Depresión en la edad madura

Por Lenín E. Salmon
03 de Noviembre de 2013

La edad madura es compleja, llena de cambios que casi nadie s e prepara para enfrentar. Muchos de ellos son impresionantes y dolorosos, como la pérdida de un amigo o familiar; otros nos llenan de temor, como la aparición de alguna enfermedad o la incertidumbre económica, justamente en una etapa en que somos menos fuertes y menos productivos.

La dependencia en otros se vuelve progresiva, muchas veces poniendo en conflicto las voluntades, o los intereses. Sin duda es una edad complicada, con muchos contratiempos acechando en el camino. Hay que admitir que algunas situaciones son irremediables, como la reducción en las actividades sociales, las limitaciones impuestas por alguna enfermedad, o la misma realización de que se está viviendo el último tramo del viaje. Todo esto terminaremos aceptándolo, y adecuaremos nuestra vida a esta realidad. Pero el énfasis de la edad madura debe estar en la parte positiva: tener más tiempo para realizar actividades que nos interesen (sin temer los resultados), transmitir conocimiento nacido de la experiencia de toda una vida, compartir sin limitaciones tiempo y emociones con los seres más cercanos; en suma, seguir sintiéndose vivo y activo.

Por esto es necesario mantener alejado al enemigo principal de la vejez, que es la depresión. Este mal no solamente degradará la vida del individuo sino que afectará a toda la familia, que deberá asistirlo. Muchas veces la misma persona, debido a sus propias limitaciones, no se da cuenta de que está entrando en una fase depresiva. La familia debe estar alerta a la aparición de síntomas como la pérdida del interés en actividades que antes disfrutaba, la tendencia a aislarse de los amigos o del grupo familiar, cambios en los hábitos de comer o dormir, sentimientos de desesperanza, tristeza injustificada, culpabilidad (por pensar que es una carga para los demás) o pérdida del propósito para vivir. La primera línea de defensa contra la depresión es la compañía frecuente de personas queridas, positivas; la inclusión activa en eventos familiares y sociales; la estimulación de la actividad física; la búsqueda de nuevos intereses. En algunos casos puede ser necesario el respaldo profesional. Pero el mayor beneficio se obtendrá al hacerle ver que sigue siendo parte importante y necesaria de la vida de los demás.

lsalmon@gye.satnet.net

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