Vivir con un preadolescente

11 de Marzo de 2018

Mantenerse emocionalmente cercano con su hijo de entre 9 y 12 años puede ser un reto. Pero es más importante que nunca.

Su hijo preadolescente puede hacerlo sentir que sus intentos de guiarlo y acercarse no son bienvenidos o son innecesarios. Hasta puede decir que se siente avergonzado de usted de vez en cuando. Este es el momento en el que los niños comienzan a confiar más en sus compañeros y solicitan tener espacio y privacidad, por ello, puede esperar que su puerta permanezca cerrada más a menudo.

Tan difícil como puede ser asimilar estos cambios, intente no tomarlos de forma personal. Estos son signos de la creciente independencia de su hijo. Usted va a tener que ceder un poco los lazos emocionales y permitirle mayor espacio personal para su crecimiento.

Pero esto no significa que deberá perder su conexión emocional completamente. Usted todavía tiene una poderosa influencia. Su preadolescente puede reaccionar mucho mejor al ejemplo que usted dé en lugar de las instrucciones que imparta. Así que, más que nunca, predique con el ejemplo e intente sermonear un poco menos.

Impartir con su ejemplo las cualidades que usted quiere que su preadolescente aprenda y practique –comunicación respetuosa, gentileza, alimentación sana y cumplimiento de sus responsabilidades diarias sin quejas– incrementará las posibilidades de que su hijo cumpla con ellas.

Fíjese en los detalles

Los detalles pequeños y simples pueden reforzar la comunicación. Incluya en sus actividades suficiente tiempo para compartir momentos especiales, la rutina de la que ya forman parte juntos, y demuéstrele que le importa.

Siéntense en la mesa para comer con la familia: Puede que a usted se canse tan solo de pensar que tiene que preparar una comida para la familia después de un día muy ocupado. Pero compartir una comida con la familia significa disfrutar juntos de momentos valiosos.

Por ello, planéela y organícela tal y como haría otro tipo de actividad. Incluso si tiene que recoger alguna comida preparada, siéntense juntos en la mesa para comerla. Apague la televisión e intente no hacer caso al teléfono.

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Planee algo divertido e involucre a todos en la preparación y en la posterior recogida y limpieza de la mesa. Compartir esta actividad ayuda a fortalecer los lazos afectivos familiares y el hecho de que todos colaboren refuerza el sentido de responsabilidad y trabajo en equipo.

Dé las buenas noches: Puede que su niño ya no necesite que usted lo lleve a la cama, pero debe mantener un horario consistente para irse a dormir.

Cree un momento de tranquilidad juntos justamente antes de irse a dormir. Lean juntos. Conversen sobre los momentos importantes del día y sobre los planes para el día siguiente. Incluso si su preadolescente ya ha crecido demasiado como para que usted pueda arroparlo, todavía hay tiempo para un abrazo o un beso de buenas noches. Si su gesto no es bienvenido, intente una caricia suave en la espalda o en el hombro a medida.

Comparta los momentos cotidianos: encuentre las pequeñas cosas que les permiten estar juntos. Invite a su preadolescente a que le ayude a pasear al perro. Invítese usted mismo a acompañarlo cuando sale a correr. Son oportunidades para que su hijo le hable sobre lo que le pasa por la mente.

Cuando usted esté manejando probablemente su preadolescente se sentirá más inclinado a mencionar algo que le moleste, ya que no tendrán que establecer contacto visual, lo cual puede aliviar la incomodidad.

Cree momentos especiales: Comience la tradición de celebrar más allá de los cumpleaños y de las fiestas. Celebrar ocasiones especiales como las buenas calificaciones escolares o haber ganado un partido de fútbol ayuda a reforzar los lazos familiares.

Demuestre afecto: No subestime la importancia de decir y demostrar cuánto quiere a su preadolescente. Hacerlo asegurará que su hijo se sienta seguro y amado. Y usted estará empleando formas sanas de demostrar afecto. Con esto en mente, su hijo o hija pueden comenzar a sentirse un poco intimidados al ver muestras de cariño, especialmente en público. Puede que rechacen su beso o abrazo, pero no tiene nada que ver con usted. Simplemente reserve ese tipo de demostración de cariño para los momentos cuando los amigos de su hijo no estén presentes.

Y en público, encuentre otras formas de demostrar que su hijo le importa. Una sonrisa o una expresión de saludo pueden comunicar un mensaje cariñoso y al mismo tiempo respetar los límites físicos. Reconozca en alto las maravillosas cualidades de su hijo, así como las habilidades que desarrolla en cuanto ocurran. Usted puede decir algo como: “Qué bonito dibujo, tienes una gran facilidad para el arte” o “Me encantó verte jugando”.

Permanezca integrado: Sea parte de los intereses crecientes de su preadolescente. Integrarse significa permanecer más tiempo juntos y compartir experiencias. Usted no tiene que ser el líder de los Boy Scouts, voluntario en su salón de clases o entrenador de fútbol para demostrar interés en las actividades de su preadolescente.

Puede que su hijo quiera formar parte de actividades en las que usted no forme parte, lo cual no tiene nada de malo. Asista a juegos y a las prácticas cuando pueda; cuando no pueda, pregunte cómo han ido las cosas y escuche atentamente. Ayude a que su hijo hable sobre sus decepciones y demuestre comprensión cuando él o ella hable.

Su actitud de cara a algún revés enseñará a su preadolescente a aceptarlos, a sentirse bien respecto a ellos, y a construir la valentía para intentarlo de nuevo.

Permanezca interesado(a): Manténgase interesado y curioso acerca de las ideas de su preadolescente, sus sentimientos y experiencias.

Si usted escucha lo que él o ella están diciendo, tendrá un mejor entendimiento de la guía, perspectiva y soporte necesarios. Y responder de formas que no emitan juicios hará que su hijo se sienta más inclinado a compartir con usted sus sentimientos en tiempos difíciles.

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