Madre todos los días

Por Mariquita Noboa
08 de Mayo de 2016

Cuenta la historia que en la Grecia antigua se veneraba a Rhea, madre de Plutón, Júpiter y Neptuno. Pero en la época contemporánea tenemos que agradecerle a Ana Jarvis, una sencilla ama de casa, que luego de perder a su mamá el segundo domingo de mayo, emprendió la tarea de solicitar a las autoridades de Estados Unidos, que se diera un reconocimiento a las madres. Sensibilizado con esta petición de la ciudadana de Philadelphia, el presidente Woodrow Wilson, en 1914, declara fiesta nacional este día, por eso ella es tan popular y recordada en todos los ámbitos de la gran nación americana

Gracias a su iniciativa volvemos la mirada a esa incesante actividad que muchas veces se inicia cuando los rayos del sol aún no aparecen. La madre, esa señora que controla el gasto diario tanto como los pasos de sus hijos, aprendió a desarrollar competencias que ni en sueños le había llegado.

Ella es la directora, gerente general, propietaria, CEO, (chief executive officer) asistente, secretaria y mensajera de esta gran empresa que es el hogar.

Ríe, canta, baila, grita, pero tiene sus silencios donde esconde sus miedos, angustias, necesidades, anhelos, sus sueños, que de Tico Tico aprendió a sonreír y de Alf a decir “no pasa nada”.

Se lava la cara para no dejar huellas de sus lágrimas, se maquilla y… organiza, corrige, orienta, diseña, estructura y es solícita frente a cualquier situación que se la requiere.

¿Cuántas veces al año le demuestras amor a tu mamá? No importa cuán lejos o cerca estés, físicamente, de tu madre. Ahora es la hora del “borrón y cuenta nueva”.

Corre a demostrarle lo mejor que hay en ti, tus buenos sentimientos hacia ella. No hay valor económico que supere tus afectos, demuéstraselo.

Pídele siempre su bendición, no te imaginas el cúmulo de dicha que recibirás. Así nos lo enseña Santa Teresa en su extraordinario tratado Las Moradas.

Que nunca salga de ti ni media palabra en contra de ella.

Y para la madre que está en el cielo, siempre una oración.

Ahora brindemos con el coctel “Mama Mía”: dos onzas de amor, cuatro cucharadas de ternura, ocho gotas de ilusión mezclado todo con el jarabe de paciencia, optimismo y constancia. Rociar cosquillas, besos, mimos y caricias. Servir en la copa alegría y adornar con rodajas de consentimiento. Se acompaña con muchas galletas de memory foam, principal ingrediente del perdón. (O)

mtnoboa@hotmail.com

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