Senectud psicológica

15 de Diciembre de 2013
Sheyla Mosquera de Calderón

Existen jóvenes o adultos maduros que envejecen psicológicamente mucho antes de que su organismo empiece a involucionar.

Una conversación que se desarrollaba en una cafetería de Guayaquil entre un chico y una chica, decía: “¡Tienes apenas 25 años, pero actúas como viejo!”. Al escuchar esta frase él la miró fijamente a los ojos y le respondió: “¡Amiga, no confundas, viejo son los caminos. Lo mío es tan solo un poquito de madurez con un tinte de la etapa de la senectud!”.

Ella le dijo: “¡No entiendo!”. Pero él se lo explicó. “Mi cuerpo es joven, pero mi forma de pensar y de ver la vida es diferente a otros chicos. Aprendí de mi padre a reflexionar antes de actuar y de mi octogenario abuelo paterno un poquito de su sabiduría con cordura”.

La conversación resultó en un concepto interesante, apropiado de investigar. Entonces, la tarea empezó con la psicóloga clínica Liliam Cubillos. Ella explicó que socialmente existe una tendencia de manejar el estado de senectud con un tinte peyorativo.

“Esta es una etapa en la que el hombre evolutivamente presenta ciertas características de orden físico. En la senectud hay involución normal de ciertas capacidades, destrezas o habilidades, pero paralelamente a eso hay una equiparación con toda la sabiduría, nivel de experiencia y de vivencia que en la etapa de la juventud adquirió”.

La gente, agrega, es poco reflexiva con el uso del término vejez y de la manera cómo miran u observan la senectud. No se dan cuenta de que tan solo es un estado de desarrollo maduro que tocará vivir tarde o temprano, unos antes que otros, o quizás no tendrán la suerte de llegar.

Para el psicólogo clínico Samuel Merlano, existen hogares donde impiden el humor, la flexibilidad y, por ende, la vida es demasiada seria, que no permite que las personas expresen niveles de alegría y entusiasmo.

“Efectivamente, las personas con este contexto miran las cosas con mucho criticismo, con frialdad o apatía, ya que han sido intoxicados con las actitudes de los que le rodearon. Diagnosticamente estas familias extirpan al niño interno de la persona, su parte lúdica, la creatividad y la espontaneidad, creando seres semiautómatas, pocos sociales y sin sabor a la vida”. 

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Envejecimiento psicológico

Cubillos tiene la certeza de que la actitud con la que se enfoca la senectud o tercera edad va a depender mucho del ánimo psicológico, convencimiento emocional, energía emocional y la sabiduría con que se asume ese estado evolutivo normal. Pero, también hay muchas personas jóvenes que no han llegado exactamente a esas etapas y envejecen psicológicamente mucho antes de lo que fisiológicamente el organismo estaría pidiendo involucionar.

“Muchas veces personas, de 30 o 40, se envejecen porque la actitud que toman en la vida es de derrotismo, de ser perdedores, no tienen motivación, no son proactivas, optimistas, ni tienen seguridad en sus metas o logros”.

Además, agrega, no están abiertas a las festividades o a las integraciones sociales. No les atraen y ni son el mejor espacio de encuentro familiar. Muy posiblemente se encargan de expresar sus reclamos o su preferencia de pasar a solas. Más bien viven con cierta rabia y mucha melancolía, dependiendo de su nivel de involución.

Cubillos explica que estas personas actúan de esa manera porque en su niñez, sus padres no les enseñaron a ser sociables y no los estimularon para ver la vida con optimismo. Por eso se convierten en seres ermitaños o ariscos, que inventan o declaran estar enfermos para justificar su no interacción con la sociedad.

Dicen, por ejemplo, “¡no puedo subir las escaleras porque las rodillas me molestan, la columna la tengo torcida!” o “¡no puedo porque me ahogo o me da asfixia!” o “¡creo que me va a dar un infarto!”. Es decir, siempre se quejan de algo con una actitud derrotista o pesimista. Por eso en épocas navideñas se incrementan los suicidios.

¿Pero qué tiene que ver la Navidad con la carencia, la soledad o la baja autoestima? o ¿qué tiene que ver la Navidad con sentirse fea, engañada, poco atractivo o atractiva? Simplemente, dice Cubillos, es una etapa en la que estos sentimientos negativos afloran en aquellas personas que los poseen por su propia experiencia o su historia de vida.

“Navidad puede ser un resorte de muchas decisiones inadecuadas. Incluso hay gente que dice que detesta la Navidad, y gente relativamente joven que no les gustan los villancicos ni los árboles, además detestan la hipocresía. Para ellos, Navidad es una tortura por ser invento del consumismo”.

Vivir con optimismo

Para Cubillos, las personas deben aprender a tener una actitud más positiva y el posesionamiento interno de cómo quiere ver la vida y qué puede recoger de esta para sentirse envejecido. Hay personas de 80 o 90 años que pese a todas las dificultades físicas, tienen mejor ánimo.

“Cada persona decide cómo va a vivir su vida y cómo va a enfrentar la vejez. Para eso, desde jóvenes deben ir preparándose para llegar a esta etapa. Hay que pensar en cómo lograr un entorno socioeconómico más seguro sin esperar o depender que otros le den e ir buscando el bienestar, la paz y tranquilidad”.

Por último, dice Merlano, sí es posible que las personas jóvenes con actitudes de envejecimiento vivan la vida con optimismo. Para ello deben revisar los malos hábitos aprendidos en la infancia y adolescencia, para reaprender cómo se debe vivir a plenitud, quitando de nosotros las malas actitudes y no rumiar la vida. Es importante tener la disposición al cambio, al mejoramiento continuo para así lograr éxitos y emociones positivas.

 

Para ser optimista

La psicóloga Liliam Cubillos sugiere tomar en cuenta las siguientes recomendaciones para tener actitudes más optimistas:

• Si se sienten desmotivados por la vida, buscar ayuda profesional.

• Realizar una actividad física que les guste sin importar la edad que se tenga.

• Tener una relación espiritual con la Iglesia.

• Seguir una buena nutrición. Tiene que ver mucho cómo se vive la vida.

• Séneca decía: “Mientras esperamos vivir, la vida pasa”. Por eso hay que aprovechar el momento, el día, los minutos de conversación con el amigo, ver u oír un programa científico. Es aprender a disfrutar las cosas mínimas de la vida que da el presente, sin quejarse por lo que no se tiene.

• Poner en práctica la receta del equilibrio de la vida que consiste en hacer a diario: 25% actividad laboral, 25% relación espiritual, 25% actividad familiar y 25% relación sentimental. Jamás dedicarse solo a un 25%, sino a los cuatro.

 

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