Promotora de experiencias

26 de Agosto de 2018
Diana J. León

Consuelo Hidalgo tiene como meta constante captar nuevos públicos para entregarles vivencias que cautiven su alma. ¡Ese es el poder del arte en vivo!

Su experiencia en gestión cultural le permite ofrecernos una mirada personal sobre las manifestaciones artísticas: la cultura no es un bien que se vende por un precio. Su verdadero propósito radica en existir para que otros tengan la libre posibilidad de apreciarla.

“¿Cuánto poder existe en darle a la ciudadanía la oportunidad de decidir si le gusta o no cierta expresión artística?”, pregunta Consuelo Hidalgo Roca, actual directora cultural del Centro Ecuatoriano Norteamericano (CEN).

Aquella visión generosa por la difusión cultural ha marcado su trabajo desde que se graduó en Comunicación Social en la Escuela Mónica Herrrera (actual Universidad Casa Grande), en 1998.

De hecho, decidió implementar sin pago su primer proyecto profesional. “Era difícil que contrataran a alguien sin experiencia”, admite. Así que se presentó frente a Mariela García, entonces directora de la red de museos del Banco Central del Ecuador, con un proyecto para incrementar el público infantil en sus exposiciones. “Le dije que lo haría gratis y funcionó. Las visitas aumentaron y luego junto a Mónica Cuesta desarrollamos el programa Cultura para todos, un modelo que trascendió a los museos de Quito y de la península de Santa Elena”, recuerda. Después de los tres primeros meses, la contrataron.

Desde entonces, Consuelo vive y comunica diferentes expresiones culturales con un valor agregado: proponer experiencias y no solo espectáculos. “Las vivencias individuales del público son válidas en todos sus aspectos”.

El fin de las artes no es ofrecer un producto, dice, sino conectar a todos los seres humanos al hacer evidente nuestra sensibilidad y hacernos capaces de percibir nuestro entorno de manera diferente.

Tal esfuerzo resulta especialmente importante para cautivar a la audiencia del futuro: los niños y jóvenes que han crecido y continúan consumiendo música y videos desde las pantallas de sus dispositivos. “Desarrollar audiencias es hacer que la persona cultive su gusto por una manifestación artística en vivo, independientemente de lo que esté viendo. Sentir la magia de experimentar algo auténtico en vivo no se puede sustituir”.

Por eso, años más tarde, mientras trabajaba con la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, también decidió arriesgarse y sacar a un cuarteto del escenario para ofrecer recitales gratuitos en el parque Forestal. “Me decían que estaba loca, que nadie iba a ir. Pero todos los vecinos de esa zona apoyaron y asistieron y estaban agradecidos por haberles llevado estas presentaciones”, recuerda.

Tales vivencias la motivan a pensar que el guayaquileño es muy abierto a aceptar lo que surge en sus calles y esto facilita introducir nuevas iniciativas. “Al guayaquileño le gusta experimentar cosas diferentes”.

Trabajo colaborativo

Gracias a su trabajo también ha descubierto que la cultura no funciona como un objeto en una vitrina. “El alcance comunitario no es sentarse a esperar a que el público venga en mi espacio porque lo que hago es tan bonito y entonces todos van a venir”, enfatiza. Por ello, Consuelo moviliza los proyectos que ha liderado para trabajar en comunidades específicas y así darse a conocer e involucrarse, para luego emprender la segunda fase de este acercamiento: ellos asisten al espacio.

Tal visión se alineó desde hace dos años a su trabajo con el CEN. Junto a esta institución ha puesto en marcha iniciativas gratuitas para el público guayaquileño, como The Scene (microteatro en inglés con sede en Estudio Paulsen) y clases maestras gratuitas con invitados internacionales para músicos o artistas locales, gracias a una alianza con el actual director de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, Dante Anzollini.

Estos acuerdos rompen, además, con otros mitos de la gestión cultural, como que quien paga por la producción debe apropiarse del producto para presentarlo en su propio espacio. También disipa los temores y los celos de compartir las programación propia con otras instituciones culturales.

Su próximo proyecto con el CEN será la apertura de su nueva sede en el antiguo aeropuerto de Quito, prevista entre septiembre y octubre de este año. La nueva sede se inaugurará con un ciclo de exposiciones de arte ancestral ecuatoriano.

“Hay muchas barreras mentales a la hora de querer consumir la cultura y el arte”, reflexiona. “En algún momento se consideró a la cultura como un bien reservado para las élites”.

Aliados vitales

En 2012, Consuelo tuvo la oportunidad de culminar su primera beca completa para gestores culturales en el Kennedy Center for the Performing Arts (Washington, EE.UU.). Esta experiencia, afirma, cambió su vida y su labor.

“Me apena que en estas becas no haya ecuatorianos que postulen y, en general, nadie de Latinoamérica”, revela. “Pero una vez que ingresan, se abre el foco y oportunidades de colaboraciones artísticas, charlas y residencias”.

Considera que sus esfuerzos a favor de la cultura también se extienden a contribuir a la formación de más gestores locales que se sumen al trabajo de difundir la cultura a diversas comunidades. Por eso comparte algunos enlaces que permitan a otros conectarse con estas posibilidades: devosinstitute.umd.edu, www.ispa.org y tisch.nyu.edu.

“Las artes y las experiencias de carácter cultural suelen dejarnos una buena dosis de inspiración sembrada. Me parece una fantástica manera de comenzar a cambiar el mundo”. (D. J. L.)

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