La niña con ADHD

Por Lenín E. Salmon
27 de Septiembre de 2015

La imagen que visualizamos cuando hablamos del Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad (ADHD) es la de un niño que no puede permanecer sentado o callado por más de unos minutos, frecuentemente reacciona con impulsividad e imprudencia, es torpe, y tiene bajo rendimiento académico.

Se nos hace difícil imaginar a una niña sufriendo de esta misma condición. Sin embargo, estadísticamente, ambos sexos tienen la misma probabilidad de estar afectados; no lo discernimos a simple vista porque por lo general las manifestaciones en las mujeres son diferentes.

Mientras en los varones prima la expresividad física (inquietud continua, conductas arriesgadas, empezar varias tareas pero no terminar ninguna, etc.), en una mujer veremos más la inatención y falta de concentración, “estar en el aire”, ser soñadora, en momentos que requieren estar alerta.

Mientras el niño interpreta su problema culpando al entorno (“en mi casa no me quieren”, “la profesora me odia”, “no me dan suficiente tiempo para las tareas”), la niña se culpa a sí misma (“mi problema es que soy tonta, o gorda, o fea”, “no me hago querer de los demás”, “no creo que llegaré a ser alguien que valga la pena”).

Estas reflexiones pueden llevarla a reacciones depresivas o de ansiedad o a la pérdida de la autoestima; incluso, en casos extremos, a pensamientos suicidas. También se ha establecido una relación con la anorexia nerviosa.

Este síndrome en las niñas es difícil de diagnosticar por sus manifestaciones sutiles, y es la razón por la cual los varones, cuyos estallidos conductuales no pueden ignorarse, reciben la debida atención profesional desde más temprano.

Esto es penosamente cierto cuando se trata de hermanos (comparada con la del varón, la conducta de la niña muy probablemente pasará desapercibida).

Los padres deben monitorear de cerca la actitud de su hija respecto de su manejo personal, social y escolar (hay niñas que son buenas estudiantes debido a un ADHD “enmascarado” por su alta inteligencia).

La clave del manejo del problema está en la detección temprana. Existen especialistas y terapias cognitivo-conductuales y farmacológicas que pueden ayudar a una niña a re-estructurar su funcionamiento, descubriendo y desarrollando los recursos necesarios para sobrellevar esta condición sin afectar significativamente la normalidad de su vida. (O)

salmonlenin@yahoo.com

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