Trasplante de meniscos

14 de Junio de 2015

Un menisco saludable es fundamental para una rodilla completamente funcional y para un estilo de vida activo.

Son un par de anillos cartilaginosos en el centro de cada rodilla, uno en la parte interna y otro en la externa. Tienen forma de luna creciente y separan los huesos del muslo y la pantorrilla, permitiendo caminar, correr, girar y agacharse.

Son los meniscos, que absorben parcialmente el peso del cuerpo y lo distribuyen al estar de pie. Mantienen la estabilidad articular y lubrican y proveen de nutrientes al cartílago articular. Y son vulnerables a desgarres, especialmente en el caso de los atletas, de las personas mayores y de quienes cargan mucho peso.

Con una rotura total o parcial, las propiedades mencionadas se pierden. Los desgarres cerca del borde exterior pueden ser suturados, pero el borde interior, que no es vascularizado y por tanto no recibe sangre, rara vez se cicatriza. Los médicos extirpan parte del menisco o todo, dependiendo del daño (meniscectomía parcial o total).

Este procedimiento alivia el dolor, pero la pérdida de esos mediadores entre los huesos de la pierna puede conducir a artritis con el paso del tiempo.

¿Cuánto tiempo?

La mayoría de los pacientes de meniscectomía no siente ninguna molestia en los primeros 4 a 6 años, según reporta un artículo de la Revista americana de medicina deportiva (2015). El traumatólogo y ortopedista Ramón Barredo concuerda y explica que mucho depende si se realiza una extirpación parcial o total. “Cuando es parcial, efectivamente, pueden pasar años hasta que la rodilla presente nuevos síntomas. Cuando son resecciones totales, los síntomas aparecerán mucho antes”.

Candidatos al trasplante

El tratamiento sugerido para esta etapa es el trasplante de aloinjerto meniscal (TAM). El traumatólogo Juan Carlos Ordóñez Legarda explica que solo ciertos pacientes cumplen con el perfil. El éxito depende de seleccionar candidatos relativamente jóvenes (menores de 50 años) que hayan tenido meniscectomía total o subtotal (más de la mitad de un menisco, como resultado de cirugía previa), sin daño o desgaste en la rodilla, y que presenten dolor persistente localizado en el compartimiento donde estuvo el menisco.

La articulación debe estar estable o estabilizada y alineada, con superficies articulares intactas. Barredo dice que no se puede operar cuando hay un proceso artrósico o desgaste superior a una escala de 2/4 o rodillas que hayan tenido algún proceso infeccioso. Es preferible que no exista sobrepeso, aunque esto no es contraindicación.

 

No pase por alto

Algunas lesiones meniscales menores pasan sin ser notadas.

Las más severas causan síntomas como dolor, hinchazón y rigidez de la articulación, que puede empeorar cuando se aplica presión leve, cuando se levanta algún peso, al ponerse de pie y al caminar. La rodilla también puede ceder de repente. También suele haber dificultad para ponerse en cuclillas.

Proceso

Al candidato del procedimiento se le realiza una tomografía para medir la superficie de la tibia, que es donde se va a anclar el nuevo menisco. Con esto, detalla Barredo, se sabe de qué tamaño será el injerto que se deberá solicitar a un banco de huesos.

El banco almacena aloinjertos (de donantes cadáveres) que han sido analizados para evitar riesgos de enfermedades de contagio (VIH, hepatitis B y C) y también para descartar bacterias, y congelados a -42°C, para asegurar su integridad y mantener su estructura biológica. La mayoría proviene de otros países, refiere Barredo, debido a la escasez de donantes. El traumatólogo también recalca que un menisco de banco no tiene la posibilidad de ser rechazado por el organismo, “ya que son estructuras avasculares, por tanto compatibles con cualquier persona”.

A continuación se realizan exámenes rutinarios preoperatorios. La anestesia es, generalmente, epidural, a menos que exista alguna restricción para ello.

La cirugía se hace por vía artroscópica. Se introduce una lente en la rodilla a través de un pequeño corte. Mediante un sistema de cámaras e imágenes de alta resolución se guía el procedimiento.

Luego se realiza una incisión de 3 a 4 centímetros, se introduce el nuevo menisco y se lo sutura a la cápsula articular. El paciente permanece ingresado por 24 horas y luego es dado de alta.

Cuidado posterior

El tratamiento después del trasplante es riguroso y decisivo para la recuperación. Consiste en mantener la rodilla inmovilizada de tres a cuatro semanas, al igual que el uso de muletas por dos meses. Barredo explica que en este tiempo no se puede poner peso sobre la rodilla, ya que el menisco debe cicatrizar e incorporarse al nuevo medio. Posteriormente, se inicia un proceso de rehabilitación funcional y muscular. Luego de alrededor de seis meses es posible retomar deportes, correr, saltar o hacer ejercicios de impacto.

Ordóñez advierte que es fundamental respetar los pasos que el cirujano indique después de la operación. También comenta que en la rehabilitación se deben considerar terapias como I ONE (estimulación electromagnética), para prevención de inflamación posoperatoria, para alivio del dolor y para acelerar el tiempo de recuperación. Suele aplicarse una semana después del TAM, por un periodo de 45-60 días.

Resultados

Barredo comenta que los primeros reportes de esta técnica tienen alrededor de diez años, y los estudios estadísticos retrospectivos muestran el 80% de resultados satisfactorios a 10 años de evolución. Esto permite estimar que el trasplante puede prolongar de 10 a 15 años la vida útil de la rodilla, plazo con el que coincide Ordóñez.

Un trabajo investigativo de la Fundación Stone, publicado en la revista Cirugía de rodilla, traumatología deportiva y artroscopia (2014), siguió durante años a 49 pacientes de trasplante de menisco y concluyó que los deportistas que recibieron un aloinjerto pueden recuperarse lo suficiente para volver a sus actividades atléticas antes de requerir tratamiento alternativo, como el reemplazo total de rodilla. De ellos, 38 reportaron mejoría sostenida en dolor, niveles de actividad y funcionalidad de la rodilla hasta 15 años después de la cirugía. Otros 11 sintieron los beneficios hasta 5,2 años después. Y 36 de los pacientes volvieron a hacer deporte.

El TAM se realiza en Guayaquil en centros como el OmniHospital, la Clínica Kennedy, la Clínica Panamericana y el Hospital Alcívar. Este último cuenta con un banco de huesos y tejidos acreditado por el Indot (Instituto Nacional de Donación y Trasplante).

Futuras opciones

En el TAM pueden presentarse complicaciones, algunas relacionadas con el aloinjerto. La compañía norteamericana Active Implants ha desarrollado un menisco sintético, NUsurface, a partir de polímeros y una impresora 3D. Estudios iniciales muestran que el implante se amolda progresivamente al contorno de la rodilla.

Mientras espera la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos americana, NUsurface se ha colocado a más de 100 voluntarios en Europa e Israel. Solo una persona en EE. UU. lo ha recibido, un corredor y artista marcial cuya rodilla izquierda fue operada en el centro Wexner, de la U. de Ohio. Según contó a The Wall Street Journal, repetirá el proceso con la rodilla derecha. (I)

 

Factores de éxito

El TAM es poco común, debido a los estrictos criterios para ser candidato a la cirugía. Son los factores de éxito: la condición de la rodilla, la medida correcta del injerto, la técnica para colocar el tejido y el grado del paciente en la rehabilitación.
 

Una propuesta natural

Trata de preservar en la medida de lo posible la biología propia de la articulación, reconstruyendo con tejidos donados y estimulando al cuerpo a sanar utilizando células madre y factores de crecimiento, evitando metales y plásticos.
 

 

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