Dr. Juan Tanca: El gran luchador de Solca

15 de Enero de 2017
  • Doctor Juan Tanca Campozano.
  • Bella Maldonado, jefa de la Unidad de Trasplante de Médula Ósea; Juan Tanca Campozano, presidente de Solca, y José Miguel Calero Carreño, paciente de trasplante de médula ósea.
  • Representación de san Jorge y el dragón, artista desconocido.
Gisela Raymond, sobreviviente de cáncer, especial para La Revista

No le gusta recordarlo, pero hace diez años el doctor Juan Tanca Campozano sobrevivió a un cáncer. “Quiténmelo rápido”, fue su decisión cuando conoció el diagnóstico. En Miami se operó con ayuda de robots. Pero si bien la noticia no le afectó en un primer momento, los ingratos recuerdos vinieron en el posoperatorio.

“Después de la cirugía, la enfermera preguntó si me molestaba algo y contesté que la sonda; ella la cortó a las tres horas de la operación, cuando debió haberla quitado a los ocho días”. Esta mala práctica le significó estar en terapia intensiva. Tres semanas después estaba superado el error y pudo volver a casa.

Buscando a los pacientes

En el dispensario de Solca abierto recientemente en el noroeste de la Perimetral han identificado cinco casos positivos de cáncer. “Con los 5 casos detectados en etapa temprana, todos los esfuerzos están justificados”. El doctor Tanca explica que en septiembre pasado comenzaron a atender en este dispensario en La Prosperina, sector periférico de Guayaquil, donde ya han realizado exámenes de prevención a 5 mil mujeres. “Algunos hombres no dejan que sus esposas vengan al hospital para hacerse exámenes, por eso decidimos ir hasta el lugar donde tenemos llegada a 530 mil personas”.

El nuevo dispensario se llama Tío Paco, en homenaje a un sacerdote muy querido en el lugar; los especialistas de Solca, Sociedad de Lucha Contra el Cáncer, realizan la prueba de Papanicolaou, ecografías, exámenes de próstata y un examen básico de sangre. “La prevención es lo más importante en el momento de dar batalla al cáncer”, afirma el científico quien ha dedicado su vida a enfrentar a la enfermedad y hoy preside la institución. Solca tiene un segundo dispensario en el sector, en las instalaciones del Hogar de Cristo ubicado en el Monte Sinaí. “No cobramos por realizar este control preventivo”.

El radar en busca de casos de cáncer en etapa curable se extiende a través de unidades móviles en Babahoyo, Milagro, Santa Elena… Moverse hasta donde están los pacientes es parte de la estrategia. “Encontrar un cáncer a tiempo significa prácticamente la diferencia entre la vida y la muerte”, enfatiza.

Pero si encuentran un tumor maligno que ya ha echado raíz y se ha instalado, están listos para mirarlo de frente. “En los últimos 10 años hemos realizado 160 transplantes de órganos hematopoyéticos”, dice el doctor en su lenguaje cotidiano y explica que hema es sangre y poyesis es fabricación, es decir que trabajan con los órganos encargados de la formación de células sanguíneas. Cuenta que José Calero fue el primer trasplantado de médula ósea por los especialistas de Solca Guayaquil, hito logrado el 10 de octubre de 2006. Hoy el exitoso paciente que logró una oportunidad de nueva vida es un médico.

“Tenemos cuatro aceleradores lineales de última generación, dos de ellos hacen técnicas muy sofisticadas para reducir el daño de los tejidos que rodean a una lesión maligna. En un tumor localizado de mama se envían estos rayos y no se dañan los tejidos que lo rodean. También se ha progresado bastante en Biología Molecular, el estudio de la genética para poder dirigir mejor los tratamientos”.

Mil vidas, una lucha

En diciembre pasado, Solca cumplió 65 años y a propósito del aniversario se editó el libro Mil vidas, una lucha, que recoge la historia de quienes han construido lo que son hoy los hospitales de la Solca en Ecuador. Esta historia la empieza el doctor Juan Tanca Marengo, quien fue aglutinando a “médicos, líderes de la sociedad, intelectuales, supervivientes para levantar desde cero hospitales, albergues, oficinas de trabajo social, unidades móviles y toda la infraestructura necesaria para atacar al cáncer hasta en los rincones más apartados del país”.

Tal como lo menciona el libro, “fueron las ideas revolucionarias del doctor Tanca Marengo las que incendiaron la mente de nuevas generaciones de médicos y humanistas, gracias a quienes la palabra cáncer ya no es sinónimo de muerte”. Una de esas mentes fue la de su hijo, quien comenzó a recorrer los pasillos de la institución desde los años 60. Movido por la pasión a la medicina que le transmitió su padre, preside hoy la matriz de Solca en Guayaquil.

En el escritorio del doctor Tanca hay un letrero que resume su esencia: “Por favor, sea breve”. Si uno llega a sentarse en la oficina de la Presidencia del Directorio, cargo que ocupa desde hace 5 años, tiene que asegurarse de entrar con la información precisa, y si es un problema hay que llevar también la posible solución.

Llega a las 09:00 vestido de blanco y su jornada se prolonga hasta las 13:00. Desde 2001 es parte del Directorio y fue elegido en 2009 como su presidente. Ha sido reelegido en dos ocasiones y aclara que no aceptará un nuevo período. Durante las horas de la mañana, en las que realiza este aporte a la comunidad como trabajo voluntario, busca lograr productivos resultados: planifica, firma papeles, personalmente resuelve casos de pacientes que requieren una ayuda especial, se reúne con los especialistas...

En las tardes es el turno de su consultorio privado. “Cada vez le dedico menos horas, ya no tomo nuevos pacientes”, explica el gastroenterólogo, quien a sus 80 años de edad intenta tomar las cosas con más calma, dice.

Soñar con un nuevo hospital

Estaba en Inglaterra estudiando Gastroenterología cuando su padre murió y decidió volver para radicarse definitivamente en Guayaquil. “En 1970 iniciamos el servicio de Gastroenterología en Solca, que actualmente cuenta con los últimos equipos”, explica. Y esa idea fija de ofrecer siempre los mejores tratamientos la transportó a los otros departamentos del hospital. En los últimos años Solca amplió sus instalaciones, invirtió en la modernización de las distintas áreas, se convirtió en un hospital que luce renovado.

He sido testigo de cómo Solca se ha transformado en los últimos cinco años, le comento al doctor. “No tanto como quisiéramos”, responde. El terremoto de abril de 2016 afectó al edificio y al momento no hay atención en los dos últimos pisos. “Tenemos tres quirófanos integrados que permanecen encajonados porque no tenemos infraestructura para instalarlos”. Comenta que están por concluir el estudio completo para su rehabilitación, modernización y reforzamiento porque la nueva reglamentación de construcción exige que el edificio sea capaz de soportar un sismo de 8 grados. “Así que vamos a empezar esto muy pronto”, dice positivo pensando en la posibilidad de encontrar el financiamiento para concretar esta necesidad.

Aunque tiene un rostro serio, el buen humor es un ingrediente de su personalidad. “Tengo que tener buen ánimo, para darle ánimo a otros”. Parte de su fórmula para tomarse la vida con menos seriedad son las lecturas que realiza adicionalmente a la medicina. “Leo a los escritores latinoamericanos y a autores como Gregorio Marañón, un científico español que tiene un interesante opúsculo: Visión de América a través del Ecuador”..

Es viernes, planea ir a Playas porque el mar es otro de sus aliados para reponerse del dolor al que lo expone su responsabilidad de darle la cara al cáncer. El lunes, muy temprano, regresará a su sitio de trabajo. (I)

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