Que reine la paz

Por Mariquita Noboa
21 de Diciembre de 2014

Dice Su Santidad, el papa Francisco, que la Navidad suele ser una fiesta ruidosa. Nadie mejor que él, como buen latinoamericano, que experimenta las vivencias de dos continentes diferentes para saberlo. “Nos vendría bien un poco de silencio, para oír la voz del amor”, agrega a manera de invitación.

Entonces, frente al pesebre, con el recogimiento propio de la ocasión, silentes y en oración, celebramos el nacimiento de Jesús. Los pastorcitos, la luz radiante de la estrella, las ovejas y hasta los burritos, todos en unión de fe.

Suenan las campanitas y…

• La mesa está servida y los villancicos inundan el ambiente. No se sienta avergonzado de decir en voz alta: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

• Cómase su rico pan de Pascua y disfrute del mejor chocolate del mundo. Olvídese de los triglicéridos y del colesterol. “Una vez al año, no hace daño”.

• Recuerde que sus acciones dicen más que mil palabras, por lo tanto, el alcohol no debe ser el protagonista de la noche.

• El momento de los regalos es la mejor oportunidad para reforzar el valor de la gratitud: “Gracias, abu, por tu regalito”.

• A los niños hay que decirles que no se pueden apropiar de los juguetes que no les pertenece. Este es el momento propicio para hablarles del respeto.

• Los niños, personas de cualquier edad con capacidades especiales, señoras embarazadas y abuelitos, son los primeros en ser atendidos.

• Si está en calidad de anfitrión, absténgase de invitar a familiares y amigos que mantengan posiciones irreconciliables. Recuerde, es una noche de paz.

• No se burle ni ridiculice a nadie. No indisponga ni hable mal de nadie. Sus palabras reflejan su sentir: “De la grandeza del corazón, habla la boca…”.

• Si usted no es cristiano y ha sido invitado a participar de esta celebración, guarde respeto al momento de hacer las oraciones y la bendición de los alimentos. No critique ni se ponga a decir lo que, a su juicio, se debería hacer. Esta no es una clase de oratoria ni es el momento para disquisiciones religiosas o semánticas.

Deje que Gaspar, Melchor y Baltasar lleguen cargados de riquezas y vayamos juntos en esta manifestación de fe. Eso sí, nadie se me baja de esta camioneta… porque “donde hay fe, hay amor; donde hay amor, hay paz; donde hay paz, está Dios y donde está Dios… no falta nada”.

¡Feliz Navidad! (O)

mtnoboa@hotmail.com

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