Una cata entrañable: Opción económica

Por Epicuro
01 de Junio de 2014

“Estamos hablando de vinos armoniosos, sobre todo de un rosado seductor, ganador de múltiples premios... Los vinos con burbujas suelen asociarse a momentos festivos o romances apasionados”.

En la pequeña cueva de Alí Baba que tiene Juan José Medina en Samborondón Julien Cothenet llegó de Francia para presentarnos su gama de vinos espumosos (se dice también espumantes). Se nos ha repetido mil veces que solo puede llamarse champagne el producto genuinamente elaborado en la región que lleva este nombre así como ocurre con el coñac exclusivamente producido en el sector de Cognac, pues en los demás casos lo llaman brandy. Sin embargo, la tradición permite obtener excelentes vinos espumosos.

En Francia los llamarán mousseux, en España cavas, no se debe confundirlos con vinos gasificados (adición de gas carbónico). Muchas veces con cierto esnobismo se habla de Don Perignon, de Cristal, de Krug, Pommery, Viuda Cliquot pero tenemos que ser realistas frente a la escandalosa subida de los precios. Es posible disfrutar de vinos burbujeantes sin llegar a gastar grandes fortunas. Quedarán muy bien en un matrimonio, en una gran reunión social si saben escoger el vino de burbujas adecuado. Por el precio de un Dom Perignon podrán beberse veinte botellas de Marquis de La Tour.

Julien Cothenet nos propuso varios productos de la gama de Ackerman. Para mí, estar frente a una copa en cualquier lugar es casi lo mismo que integrar el jurado para una cata internacional, lo que me sucedió varias veces. Puedo fácilmente hacer abstracción de la marca para concentrarme en los mensajes que me mandan mis cinco sentidos. Frente, esta vez a hermosas copas, pude apreciar en los diversos vinos un aspecto sano, resplandeciente. Un buen espumoso suele deslizarse en la boca con suavidad, acariciando el paladar, despertando las papilas gustativas (poseemos miles de aquellos receptores sensoriales que pueden disociar lo dulce, lo ácido, lo salado, lo amargo y hasta el famoso umami que redondea todas las sensaciones).

El Marquis de la Tour presenta vinos de burbujas finísimas que suben por el centro de la copa formando lo que llamamos chimenea, fenómeno que subsiste durante largos minutos, muestra de gran calidad pues jamás deben desaparecer rápidamente. La textura es idónea, el vino se expande bien en la boca.

La mayoría de la gente busca afanosamente la rima, o sea el recuerdo de tal o cual fruta, se desespera si no encuentra los sabores que anuncia la etiqueta en la botella. En realidad tenemos todos una memoria de olores y sabores diferente, los asociamos de una manera distinta. Alguien encuentra el sabor de frutas blancas donde otros hablan de melón o de sandía. Un europeo no tiene noción de lo que es una naranjilla, una guanábana, mientras en otros países se desconoce el cassis tan presente en muchos tintos.

La uvas utilizadas son las de Chenin blanco, Chardonnay, Carignano, Ugny, Cabernet franco, Garnacha, Pineau de Aunis también conocido como Chenin negro. Más que los sabores de frutas como melón, sandía, frambuesa, fresa, leve toque de especia picante que podrán encontrar en la gama de estos espumantes me interesó el equilibrio entre acidez, dulzor, cuerpo y textura. El final es largo, placentero.

Estamos hablando de vinos armoniosos, sobre todo de un rosado seductor, ganador de múltiples premios, servido en los más connotados hoteles del planeta. Los vinos con burbujas suelen asociarse a momentos festivos o romances apasionados. Una botella de Marquis de La Tour cuesta apenas $ 25. ¿Por qué privarnos de espumantes si quedan a nuestro alcance?

epicuro44@gmail.com

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