En el viaje de la vida: Verdad y confianza

Por Paulo Coelho
11 de Mayo de 2014

“Por eso, durante nuestro viaje por la vida, mantenemos la mirada fija en las virtudes que llevamos atadas a nuestro pecho. Al mismo tiempo, escrutamos sin piedad, en la espalda del compañero de delante, todos los defectos que tiene”.

Sin mirar atrás

Gilberto de Nucci emplea una excelente imagen para hablar de nuestro comportamiento. Según él, los hombres caminan por la faz de la Tierra en fila india, cargando cada uno de ellos una bolsa delante y otra detrás.

En la bolsa de delante, ponemos nuestras virtudes. En la de atrás, guardamos todos nuestros defectos.

Por eso, durante nuestro viaje por la vida, mantenemos la mirada fija en las virtudes que llevamos atadas a nuestro pecho. Al mismo tiempo, escrutamos sin piedad, en la espalda del compañero de delante, todos los defectos que tiene.

Y nos creemos mejores que él, sin darnos cuenta de que la persona que llevamos detrás está pensando exactamente lo mismo de nosotros.

La conciencia de la vida

El gran escritor griego Nikos Kazantzakis (Zorba el griego) cuenta que, siendo niño, se fijó en un capullo sujeto a un árbol en el que una mariposa se preparaba para salir. Esperó algún tiempo, pero, como tardaba mucho, decidió acelerar el proceso. Se puso a calentar el capullo con su aliento; la mariposa terminó saliendo, pero sus alas aún estaban presas, de manera que acabó muriendo poco después.

“Hacía falta una paciente maduración realizada por el sol, y yo no supe esperar”, dice Kazantzakis. “Aquel pequeño cadáver es, hasta hoy, uno de los mayores pesos que llevo en la conciencia. Pero fue él quien me hizo entender lo que es un verdadero pecado mortal: forzar las grandes leyes del universo. Hace falta paciencia, esperar el momento adecuado, y seguir con confianza el ritmo que Dios eligió para nuestra vida”.

No tengo nada nuevo que enseñar

Mahatma Gandhi luchó su vida entera, pero consiguió liberar la India del dominio inglés. Cuando le dijeron que era uno de los principales nombres de la Historia Universal, respondió:

«No tengo nada nuevo que enseñarle al mundo. La verdad y la no violencia son tan antiguas como las montañas. Todo lo que he hecho es intentar practicarlas en la mayor escala que me ha sido posible. Actuando de esta manera, me equivoqué algunas veces y aprendí con mis errores.

»Los que creen en las sencillas verdades que he expuesto, solo pueden propagarlas si viven de acuerdo con ellas. Estoy absolutamente convencido de que cualquier hombre o mujer puede hacer lo que yo he hecho, si se esfuerza de la misma forma y cultiva la misma esperanza y la misma fe».

Del eterno recuerdo

Josiah Royce (1855-1916), en un momento en el que muere alguien muy querido, escribe estas palabras:

«Nosotros morimos mientras tú permaneces.

»La eternidad es tuya.

»Y, en la eternidad, seremos recordados, no como puntos insignificantes de este mundo real, sino como hojas saludables que, en un momento dado, brotaron en las ramas del Árbol de la Vida.

»Estas hojas caen del árbol, pero no caen en el olvido.

»Porque tú siempre te acordarás de ellas».

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