Jóvenes Down y el aprendizaje

20 de Marzo de 2016

Cada persona con capacidades especiales tiene un perfil con habilidades de aprendizaje y conductas distintas. Descubrirlo amplía sus oportunidades.

Hay muchos mitos y conceptos errados sobre las personas con capacidades intelectuales especiales, apunta un reporte conjunto de la Asociación Internacional para el Estudio Científico de las Discapacidades Intelectuales, Inclusión Internacional y la Organización Mundial de la Salud (2000). Citan entre los más comunes: que tienen enfermedades mentales, que no sobrevivirán hasta la edad adulta, que solo pueden ser cuidados en instituciones y que no pueden aprender tareas cotidianas, estudiar o trabajar.

Las discapacidades intelectuales, o capacidades especiales, como se prefiere llamarlas, no son necesariamente una enfermedad ni producto de algo que los padres hicieron mal, continúa el documento. Sí es posible para estas personas llegar a una edad madura, asistir a centros educativos regulares, trabajar, ser independientes y contribuir a la familia y a la comunidad.

Optimizar la enseñanza

Las dificultades educativas que se presentan con las personas con síndrome de Down se derivan de una atención y educación inadecuadas, “por desconocimiento”, dice Malena Bonilla de Crespo, exdirectora de la Unidad Básica Educativa de Fasinarm.

“Hay características comunes a todas las personas con el síndrome, así como también una gran variabilidad de sus perfiles funcionales. Todos los maestros deben estar informados de los resultados de las últimas investigaciones neurobiosicológicas que permiten conocer la estructura, morfología y fisiología del cerebro de las personas, y cómo estas características demandan formas distintas de enseñanza”.

Bonilla recalca en el valor a largo plazo de invertir tiempo en educar la atención y las condiciones de la postura corporal que faciliten el aprendizaje. Recomienda apoyarse en las fortalezas de las personas con capacidades intelectuales especiales: la discriminación visual y táctil, más que en la auditiva, modificada según las características de cada caso.

“Actualmente, se reconoce que pueden coexistir, junto al síndrome de Down, entre el 18% al 38% de factores neuroconductuales, que se deben atender desde la medicina, en trabajo conjunto con la familia y el sistema educativo”.

Individualidad y fortalezas

Las declaraciones de Bonilla son eco de estudios recientes. Los individuos con síndrome de Down poseen, generalmente, perfiles únicos neurocognitivos y neuroconductuales, que emergen en diferentes fases de su desarrollo, explica un equipo del Centro de Valoración Psicológica del Hospital General de Massachusetts.

Aunque un grupo tenga las mismas capacidades intelectuales, sus perfiles son totalmente distintos. A temprana edad, esas diferencias son ligeras. En la etapa escolar se vuelven pronunciadas. “Así como las habilidades no verbales permanecen, las dificultades verbales persisten y nuevas aparecen. Muchos de estos aspectos se superan en la adolescencia, pero otros siguen siendo obstáculos en la adultez”, detallan los investigadores.

Otra de las conclusiones de esta investigación es que ciertas características asociadas con el síndrome de Down (afabilidad, sociabilidad) son atributos de la personalidad individual, no rasgos grupales. Cuando se producen cambios emocionales y de conducta en la edad adulta, suelen asociarse a un mayor riesgo de demencia del tipo alzhéimer.

El tono del análisis es principalmente positivo. “Los individuos con síndrome de Down poseen muchas fortalezas y debilidades particulares que deberían ser apreciadas a lo largo de sus vidas”, afirman los autores, quienes añaden que al estar al tanto de los perfiles individuales, los profesionales y cuidadores pueden promover la detección temprana de cualquier novedad y apoyar el desarrollo cognitivo y de la conducta.

El baúl inclusivo

Desarrollar la individualidad de las personas con capacidades especiales es una gran inversión de sus familias y educadores. El Baúl de Pinocho, en Guayaquil, es una sala de actividades lúdicas para niños especiales y regulares. Aplican terapias como Polyglot Word, una metodología de entrenamiento neuronal multilingüe que, en palabras de la fundadora del espacio, Maritza Martínez, estimula a los niños a aprender palabras en cinco idiomas de forma simultánea: español, francés, inglés, alemán y mandarín.

“Suena complicado”, dice Martínez, “pero no lo es. Un niño con necesidades especiales tiene algunos limitantes, pero eso no le va a impedir aprender, tal vez un poco más lento”. Su primera evidencia es su hija Arianna, de 12 años, quien tiene 6 meses interactuando con el programa y maneja alrededor de 80 palabras en inglés y unas pocas en francés y alemán. “Las retiene, las comprende, las habla y se divierte”.

La sala también proporciona a los niños y jóvenes terapias multisensoriales a base de juegos y ejercicios de equilibrio.

Martínez inauguró El Baúl hace ocho años, motivada por las necesidades de Arianna, quien terminó hace poco la primaria y ahora estudia en el Centro de Recursos y Servicios Educativos, en Guayaquil. “Requeríamos material didáctico y terapéutico, así que empecé a prepararme en el tema, a conocer profesionales en esta área, primero para mí y mis amigas. Luego ampliamos la sala y además de terapias, ofrecemos eventos de capacitación educativa enfocada a niños con necesidades especiales (síndrome de Down, autismo, Asperger)”.

A este grupo asisten niños regulares de 2 a 8 años, y en el caso de niños y jóvenes con capacidades especiales hay mayor amplitud de edad. Algunos han empezado a trabajar. Martínez explica que esa experiencia permite adquirir autonomía, reconocimiento y aprender sobre el manejo del tiempo.

Yaritza Gutiérrez, de 18 años, es asistente desde que tenía 8, y ahora está en el tercer grupo de edad. Ella desearía ser modelo. A su mamá le gustaría que cumpliera ese sueño, pero su mayor deseo es que Yaritza sea una persona independiente. “Nunca ha estado en una escuela de educación especial. Creo que eso la ha ayudado a ser tan desenvuelta en lo social y en el lenguaje”.

La primaria fue una buena experiencia para Yaritza. Pero pensar en la secundaria es distinto. La madre teme que no sea un ambiente seguro para una joven con capacidades especiales. Por eso espera que ingrese este año al Centro Creer, donde recibirá capacitación laboral. “No toda la vida podré estar con ella”.

Como parte de la agenda por el Día del Síndrome de Down, El Baúl de Pinocho y Lunitas Animaciones desarrollarán una serie de actividades inclusivas, para niños de todas las capacidades, el domingo 20 de marzo, de 10:00 a 18:00, en Mall del Sol, frente a Bebemundo. La entrada es libre. (D. V.) (I)

¿Cómo ayudar a un hijo con capacidades especiales? Coméntenos

LA IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN CONTINUA

El español Pablo Pineda Ferrer (42) es el primer licenciado europeo con síndrome de Down, conferencista, escritor y actor (Yo, también, 2009, premio Concha de Plata en el Festival de San Sebastián). Trabaja para la Fundación Adecco.

Estuvo esta semana en Guayaquil, invitado por la Dirección de Acción Social y Educación del Municipio para dar dos conferencias sobre inclusión laboral, educativa y social, y sobre su libro Niños con capacidades especiales: Manual para padres (2015).

Pineda descubrió que tenía síndrome de Down, y lo que este era, al llegar a la universidad. Su principal inquietud fue si podría seguir estudiando. La educación superior fue un reto, pero opina que él también fue un desafío para una institución tradicional.

No cree haberlo logrado todo con la licenciatura. Es un creyente de la formación continua. “La formación es fundamental. Es mi carta de presentación. Las personas con mal llamada discapacidad tenemos que probar que somos capaces. No significa que todos tengan que ir a la universidad. Pero sí capacitarse”.

Está seguro de que si sus padres lo hubieran educado como a un chico especial, diferente, no sería quien es ahora. “El síndrome de Down no es una enfermedad. Tenemos diferencias, como las hay entre todos. Cuando los padres me dicen: ‘Yo quiero que mi hijo sea como tú’, les contesto: No, yo quiero que sea como él. Yo escogí un camino. Él va a escoger el suyo”.

¿Por qué hay falta de formación en las personas con capacidades especiales? Por la excesiva sobreprotección, dice Pineda. Y por la necesidad de romper las barreras, educativas, empresariales, políticas, que dificultan, por ejemplo, el encontrar empleo. “La sociedad no está preparada por los prejuicios y los estereotipos. Porque no investigan realmente sobre lo que es la condición y el talento que tenemos y lo que sabemos hacer”. Su trabajo actual consiste en la sensibilización al mundo empresarial. “No somos menos hábiles para trabajar que los otros, somos productivos, rentables y podemos aportar mucho a la empresa. Eso es lo importante”.

 

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