Contra la pornografía

Por Ángela Marulanda
05 de Febrero de 2017

Mientras que la mayoría de los padres protegemos con mucho esmero el bienestar físico de los hijos, hoy gracias a la internet su bienestar moral y emocional está a merced de quien los quiera acechar mientras deambulan solos por el mundo virtual. Uno de los grandes peligros que allí encuentran es caer en manos de la industria pornográfica, cuyas repugnantes actividades crecen en forma aterradora gracias a las ventajas del comercio virtual.

En efecto, como los niños hoy crecen en la “aldea global” y pueden ver, tanto las realidades más maravillosas e interesantes como las más tenebrosas del mundo, ellos no están protegidos de los peligros ni siquiera cuando están en su propia casa. Se calcula que el mercado de pornografía infantil produce en un año más de 5 billones de dólares, tan solo en nuestro continente. Este voraz negocio se vale de todo para llegar a los incautos menores que rondan solos por el ciberespacio, de manera que cuando un niño entra a un chat tiene un 100% de probabilidades de ser abordado por un depravado sexual a la caza de nuevos “clientes”.

Lo grave es que la mayoría de los padres no están conscientes de lo perjudicial que puede ser la pornografía. El problema no es tan solo que los exponga a la obscenidad sino que, en el peor de los casos, puede llevarlos a la depravación. Prueba de ello es que un 87% de los condenados por delitos sexuales en los Estados Unidos reconocen haber sido inicialmente usuarios habituales de pornografía.

Uno de los peligros más grandes de la pornografía es que convierte el encuentro sexual de dos seres que se aman en una experiencia genital grotesca. Cuando los primeros acercamientos de un menor al tema sexual son a través de la pornografía se les establece que las personas son tan solo objetos que se utilizan para satisfacer sus apetitos carnales, impidiendo así que conciban la intimidad sexual como parte de un compromiso decisivo con quien han jurado amarse para siempre.

Es urgente que protejamos a nuestros hijos contra la industria pornográfica, porque esta denigra la forma más sublime de intimidad y encuentro de dos seres humanos con el amor en el que se entrelazan, no solo dos cuerpos, sino dos vidas y dos almas. (O)

angelamarulanda20@gmail.com

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