¿Por qué los niños temen hablar?

05 de Agosto de 2018
Dayse Villegas

El miedo, la culpa y la falta de conocimiento son las armas que los abusadores sexuales usan para silenciar a las víctimas.

En los casos de abuso sexual a niños, niñas y adolescentes en que los sobrevivientes denuncian décadas después, es muy común la pregunta: ¿por qué no lo dijo entonces?

La realidad es que el abuso sexual no solo deja señales físicas, sino psicológicas y cognitivas, indica la psicóloga clínica Vanessa Elizalde, especialista en el tema. “Al niño le aconteció algo a lo que él no pudo darle un nombre ni explicar, y se convirtió en un hecho traumático”.

Hay secuelas: culpa, vergüenza, baja autoestima, sensación de ser distinto, inmerecedor. Desconfianza e inseguridad. Pero la más poderosa suele ser la primera, la culpa, a la que Elizalde llama “el candado que cierra toda posibilidad de hablar”.

La culpa paraliza al niño, porque este no sabe que para que haya culpa debe haber consentimiento. “¿Cómo puede consentir alguien a algo que no conoce, que no tiene los recursos para entender?”, enfatiza Elizalde, quien trabaja con la ONG Ecuador Dice No Más.

Solo hay consentimiento cuando se entiende cabalmente lo que está sucediendo y cuáles son las consecuencias para uno mismo y para los demás. Así se puede aceptar libremente las consecuencias, y se puede detener la situación cuando se desee. Todas estas condiciones deben cumplirse, “por tanto el niño nunca tiene la culpa del abuso sexual”.

El nivel de madurez del menor no le da capacidad para hablar de lo que le ha sucedido, explica la psicóloga, mientras que de adulto, al poder ponerlo en palabras, tiene posibilidades de un mejor proceso de recuperación. Tenga en cuenta que:

-El abusador avergüenza al niño, le dice que lo permitió, que los padres se enojarán.

-El abusador confunde o manipula sobre lo que está bien o mal, dice que es un juego.

-El abusador amenaza con dañar al niño o la familia.

-Algunos niños que inicialmente no divulgan el abuso tienen vergüenza de decirlo cuando sucede nuevamente.

-Los niños odian el abuso, pero a menudo aman al abusador y no quieren meter a nadie en problemas o terminar la relación.

-Los niños muy pequeños no pueden entender lo que pasa.

Responsabilidad institucional

Todo grupo o institución que asume la responsabilidad de tener niños, niñas y adolescentes a su cargo, sea en lo educativo, religioso, cultural o deportivo, acepta también la posibilidad de tener obligaciones legales en caso de que uno de los menores sea víctima de cualquier tipo de violencia, dentro o fuera de la institución, dice la abogada Cristina Huayamave, voluntaria de Ecuador Dice No Más.

Este contrato tácito convierte a las instituciones y sus integrantes en garantes de derechos. “El niño no es un objeto de caridad, sino un sujeto de derechos que están en las normativas internacionales, nacionales y locales”.

Si usted, por su cargo u oficio, conoce de un caso de abuso de cualquier tipo, debe saber que la norma técnica del Ministerio de Educación indica que todo profesional que trabaje con niños tiene 24 horas para denunciar. Si tiene conocimiento por razones ajenas al trabajo, el plazo es de 48 horas. Importante: ser líder de un grupo religioso, deportivo o cultural es considerado un oficio, y está en el grupo que tiene 24 horas para denunciar.

¿Cómo proceder?

Informe primero a los padres lo que su institución va a enseñar al niño, material preventivo y adecuado a su edad. Maneje los cinco pasos de protección:

Conozca el problema. El abuso sexual toma de 5 a 15 minutos, y 20-40% de los casos son cometidos por otros niños, niñas y adolescentes (datos de Unicef).

Minimice oportunidades. Elimine situaciones en que estén solos un niño y un adulto, adolescente o incluso otro niño, pues existe el abuso reactivo (niños que repiten el abuso sufrido). Elija siempre situaciones de grupo, con varios adultos supervisando. Entienda que los abusadores son a menudo muy amigables con los niños y sus familias. Controle el uso de internet, pues hay delitos como el grooming, en que adultos crean perfiles falsos para contactar a menores de edad y obtener fotos, videos o encuentros personales. Haga un proceso de selección completo al reclutar personal, con pruebas de personalidad especializadas, múltiples referencias, verificación de antecedentes.

Explique a los niños que es contra las reglas que los adultos actúen de forma sexual con ellos. Enseñe qué partes del cuerpo otros no deben tocar. Mencione que está bien decir no, incluso si es una persona a la que conocen. Enseñe a no dar información personal en internet. Comience temprano y hable a menudo. Si el niño se resiste o parece incómodo al estar con un adulto, pregúntele por qué. Para los padres: guarden la calma y generen confianza con sus hijos. El afecto físico sano es muy importante. Interésese por todo lo que le apasione al niño. “La mejor manera de entrar en conversación con el niño es interesarse por lo que él quiere saber”, dice Paola Andrade, directora de Ecuador Dice No Más. “A partir de ahí entren al tema de la prevención”. No grite ni se escandalice ante el niño, pues si este ve que lo que ha contado asusta a los adultos, la próxima vez dirá que no pasó nada, y quedará como mentiroso.

Reconozca las señales. El trauma es a menudo la raíz de los comportamientos ‘malos’ o ‘difíciles’. El síndrome de estrés postraumático se manifiesta como temor a quedarse solo, comportamientos regresivos (pierde el control de los esfínteres), conducta sexualizada, cambios de humor, rechazo y aislamiento, ansiedad y depresión, bajo rendimiento escolar, trastornos del sueño, pesadillas, pensamientos o intentos de suicidio, miedos repentinos o fobias, uso de drogas o alcohol.

Reaccione con responsabilidad. Entienda cómo responder a las revelaciones, a los descubrimientos y a las sospechas de abuso sexual. Sea acogedor, tenga calma, respete los procesos. La prioridad es siempre el bienestar de la persona. Pero si el niño está en estado de indefensión y peligro, hay que denunciar.

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