¿Qué es la dignidad?

19 de Febrero de 2017

Estar convencidos del propio valor, sin temor a perderlo, está equilibrado con reconocer el de los demás, sin excepciones y sin intención de restárselos.

“Las cosas tienen precio. Los seres humanos tienen dignidad”, afirma el doctor Juan Carlos Siurana, director del Grupo de Investigación en Bioética de la Universidad de Valencia, en su ponencia Dignidad Humana y Vulnerabilidad.

No hay personas con más o menos dignidad, ni se pueden establecer grados de este valor en las personas, expone este profesor de Filosofía, basándose en la obra del filósofo alemán Immanuel Kant. Es independiente de las condiciones sociales, la utilidad y las interpretaciones subjetivas. Es incondicional, absoluta e incomparable.

Y es respeto

Para la psicóloga clínica Glenda Pinto Guevara, la dignidad viene a ser “el reconocimiento de que merecemos lo mejor”. ¿Qué es lo mejor? Respeto y libertad personal, dice, “aquello que nos hace valiosos y que viene dado por la condición intrínseca de ser personas con cualidades inherentes a nuestra naturaleza humana. Es consustancial al ser humano, un derecho inviolable e intangible”, defiende.

Nadie nos otorga nuestro valor personal, no depende del reconocimiento externo, continúa la psicóloga, y con ella coincide en esto el instructor de hatha yoga y meditación César Ortega Corona, miembro de la Red Cultural para la Fraternidad Humana. Sí, es difícil de definir, contribuye, pero “se basa en el reconocimiento de la propia persona de ser merecedora de respeto. Es totalmente individual, innata; ha de ser respetada por todos, pero no concedida por nadie”.

La palabra respeto también es importante en el trabajo de Kant. Cada individuo, dice el filósofo, es un fin en sí mismo y no puede ser usado, bajo ninguna circunstancia, como como meros medios para algo.

Pero, además, la dignidad lleva a la responsabilidad. “La dignidad nos pone por encima de la naturaleza, y al mismo tiempo nos hace responsables”, esclarece Ortega. “Los conceptos de libertad y responsabilidad aparecen indisolublemente unidos al de dignidad”.

Es a través del desarrollo de la consciencia, continúa Ortega, que podemos hacerla extensiva a otras personas y a otros seres vivos y asumirla como una causa permanente.

Aún más, Pinto habla del respeto mutuo. “La persona es digna, y por tanto también es respetuosa del derecho de los otros”.

Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca meramente como medio”.
Immanuel Kant,
Filósofo alemán

Lo que no es la dignidad

¿Es posible que haya personas cuyo comportamiento justifique no tener por ellas la misma consideración que por otras? Hay una confusión, dice Pinto, que reside en una ecuación equivocada: persona es igual a conducta. “El cuestionamiento que cabría hacer en este caso es ¿existen personas que realicen conductas solo buenas o solo malas o será que existen personas con conductas tanto buenas como malas y que, independientemente de eso, son valiosas per se?”.

La conducta refleja la manera de pensar de la persona, pero no le resta valor ni la determina. “La persona puede tomar conciencia y corregir la conducta, sin que por ello deba sacrificar su dignidad como ser humano”.

Estar conscientes del propio valor permite resistirnos a ser sacrificados, utilizados o explotados, expresa Pinto, y también evita hacerlo con los demás.

Es posible tener lo que Pinto llama un “exceso de dignidad, una conducta fomentada por la creencia de algo que llaman el orgullo propio, creando la sensación de tener derechos exclusivos (privilegios).

Ese sentimiento excesivo y mal entendido de merecer un respeto superior al de los demás, desequilibra el sentido de igualdad e intenta restar al valor sustancial de las personas.

Por eso, Ortega habla del balance emocional para ejercer correctamente la dignidad y no confundirla con la arrogancia, “como lo hacen generalmente las personas que tienen una personalidad narcisista, quienes necesitan considerarse siempre en un plano superior, bien porque no soporta algún rasgo de los otros, o porque se ha desvinculado de su antiguo trato (afectividad) con ellos”.

Amenazas

Si bien la dignidad humana no desaparece, hay obstáculos para ejercerla. ¿Qué cosas amenazan la dignidad (causan indignación)? El filósofo alemán Axel Honneth enlista lo que él llama experiencias de humillación: 1. Maltrato (lesión en el parámetro del amor), 2. Desposesión de derechos y exclusión (lesión en el parámetro del derecho), 3. Injuria (lesión en el parámetro de la valoración social).

¿Quién es una persona digna?

Durante algún tiempo se definió a la persona como aquella con conciencia, voluntad propia y autonomía; esta última cualidad era, para Kant, el fundamento de la dignidad humana.

Pero la filósofa Adela Cortina ha explicado a través de su trayectoria que no todos los humanos pueden ejercer la conciencia y la autonomía, y eso no los hace menos dignos, “sino personas a las que es preciso ayudar para que puedan vivir al máximo esas capacidades”. La dignidad, entonces, no se pierde, aunque el otro no quiera reconocerla.

Cortina ha insistido también en que una sociedad demuestra su dignidad precisamente cuando cuida a los más vulnerables: nonatos, niños, ancianos, personas con discapacidades; y también puede demostrar lo contrario. Se es digno cuando se reconoce que el otro es igual, aunque no esté consciente ni autónomo, y esto es resultado de haber aprendido desde la juventud a construir relaciones justas. (D.V.) (I)

Todo ser humano es persona. Hay que respetar a la persona como referente, con independencia de que posea o no la propiedad de la conciencia”.
Evandro Agazzi,
Filósofo italiano

  Deja tu comentario