Las advertencias de un reportero universal
Alfred de Montesquiou, autor y periodista francés ganador del Premio Albert Londres de Francia, de la revista Paris Match y del canal franco-alemán Arte, finalizó una fascinante travesía.
A fines de año su bitácora de viaje se convertirá en su próximo libro La Ruta de los Extremos y en documentales de televisión. Alfred de Montesquiou (París, 1978) dialogó con La Revista durante su permanencia en Ecuador.
Emocionado. Así describe su sensación al terminar la travesía de seis meses por Sudamérica recorriendo desde Tierra de Fuego hasta Ecuador. Un par de años atrás había atravesado Asia, desde Turquía hasta China, para describir La Ruta de la Seda y seguir los pasos de Marco Polo en una serie de documentales transmitidos por el canal Arte y narrados también en su libro.
Antes había sido periodista de guerra en Afganistán, Irak, Libia para Associated Press y ganador del Premio Albert Londres por su cobertura de la Primavera Árabe. ¿Por qué ahora recorre Sudamérica? “Porque quise dejar de contar el lado negativo de la humanidad, la violencia, la corrupción y narrar otra visión del mundo como periodista de viajes”, explica Alfred mientras admira las montañas de Papallacta.
La Ruta de los Extremos, así bautizó a los documentales y al libro que escribirá sobre su periplo por este lado del mundo. “Sudamérica es la región con más variaciones extremas: las montañas más altas, las selvas más densas, los climas más fríos y calientes que se puedan percibir y cambiar en cuestión de pocas horas”, afirma.
Su viaje empezó en Argentina, Tierra de Fuego y el glaciar Perito Moreno. Atravesó el desierto de Atacama en Chile y Perú. Llegó al lago Titicaca, escaló la cordillera de Ausangate de 6.500 metros en Perú; posteriormente viajó a Manaos y llegó hasta Maranhão, en Brasil. Por último, arribó a la Amazonía ecuatoriana a un encuentro con el grupo indígena zápara en la selva más bella de la provincia de Pastaza.
¿Qué es lo que más le impactó de su viaje? “La visión de los záparas. El pueblo indígena tiene una visión muy poderosa, muy estructurada del mundo, de lo que aprecian, lo que necesitan preservar y lo que consideran sagrado”.
Qué es lo que más le decepcionó? “La deforestación en Brasil. Es difícil comprender cómo en la Amazonía, el pulmón de oxígeno del mundo, se encuentren kilómetros de kilómetros sin un solo árbol en pie, un panorama tremendo que llega hasta el horizonte. Casi sentí un ataque de ansiedad al ver ese desierto, producto de plantaciones de soja, palma africana, maíz y minería, negocios con una visión cortoplacista de 10 a 15 años, pero que están destruyendo el mundo para nuestros hijos y nietos”, manifiesta.
¿Cómo imagina el mundo en 2037? Llegará un momento en que el hielo se derrita y cubra ciudades como Londres, París e incluso Guayaquil. Entonces nos preguntaremos, ¿cómo será ese posible futuro y cómo la gente se adaptará a ese cambio climático? Pienso que el futuro ya ha llegado. Tenemos en Europa un verano nunca antes visto, con temperaturas récord. Si subimos dos grados de temperatura, los cambios son irreversibles. El mundo que vivimos ahora es el que ya veremos en 2037. Esto es un llamado de atención a una situación riesgosa: desiertos, deforestación, altas temperaturas, ¿cómo va a reaccionar el mundo a eso?”.
Sin embargo, Alfred avizora un rayo de esperanza. Según su experiencia de periodista de viajes por el mundo, percibe que la gente de las comunidades campesinas, pueblos indígenas de Sudamérica tienen una fuerte conexión con la naturaleza, más que en Asia o Europa. “Los záparas están peleando para proteger su reserva contra las empresas petroleras. Saben lo valiosa que es la naturaleza y lo que deben conservar”, expresa.
El mundo que vivimos ahora es el que ya veremos en 2037. Esto es un llamado de atención a una situación riesgosa: desiertos, deforestación, altas temperaturas, ¿cómo va a reaccionar el mundo a eso?”.
Alfred de Montesquiou