El ataque de pánico
La ansiedad es parte básica de nuestra vida moderna, que por ser tan compleja y estresante nos obliga a participar en varios escenarios simultáneamente, y muchas veces a tomar decisiones sobre la marcha. En determinadas ocasiones, y en determinados tipos de personalidad, el exceso de estrés produce una sobrecarga de ansiedad que la mente racionalmente no alcanza a manejar y puede generarse una crisis. El extremo de estas reacciones es la que se denomina ataque de pánico. En esta situación el individuo, repentinamente, siente una serie de síntomas físicamente intensos, como taquicardia, opresión en el pecho, sensación de ahogo, temblores, sudor, mareo, y un temor a perder el control y enloquecer. Piensa que está teniendo un ataque al corazón y va a morir. En esos momentos puede tomar decisiones impulsivas e ilógicas que podrían poner en peligro su vida. Por lo general termina en la sala de emergencias de un hospital.
La parte intensa del episodio usualmente dura entre 10 y 20 minutos, con excepciones debidas a cuán complicada sea la vida del individuo. Luego, los síntomas gradualmente desaparecen y puede volver a su vida normal. Pero en la mente queda el temor a que se repita la crisis (miedo a sentir miedo). Es este temor lo que hace que su vida cambie, se limite (evitando situaciones o lugares similares al escenario en donde se produjo la crisis, o en donde no podría obtener ayuda rápida en caso de presentarse otra vez), o necesitando siempre la presencia de alguien que lo haga sentir seguro, o recurriendo a fármacos para “no perder el control”.
Aunque no existen pruebas definitivas, se presume que esta reacción puede tener una base genética, sucede el doble de veces en mujeres que en hombres, y hay más probabilidad de que suceda luego de algún evento muy emocionalmente estresante (matrimonio, divorcio, alumbramiento, pérdida del trabajo o de un ser querido, etcétera). A pesar de su intensidad emocional, el ataque de pánico responde favorablemente a la psicoterapia, que le enseña al paciente a gradualmente entender y controlar sus reacciones dentro del marco de la realidad.
