Escapadas en Manta: Sabores que atrapan

Por Epicuro
17 de Noviembre de 2013

“Finisterre se apega totalmente a la receta. Los calamares en su tinto llegaron sin concesiones ni aliños especiales, lo más naturales posible. Entonces, Finisterre cumple con su cometido: ofrecer una cocina española tradicional que los hará sentir como si estuvieran en Galicia”.

Si no fuera por las exigencias de mi trabajo me gustaría vivir en Manta o en Cuenca: dos ciudades diferentes con particular encanto. Comenté hace pocas semanas mi visita al restaurante Muya, cuyos helados artesanales tan insólitos me cautivaron. Hace un par de años conocí el Martinica de excelsa calidad, mas ignoro cómo anda en la actualidad.

Estuve recientemente en Finisterre en Manta, cuyo nombre evoca en primera instancia un departamento de mi Bretaña natal, mas la doble ‘r’ me indicó que me hablaban de Galicia; recordé haberme alojado en Dulgium, el hostal más increíblemente amable que se puede soñar junto a la playa de Langosteiro. Finisterre no es el fin de la tierra sino el principio de la misma y de sus encantos, buen motivo para beber una copa del Finis Terrae de Cousiño Macul, mezcla de carmenere y merlot (siento la presencia del carmenere en aquel toque de pimienta negra al final)

Desdichadamente no tenían el Luigi Bosca que escogí en la carta, me presentaron otro blanco del Marqués de Cáceres que necesitaba brindarse mucho más frío.

La señorita que nos atendió sirvió directamente una copa muy llena a la esposa del amigo que me acompañaba, cuando se debe siempre dar de probar una muy pequeña cantidad a quien hace el pedido para que se dé el visto bueno. Supe después que le maître aquella noche no estaba laborando, lo que me lleva a disculpar el percance. No olviden nunca traer a la mesa el vaso de agua.

Finisterre es el restaurante típico que encontramos en España, sin pretensiones de excelencia, pero muy apegado a las recetas originales. La presentación de los platos no es sofisticada sino más bien algo rústica, lo que no considero como un defecto sino más bien como un sello personal de comida casera. La cuenta para cuatro personas fue de $ 141,28, lo que se puede considerar como algo elevado, pues la botella de vino solo representaba $ 32.

Mi pescado en salsa de cangrejo estuvo bueno, mas luciría mejor si pudieran incluir trozos pequeños del crustáceo y no carne desmenuzada al estilo bisque. Mi amigo se sirvió una sabrosa cazoleta: mejillones y camarones con el pescado en su caldo, plato muy español por cierto, receta casera. La esposa de mi amigo optó por un risotto, no lo probé pero fue de su total agrado. El hijo prefirió un pollo cordon bleu muy generosamente servido. El pulpo a la gallega es un clásico con cebolleta, pimentón, aceite de oliva extravirgen, laurel, buena sal preferiblemente en grano, se lo sirve con papas en rodajas.

Finisterre se apega totalmente a la receta. Los calamares en su tinto llegaron sin concesiones ni aliños especiales, lo más naturales posible. Entonces Finisterre cumple con su cometido: ofrecer una cocina española tradicional que los hará sentir como si estuvieran en Galicia. Tiene buena fama en Manta, nutrida clientela, es fácil estacionar los vehículos, el lugar es seguro, solo deben pulir detalles, la presencia constante de la muy amable dueña: Betty Elizabeth es capital en el trato.

Es siempre necesario actualizar la educación del personal y noto de inmediato cuando un camarero tiene una formación hotelera. Son los mínimos detalles que hacen grandes a los restaurantes y se puede echar a perder la fama cuando hay descuido. Hay reglas estrictas en cuanto a la atención. Eso vale para todos los establecimientos.

epicuro44@gmail.com

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