Hospital Alfredo G. Paulson abrirá sus puertas: Salud por generaciones

14 de Agosto de 2016
Texto y fotos: Moisés Pinchevsky

Este viernes 19 de agosto se inaugura el hospital de la mujer Alfredo G. Paulson, el cual será otro importante aporte de la Junta de Beneficencia de Guayaquil a la salud de las familias de Guayaquil y Ecuador.

Ella se llamará Anneth Charlotte. Y llegará como un milagro dentro de un mes. Su familia la espera con la ilusión que despierta la llegada de una nueva vida, de un nuevo amor.

La guayaquileña Shirley Vidal, ama de casa de 28 años, luce contenta porque está cerquita de su tercer alumbramiento. Los dos primeros fueron varones. Ahora le nacerá la niña. “Es una gran emoción. Es bonito. Se sienten las pataditas”, indica, pero también siente dolor en las caderas, porque la pequeña Anneth Charlotte vendrá sentadita y con placenta previa, tal como vino su primer hijo, Jeshuá, por lo cual deberá nacer por cesárea.

Pero aquello no la preocupa, porque su familia mantiene una saludable tradición que le permite recibir a sus miembros en las mejores condiciones posibles. “Todos hemos nacido en la maternidad Enrique C. Sotomayor, desde mi abuelita, mi mamá y tíos, mis hermanas y yo, y ahora también mis hijos. Tienen los mejores equipos, los mejores doctores y nos resulta económico”, indica, sintiéndose fiel a esa casa de salud de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.

Al igual que muchas familias de guayaquileños, ellos suman cuatro generaciones que han llegado a este mundo bajo las condiciones que brinda esa entidad de ayuda social que, este viernes 19 de agosto, inaugura el hospital de la mujer Alfredo G. Paulson. Este reemplazará a la maternidad Enrique C. Sotomayor como principal casa de salud para los alumbramientos en la ciudad, por lo cual espera atender entre 60 y 70 partos diarios.

La maternidad Sotomayor cierra sus puertas para trasladar sus servicios al hospital Paulson, contiguo al hospital Roberto Gilbert Elizalde, para ambos conformar el complejo Alejandro Mann, el centro ginecopediátrico más grande del país, con unas 1.000 camas en total en la ciudadela La Atarazana.

Para la mujer y el niño

El Dr. Enrique Valenzuela, director técnico del complejo Alejandro Mann, resalta que el hospital de la mujer Alfredo G. Paulson atenderá las diversas patologías del género femenino, desde un parto hasta una operación de cirugía plástica o una neumonía, mientras que el Roberto Gilbert se enfocará en los pequeños.

“¿Dónde comienza la vida? Con la mujer. Sin ella no hay vida. ¿Quién la continúa? El hijo, quien es el futuro de la patria. Eso protegemos: a la precursora de la vida y al futuro de la patria”, dice Valenzuela.

Este enfoque es distinto al que ocurre en los hospitales generales, que suelen recibir una mayoría de pacientes varones. “Eso es normal. Él trabaja, él aporta, él da el dinero, y a la madre la tenemos siempre relegada a un segundo plano. Por eso queremos darles a la mujer y al niño el lugar que les corresponde”.

El nuevo hospital de la mujer Alfredo G. Paulson cuenta con servicios innovadores, como las UTPR (Unidades de Trabajo de Parto y Recuperación). “Ese es un concepto nuevo aquí en Guayaquil. ¿Qué implica? Cuando la paciente entra en labor de parto ingresa con su familia a un área diseñada como habitación, pero dentro del centro quirúrgico, y estará acompañada por el ginecólogo y el equipo de neonatólogos para recibir al bebé”, indica el Dr. Francisco Egüez, director técnico del hospital Paulson.

Esto permitirá que la mujer cumpla su labor de parto y posparto con gran calidez, junto a su familia, para luego regresar a su habitación normal.

El hospital Alfredo G. Paulson tendrá una fortalecida área de cuidados críticos intermedios, porque hoy existen varias patologías asociadas al embarazo, desde problemas por mala nutrición hasta diabetes. “En el hospital Sotomayor trabajábamos con 40 camas en esa área y en el Paulson arrancamos con 82”, dice Egüez.

El hospital Paulson mantendrá el concepto del parto humanizado, para escoger el tipo de alumbramiento que la madre desea, pero se recomienda el parto normal. “El hijo es el regalo a la vida para confirmar el amor. Y el hijo debe venir por el canal normal y con dolor; ¿qué amor no duele?”, comenta Valenzuela, pero hay casos en que se recomienda la cesárea, por ejemplo, cuando el bebé llega sin la posición adecuada. También indica que promoverán la lactancia materna y el apego de la madre al recién nacido. Esto último es la cercanía física. Y que la madre le hable. Eso crea un nexo más grande.

Lo ideal es que las madres reciban recomendaciones para atender mejor a sus bebés. “No somos solo recetadores, sino que debemos educar al paciente”, señala el Dr. Alfredo Robalino, director técnico del hospital Roberto Gilbert, quien destaca que ellos estarán listos para atender a los neonatos que lleguen con complicaciones. Por ello, ambos hospitales están conectados por un puente peatonal.

Con todo aquello buscan proteger cada nueva vida, cada nueva esperanza, cada nueva generación de ecuatorianos. Así fortalecen la sagrada idea de que cada bebé es un acto de amor. (I)

 

ALFREDO G. PAULSON ANDRADE (1923-2002)

Nacido en Guayaquil, su abuelo vino de Noruega y sus padres eran ecuatorianos. Su madre falleció al nacer su quinto hijo. Su padre –que era muy deportista– falleció a los 43 años jugando tenis. Los cinco hermanos Paulson Andrade quedaron huérfanos en su niñez y adolescencia, y eso motivó tanto a Alfredo como a Alberto (que después siguió la carrera actoral) a viajar a California en los años cuarenta, muy jóvenes. Ambos sirvieron en las Fuerzas Armadas, donde Alfredo se accidentó y regresó a Guayaquil para su recuperación. Luego, él estudió contabilidad y finanzas en la Universidad de California, para después trasladarse a Nueva York y formar un hogar con Jacqueline Boklan, quien aún reside allá. Sus hijos son Theodora, William, John y Julia. Fue vicepresidente financiero de Ruder & Finn, una gran empresa de relaciones públicas. Alfredo jamás se desligó de sus familiares. Sus amigos de Guayaquil lo recuerdan como el Negro Paulson. “Nunca dejaba de sonreír con nosotros”, decía Xavier Coronel Robles, quien ya falleció también. En sus cortas visitas al país (su gusto por el arroz con menestra y el cocolón se traspasó a sus hijos norteamericanos) siempre mostraba un espíritu alegre y cariñoso, especialmente hacia los más desposeídos.

Esto motivaba un dejo de tristeza por la pobreza que él sentía en su querida ciudad; muchas veces ayudaba de varias formas y silenciosamente a aquellos que ni siquiera tenían que buscarlo o pedirle nada. Alfredo Paulson fue un inmigrante ecuatoriano que jamás olvidó sus raíces y el amor a su ciudad natal.

 

  Deja tu comentario