños a consumir agua todos los días, porque vivimos en un clima tropical y el reflejo de la sed es más inespecífico y cuando ellos se dan cuenta de que tienen sed ya han perdido agua. Por eso es importante, dice, que en el preescolar las maestras les den libertad para levantarse a beberla.

Por último, se debe inculcar que los alimentos deben masticarse muy bien y despacio para que sean procesados y aprovechados por el organismo, así ellos sentirán saciedad, pero si lo hacen rápido y sin una adecuada masticación y engullen (tragan) los volúmenes de comida ingresados serán mayores y es más fácil que se engorden.

 

“Me gusta comer frutas como manzana y guineo; y antes de ir a la escuela como pan y leche, pero unas veces no desayuno. También me gusta mucho comer cebolla, pero la lechuga no. Mi profesora Katherine, de la escuela Regina Pacis, me enseña palabras y también que debo comer bien”.
Alannis Tomalá - 5 años

 

“Mi abuelita Raquel Pérez siempre me enseña a comer carnes, granos, frutas y vegetales. ¡Ah!, pero sin frituras o mayonesa. Y cuando no llevo lunch prefiero comprar frutas en mi escuela Santa Luisa de Marillac. Allí hay dos bares: el de las frutas y el de alimentos variados”.
Karla Proaño - 8 años

 

“Mi mami dice que coma de todo, pues me encantan las cremas con leche, pero no me gusta el hígado siento algo feo en la lengua, ¡huácala! Cuando tenía 4 años no me gustaba la zanahoria porque nunca la había probado, pero cuando cumplí los 5 sí me gustó. Y para la escuela me gusta llevar pan con queso crema, leche con frutilla y frutas”.
Mauricio Larrea - 5 años

 

“Para mí el desayuno es la primera comida del día según mi papá y mi mamá, por eso antes de ir al colegio como pan con mantequilla y jugo. Y para el lunch prefiero llevar sándwiches; pero cuando la comida del lunch se acaba, me dan dinero para comprar en el bar y pido pan de yuca o canguil”.
Iván Mieles - 11 años

 

“A mí no me gusta desayunar tanto como a mi hermano Iván, pero tengo que hacerlo de ley porque sino me duele la barriga. No me gusta comer huevo revuelto, ni tostada, pero sí las empanadas o sándwich con mortalela, tomate y lechuga. Y los vegetales no me gustan tragarlos, me dan náusea, y mi mamá me dice que no me los coma”.
Mariuxi Mieles - 9 años

 

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