Lecturas breves

Por Paulo Coelho
11 de Febrero de 2018

La soledad

Para aquellos que no se asustan por la soledad que revela todos los misterios, todo tendrá un sabor diferente.

En la soledad, descubrirán el amor que de otro modo podría llegar desapercibido. En la soledad, van a entender y respetar el amor que les dejó.

En la soledad se es capaz de decidir si vale la pena pedir que el amor perdido vuelva o si simplemente deberían dejarlo ir y se fue a lo largo de un camino nuevo.

En la soledad, aprenderán que decir “no” no siempre muestra una falta de generosidad y que decir “sí” no siempre es una virtud.

Y los que están solos en este momento, no tienen por qué asustarse por las palabras del diablo: “Estás perdiendo el tiempo”. O aún más potentes palabras del jefe del demonio: “Nadie se preocupa por ti”.

La energía divina nos escucha cuando hablamos con otras personas, sino también cuando estamos quietos y en silencio y en condiciones de aceptar la soledad como una bendición. Y en ese momento, su luz ilumina todo alrededor de nosotros y nos ayuda a ver que somos necesarios, y que nuestra presencia en la Tierra hace una gran diferencia a su labor.

El ciclo natural

En el ciclo de la naturaleza no hay tal cosa como la victoria o derrota: solo hay movimiento.

El invierno lucha para reinar, pero, al final, se ve obligado a aceptar la victoria de la primavera, lo que trae consigo flores y felicidad. Al verano le gustaría hacer sus cálidos días para siempre, ya que considera que el calor es bueno para la tierra, pero finalmente tiene que aceptar la llegada del otoño, lo que permitirá a la tierra descansar.

La gacela come la hierba y es devorada por el león. No es una cuestión de quién es el más fuerte, sino de cómo Dios nos muestra el ciclo de la muerte y la resurrección. En este ciclo no hay ganadores ni perdedores, solo hay etapas que deben cruzarse. Cuando el corazón humano entiende esto, es libre, es capaz de aceptar los momentos difíciles y no ser engañados por los momentos de gloria.

Ambos pasarán. Uno va a suceder al otro. Y el ciclo continuará hasta que nos liberamos de la carne y encontremos la energía divina. Por lo tanto, cuando el luchador está en el ring –ya sea por su propia elección o porque el destino insondable lo ha colocado allí– se puede llenar su espíritu de alegría ante la perspectiva de la lucha por delante. Si se aferra a su dignidad y su honor, a continuación, incluso si pierde la pelea, jamás será vencido, porque su alma se mantendrá intacta. Y no culpará a nadie por lo que le está sucediendo.

Desde que se enamoró por primera vez y fue rechazado, ha sabido que esto no le restó importancia a su capacidad de amar.

Lo que es verdad en el amor también es verdad en la guerra. (Ambos textos tomados de El manuscrito encontrado en Accra). (O) www.paulocoelhoblog.com

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