‘La Doctora del Niño Dios’

04 de Diciembre de 2011
Texto y fotos: JORGE MARTILLO M.

Conocida como la Doctora del Niño Dios, María Andrade tiene su taller artesanal Desde hace 70 años funciona la Clínica Artesanal de Imágenes y Muñecas, es un taAntes de Navidad, los talleres  de artes y oficios restauran niños Dios y otras imágenes de esta tradicional fiesta religiosa. María Andrade se especializa en ello.

Sus pacientes no son de carne y huesos. Están hechos de madera, porcelana, yeso o fibra de vidrio.  Su clínica no está en Belén, sino en un populoso barrio de Guayaquil. En una casa muy parecida al humilde pesebre donde nació Jesús.

La Doctora del Niño Dios es María Andrade de Aguirre, manabita de 69 años, heredera de la Clínica Artesanal de Imágenes y Muñecas, ubicada en Los Ríos 3301 y General Gómez.

La historia de esta clínica es añeja. Comienza hace unos 70 años cuando Miguel Aguirre y su esposa, Rosita Morales, llegaron de Quito y abrieron su taller de artes y oficios. Aguirre tallaba en madera imágenes para las iglesias de Guayaquil y pueblos cercanos. Tiempo después, el oficio y el taller lo heredó Miguel Ángel Aguirre Morales, primer esposo de María Andrade. Él falleció hace 23 años, desde entonces el taller está a cargo de María, quien aprendió el oficio y trabaja con sus hijos, nietos y otros familiares.

Desde octubre empezaron a llegar los niños Dios y demás personajes del nacimiento: María, José, reyes magos. Mientras un operario coloca los mesones de trabajo en el soportal, María Andrade recibe imágenes que arriban, como a emergencia, con nariz, dedos, piernas y brazos  rotos o descoloridos. Es cuando empieza el regateo por el costo de la restauración que será según los daños y tamaño de la imagen, pero que oscila entre 5 y 50 dólares.

El taller es pequeño, huele a diluyente y pintura. Entro y estoy rodeado por niños Dios recién retocados que flotan sujetos a un cordel. Las estanterías están repletas de divinos niños de todos los tamaños, vírgenes y santos que aguardan por sus dueños. Sobre los mesones reposan San José, la virgen María, reyes magos y animales de un rebaño estático. En rincones cubiertos por polvo y tela de araña: María Inmaculada, María de Fátima, Corazón de Jesús, Narcisa, Doctor Gregorio, ángeles, cruces y una antigua muñeca de porcelana que una niña debió querer y ahora está olvidada.

María Andrade se sienta a trabajar y cuenta la historia del taller y sus devotos clientes. Refiere que su finado esposo, además de imágenes santas, también restauraba muñecas de cartón y porcelana.

Ella y sus operarios reparan desde imágenes de madera hasta de fibra. Sobre mesones hay envases con pintura, brochas, pinceles, tiza, cola y resina para pegar. También masilla para corregir daños como en un quirófano. Mientras doña María le da unos sutiles pincelazos a un Niño Dios de gran formato, dice que le ha tomado tanta dedicación a la restauración que hasta se olvida de almorzar y ni escucha las bocinas de los carros que ruedan a pocos metros por Los Ríos. Es en octubre cuando empiezan a llegar las imágenes religiosas. “Y una está arregla que arregla para que no nos alcance la Navidad”.

El resto del año restauran y pintan imágenes de las iglesias de colegios católicos, instituciones y pueblos cercanos. Y niños Dios y santos de familias que residen en Estados Unidos, España, Italia y otros países que los traen para que se los restauren y se los vuelven a llevar. Comenta que en asunto de vírgenes y santos, cada cual tiene su predilecto. Unos son devotos de Santa Ana porque da casa. De San Martín de Porres porque nunca le faltará un plato de comida. Los más necesitados adoran a San Judas Tadeo. Los presos y navegantes son siervos de la Virgen de las Mercedes y así..., aunque en los últimos años el Divino Niño tiene numerosos devotos.

Historias con milagros

Cuando exclama: “Las clientas me cuentan muchas cosas malas por haber dejado olvidados aquí a sus niños Dios”, le pido que cuente. Ella, ni corta ni perezosa, dice que a una pareja el Niño Dios les dio riqueza, trabajo, casa, carro y cuando lo dejaron abandonado les quitó todo: “El señor vino cuando ya estaba en la última racha, me contaba que de noche el Niño lo despertaba como diciéndole: Ándame a buscar, te di todo y me dejaste abandonado. Él llegó con sus trabajadores para que me ayudaran y su Niño Dios apareció bueno y sano, pero en las manos de él. Eso fue hace cuatro años”.

El Niño Dios de María Andrade es de madera, un cliente lo dejó abandonado hace tiempo. “Quedó huérfano y yo le dije: Niño, yo te voy a querer mucho”. Todos los años lo acicalaba y le arreglaba el nacimiento. Hasta que un diciembre por trabajar no lo hizo, pero todo el dinero que ganó lo gastó en su hijo que cayó preso en Navidad. “El Niño me puso una prueba –recuerda– como diciéndome: por olvidarme, la plata que ganaste te la voy a hacer ir”.

 

María Andrade, pintando la piel de madera de una imagen, confiesa: “Cuando mis clientes me dicen la Doctora del Niño Dios o la Doctora que nunca falla, me siento orgullosa por darles nueva vida a santos, vírgenes y muñecas”.

La Clínica del Niño Dios funciona en un barrio de Guayaquil, huele a pintura, diluyente y a milagros forjados por el trabajo.

  Deja tu comentario