Fricciones y conflictos laborales

30 de Octubre de 2011
Sheyla Mosquera de Calderón

Fricciones y conflictos laboralesExisten distintos motivos que originan fricciones y conflictos laborales. Entre ellos se encuentran el estrés, la competencia, las relaciones amorosas entre compañeros de trabajo, el laborar sin estar contento, la intolerancia o los malos entendidos.

Pero todos ellos tienen una razón de ser. Según la psicóloga clínica Glenda Pinto, con un posgrado en recursos humanos, el estrés laboral se volvió un hecho cotidiano. Sus causas son diversas, entre ellas, las experiencias desagradables con los clientes, conflictos con los compañeros de trabajo, plazos de entrega limitados y constantes llamadas telefónicas que se generan por fallas en la comunicación de la empresa o en el equipo de trabajo.

También por sobrecarga de tareas, roles indefinidos, autoridad excesiva o insuficiente, la escasez de tiempo, de recursos materiales, la falta de reconocimiento profesional por parte de colegas y superiores o bajas posibilidades de crecimiento profesional, entre otras.

El estrés que se produce en una empresa es normal, porque las personas han sido educadas y preparadas para desenvolverse dentro de una estructura productiva que exige junto con su adaptación al ambiente laboral el logro de metas dentro de tiempos límites y de una manera predeterminada.

Pero la dificultad de las personas para adaptarse a estos retos e inconvenientes cotidianos genera, dice Pinto, una gran tensión al punto de provocar en ellas (según las creencias de cada sujeto y su necesidad de responder a sus propias exigencias internas) una ruptura de su equilibrio emocional, lo cual los vuelve en momentos ya sea agresivos o sumisos, pero en todo caso con respuestas a la tensión no adecuadas.

El psiquiatra Salvador Peralta refiere que una persona estresada generalmente está angustiada, frustrada o deprimida y en estas condiciones no va a rendir como lo hacía antes, no solo porque está irritable sino que su capacidad de concentración está disminuida debido al agotamiento que siente.

Esta situación provoca que el individuo entre en un mayor conflicto con el medio que lo está requiriendo y experimenta incluso fricciones con los compañeros de trabajo porque se ha vuelto un “trabajador quemado”. Por lo tanto, los jefes y empleados deberían conocer lo que el estrés significa, para darse cuenta en qué momento se están perdiendo los estribos y el autocontrol, y así poder evitar las situaciones tirantes dentro de las relaciones de trabajo”.

“Es por ello que el desafío de los líderes o jefes debería ser el fomentar el trabajo grupal, delegar bien las tareas y, por supuesto, intentar mantener motivados a sus empleados”, dice Peralta.

La competencia

Otra de las razones que causan conflictos y fricciones laborales es la competencia.  Según el psicólogo clínico José Luis Escobar, competir es saludable, pero la realidad es que cuando se toma esto como una forma de reconocimiento social o de hacer notar a las personas productivas,  de acuerdo con el interés de la empresa o de los jefes, las relaciones interpersonales se van a ver disminuidas y lo que se logra es generar “ganadores y perdedores”.

El sentimiento de euforia que genera el sentirse ganador sobre el que siente la impotencia de haber perdido se ha utilizado como “motivador” para generar mejores niveles de producción, pero esto es en apariencia porque el aspecto emocional se ve disminuido incluso en el que se considera “ganador”, al afectarse el sistema emocional de quienes trabajan dentro de un equipo laboral.

Los mensajes encubiertos son los que generan que el clima laboral se deteriore y muchas organizaciones “culpan” a las estructuras de personalidad de su recurso humano. Esto amplifica más aún el nivel de distorsión y conflictividad que suele generar riñas entre compañeros, autoboicot a los niveles de desarrollo personal y organizacional. Incluso existen personas que no resisten los niveles de tensión que generan las competencias interpersonales y sus crisis no solo se reflejan en lo laboral, sino que se irradian a las relaciones familiares.

Si las organizaciones toman conciencia de que su clima laboral está afectado por situaciones conflictivas que se alimentan de la famosa “competencia interna”, se podrán solucionar y disminuir los niveles de conflictos. Eso es algo que está ligado a las políticas internas de producción. A su vez es necesario mejorar las estrategias de comunicación y técnicas de afrontamiento de estrés.

"Las discusiones conflictivas entre un superior y un subalterno pueden crear neuvos problemas, pero podrían llegar a una solución si ambos de manera respetuosa están abiertos al diálogo".
Dra. Glenda Pinto

Discusiones  y fricciones amorosas

Las discusiones que se producen en el lugar de trabajo, dice Glenda Pinto, desarrollan procesos emocionales semejantes a los que tienen lugar en una pelea con la pareja con sus respectivas fricciones. Al igual que en ese caso, la conversación puede ser constructiva, es decir, modificar los problemas de forma positiva.  Sin embargo, las discusiones conflictivas entre un superior y un subalterno pueden crear nuevos problemas, pero podrían llegar a una solución si ambos de manera respetuosa están abiertos al diálogo.

En cuanto a las fricciones amorosas, la psicóloga clínica Romy Albuja Arteaga refiere que el área laboral es la menos recomendable para establecer el nexo amoroso, porque si este tiene mal término junto con la ruptura emotiva puede quedarse sin trabajo, sea por decisión del empleador con el acuerdo satisfactorio de los compañeros. Se debe a que este ambiente debe ser respetado por sus propios conflictos, por las grandes necesidades de interés y atención que amerita como para poner el sobrepeso de la abundante variedad emotiva que las relaciones amorosas traen: chismes, indiferencia, agresividades, llanto, celos o sobreprotección.

Emociones, intolerancia y mala comunicación

Toda emoción positiva relacionada con el trabajo siempre estimula el éxito profesional, según Pinto. “Si a alguien le gusta la tarea que realiza, le resulta fácil esforzarse en cumplirla. No solo se sentirá a gusto, sino que su rendimiento será mayor, sobre todo si sus compañeros son agradables y colaboradores”.

Pero, agrega, si experimenta emociones negativas, estas frenan a quien realiza la tarea, porque le resulta difícil implicarse en el trabajo. Esto sucede, por ejemplo, cuando el trabajador se enfada por culpa del jefe o si tiene miedo de perder su puesto de trabajo, sin darse cuenta de que puede cometer más errores durante la jornada laboral.

No obstante, cuando el trabajo no le agrada a alguien, pero necesita el ingreso que este genera, Albuja asegura que se producen conflictos y desórdenes emocionales como agresividad, ansiedad o depresión que serán proyectados en los demás, es decir, en sus compañeros de trabajo, clientes o jefes.

Otro tipo de conflicto, menciona, es la intolerancia que se puede presentar tanto en el empleador como en el empleado y esta es una proyección de los desajustes internos o la presencia de alto índice de agresividad en ellos, pese que haya necesidad y agrado laboral. Por ello se produce un elevado tono de voz y en ocasiones acompañado de términos agresivos, además de mímica burlesca facial.   

“También se pueden encontrar fricciones a causa de la mala comunicación, las cuales se manifiestan con desvalorización, irritabilidad y llanto. Comienza de manera disimulada y luego la frecuencia de estas se hace evidente”.

Uno de los pasos importantes que puede ser dado por cualquiera de las tres partes, empleado, empleador y compañeros, agrega, es detectar que existe alguno de estos problemas. Segundo, tratar de llegar a un acuerdo entre todos en búsqueda de una solución, la cual será rápida si se toma como base el mejor de los elementos que existen para esto: la humildad, sencillez y la erradicación total de la agresividad. De esta manera se establece que las características de agresividad son las más rápidas conductoras al desastre, mientras que las de humildad y comprensión son las que conceden las más grandes soluciones, acompañadas de equilibrio y satisfacción, porque nos encaminan a visualizar que en las más adversas situaciones laborales tenemos más que quienes no tienen un empleo.

 

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