Gastronomía y el más allá: Tradiciones culinarias

Por Epicuro
06 de Noviembre de 2016

“En Ecuador celebramos el Día de los Difuntos en un feriado en el que se honra la vida de los seres queridos que ya marcharon”.

En realidad, trátese de pollos, cerdos, pavos, cuyes, corderos, borregos, lo que comemos son cadáveres de animales sacrificados muchas veces con crueldad. Nuestra mente simplemente borra las posibles imágenes, desaparecen la res en pie, el chancho alegre, el ganso de hígado hipertrofiado, para dejar paso a la hamburguesa, el perro caliente, el steak a la pimienta, el pato a la naranja, el fuagrás. Eso justifica plenamente que muchas personas se vuelvan vegetarianas o veganas por filosofía o rechazo al maltrato. Es mejor no armar polémicas a la hora de saborear un sándwich de chancho.

Los seres humanos viven con la idea fija de que la vida es efímera, la muerte inevitable, comer es parte del instinto de conservación, la naturaleza muestra que ciertos animales fueron creados para devorar a otros, el lobo se almuerza al cordero, el perro come carne, roe huesos. Hubo una época en que sacrificaban miles de reses para que los efluvios llegasen hasta las narices de unos dioses metidos en el Olimpo. Con Jehová algunas ofrendas consistían en frutos de la tierra, otras requerían el sacrificio de ciertos animales: toros, ovejas, cabras, palomas y tórtolas. De este modo, al salir del arca, Noé tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, ofreció holocaustos en el altar. Y el Señor percibió el aroma agradable. Los aztecas llegaron al sacrificio de seres humanos. Siempre aparece la muerte en cualquier mitología o religión.

Al imaginar otra vida más allá de la muerte física, los seres humanos ofrecieron banquetes a sus allegados fallecidos. Los etruscos y los egipcios pintaron en las tumbas frescos que representaban cenas opíparas, placeres terrenales. Si la vida de ultratumba continuaba, había que ayudar a los difuntos para que se regocijaran con recuerdos de la buena vida.

En México la tradición guardó su dramática intensidad. Toda la familia prepara el festejo, se siembra cempasúchil (flor de los muertos), pues con dichas flores se marca el camino de regreso para que las ánimas que vuelven no se pierdan. Los muertos se servirán los alimentos que con gran solemnidad y respeto les ofrecerán sus familiares, como si estuvieran vivos.

En Ecuador celebramos el Día de los Difuntos en un feriado en el que se honra la vida de los seres queridos que ya marcharon. Se organizan vigilias, visitas de los cementerios, se llevan flores comida tradicional (mote, guaguas de pan de distintas formas) y adornos, elaboradas con pasta de azúcar de colores, así como sus productos y rellenos que también varían de acuerdo a sus destinatarios. La colada morada puede incluir entre sus ingredientes el ishpingo (flor de la canela) hojas de arrayán, frutillas y moras.

Con cierta filosofía el pueblo arma proverbios alentadores: “El muerto, al hoyo; el vivo, al bollo”. Las grandes fiestas religiosas son motivos para el disfrute gastronómico, trátese del pavo navideño, el lechón asado, los huevos de chocolate anunciando la resurrección del Señor, la galleta de los reyes, el almuerzo con dulces para la primera comunión. Somos adictos a los recuerdos, nos fascinan las leyendas, nunca morirán las costumbres mitológicas, las divertidas supersticiones del día 31 de diciembre. Después de todo mientras se vive se come, siempre habrá tiempo para la abstinencia.

epicuro44@gmail.com

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