¿Imitamos lo que vemos en el cine?

01 de Abril de 2018

Un equipo de investigadores vigila cambios de conducta en torno a los estrenos de cine.

Hay mucho material de investigación en torno al vínculo entre el contenido de los medios audiovisuales y los comportamientos de riesgo como el sexo sin protección, excederse en el consumo de alcohol, manejar a exceso de velocidad e incluso la violencia. Un gran metaanálisis de este tipo de estudios concluyó que la exposición al contenido que ensalza los riesgos se asocia con comportamientos riesgosos por parte de la gente que consume este tipo de contenido.

Sin embargo, los problemas de causalidad plagan la mayoría de los estudios de este tema: quizá la gente involucrada en comportamientos de riesgo prefiere consumir contenido que ensalza los riesgos. Estos estudios también tienden a evaluar actitudes en contextos controlados de laboratorio y no en la vida real.

Es más prometedor analizar experimentos naturales que muestren cómo se comporta la gente realmente después de ver contenido que ensalza la violencia.

Varios estudios de este tipo demuestran –quizá de manera contradictoria– que los lanzamientos de videojuegos violentos no influyen en el crimen o que incluso disminuyen el número de casos (gracias a un “efecto de incapacitación”, porque, para algunos, jugar videojuegos puede sustituir el cometer crímenes). En los Países Bajos, los crímenes violentos disminuyeron después del lanzamiento de Grand Theft Auto, videojuegos repletos de disturbios.

Otros análisis del comportamiento en la vida real fueron más problemáticos: un estudio reciente encontró que las búsquedas relacionadas con intentos suicidas aumentaron en gran medida con el lanzamiento de 13 Reasons Why, una serie de Netflix que aborda el suicidio de una adolescente.

Siguiendo el principio que sustenta estos estudios, analizamos el impacto de Rápidos y furiosos, la serie con más ingresos de Universal Studios con ocho películas hasta 2017. Las tramas se enfocan en las carreras de autos ilegales y los atracos, muestran conducción irresponsable y autos modificados. La mayoría de los estudios sobre contenido de medios y comportamiento consideran la toma de riesgos o la violencia de manera más general, pero las películas de Rápidos y furiosos enfatizan un tipo de comportamiento de riesgo en particular: el conducir a exceso de velocidad.

A lo largo de los años, varios departamentos de policía de Estados Unidos han aumentado el patrullaje de tránsito cerca de los cines durante el periodo de lanzamiento de las películas.

¿Qué demuestran los datos?

Utilizando datos detallados de faltas de tránsito del condado de Montgomery, Maryland, pudimos examinar todas las multas por exceso de velocidad en este lugar de 2012 a 2017. Este periodo nos permitió investigar el efecto de tres películas de la serie Rápidos y furiosos. Al revisar las 192.892 multas por exceso de velocidad registradas, analizamos la cifra promedio de kilómetros por hora, por encima del límite de velocidad, por la que se acusó a los conductores en un día determinado.

Encontramos un gran aumento en la velocidad promedio de aquellos conductores que recibieron infracciones por exceso de velocidad durante los fines semana posteriores a los lanzamientos de las películas de Rápidos y furiosos. Luego de comparar los tres fines de semana anteriores al lanzamiento de cada película con los tres fines de semana posteriores, hallamos que las velocidades que generaron infracciones aumentaron casi un 20 por ciento, a un promedio de casi 31 kilómetros por hora por encima del límite de velocidad, en comparación con casi 26 kilómetros por hora.

También encontramos que aumentaron las tasas de exceso de velocidad extremo. Por ejemplo, el porcentaje de conductores a los que se multó por conducir a más de 64 kilómetros por hora por encima del límite de velocidad casi se duplicó (aunque siguió siendo un pequeño porcentaje del total), al dos por ciento de todas las infracciones.

Además, después de revisar los datos de latitud y longitud informados en las infracciones, hallamos que los aumentos de exceso de velocidad extremo se concentraron en áreas cercanas a los cines (a menudo en un área de tres kilómetros), lo cual coincide con el comportamiento de exceso de velocidad que provoca ir al cine.

Ficción vs. realidad

Para asegurarnos de que estos hallazgos eran confiables, observamos las multas de exceso de velocidad durante el lanzamiento de cuatro películas de Los juegos del hambre, otra serie de películas popular de la misma época que no ensalzaba la conducción a altas velocidades. El exceso de velocidad no aumentó.

También realizamos una “prueba de falsificación”. Cuando vimos las fechas de los lanzamientos de Rápidos y furiosos y las comparamos con el año previo, cuando no se estrenó ninguna película, no hubo un cambio en el exceso de velocidad.

Nuestro análisis fue limitado. Nuestros hallazgos no nos dicen nada acerca del impacto de los medios y otras formas de comportamiento arriesgado. También tuvimos datos de solo un gran condado y no fueron suficientes para evaluar la relación entre grupos de edad específicos o entre los vehículos que cometen infracciones por exceso de velocidad más a menudo.

Sin embargo, nuestro análisis sugiere que ver a Dom Toretto (interpretado por Vin Diesel) con su grupito derrapando las llantas de sus autos en la pantalla grande puede inspirar a los espectadores a conducir de manera peligrosa, rápida y furiosa.

Es justificable tener precaución en las autopistas, al menos del condado de Montgomery, en abril del 2020, para cuando está programado el estreno en cines de Rápidos y furiosos 9.

Fuente: NYT

EN ECUADOR: EL IMPERIO DE LA DEMANDA

Hay una confusión en nuestro modelo sociocultural, empieza diciendo el psicólogo clínico Gino Escobar. “No podemos ser anglosajones, pero tampoco desarrollamos respeto por la propia cultura”. Por ejemplo, las primeras pandillas en Latinoamérica surgieron a partir de los grupos de motociclistas de las películas estadounidenses. A falta de motocicletas, se les agregó actitudes delincuenciales.

La forma de consumir los imaginarios del cine y la televisión del espectador latino es reinventar la realidad de los esquemas y frustraciones que vivió en la familia, pues no tuvo un filtro adecuado que le traduzca y le explique lo que estaba viendo. “Si no hay traducción”, dice Escobar, “el espectador hace una interpretación a su realidad”.

Así, se quiere portar armas como en las películas, aunque en el país la población civil lo tiene prohibido, sin reparar en que en los países de origen de esas películas, como Estados Unidos, hay un marco constitucional que permite llevarlas.

Se ve 50 sombras de Grey, donde los protagonistas tienen un contrato legal para llevar una relación sadomasoquistas, y se lo usa para justificar conductas violentas y machistas ya existentes. “En la imitación no tomamos todo tal cual, sino que adaptamos para validar estilos o usos”, nota Escobar. “Lo que se ha hecho es justificar esquemas de creencias, que en vez de guiarnos a valores, nos llevan a antivalores”.

¿Quién vendría a ser ese filtro del que habla el psicólogo? Mamá y papá. Pero estos hace tiempo no se sientan a ver la TV con los chicos y a hablar con ellos de lo que están viendo. “Lo que suelen hacer es trabajar desde el modelo de la prohibición (¡No veas eso!). Pero esto no genera cambios”.

En las familias ecuatorianas no se consumen productos audiovisuales para ser mejores seres humanos, indica, sino para satisfacer carencias de referentes sociales, públicos y privados. Así, la familia ecuatoriana demanda folclore, burla y violencia.

Y el folclore que consumimos es, sobre todo, anglosajón. “Entre la leyenda de Atahualpa y El señor de los anillos, la gente va a ver lo segundo. No hay un héroe que se construya desde el modelo sociocultural latinoamericano. ¿Por qué nosotros preferimos eso a crear nuestro propio proceso de identidad?”. Porque demanda trabajo, creación.

Para que El señor de los anillos tomara su forma final, el autor ideó durante años un modelo de mitología británica. Construyó la gramática y vocabulario de al menos 15 lenguas y dialectos ficticios hasta el año de su muerte. “Si nosotros quisiéramos hacer lo mismo”, comenta Escobar, “tendríamos que hacer un ejercicio literario con la mitología ecuatoriana o latinoamericana”.

 

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