Encuentros especiales con Juan Pablo II
Aquel 5 de enero de 1985, ellos estuvieron a centímetros de Juan Pablo II en Guayaquil. Ahora reviven sus emociones a un día de que otro papa, Francisco, pise la ciudad.
Carlos Prado Villamar
Con él sintió la piel ‘de gallina’
En 1985, el reconocido flautista guayaquileño Carlos Prado tenía 13 años y el coro del cual formaba parte (Conservatorio de Música Antonio Neumane) estaba en su mejor momento. Al enterarse de que iban a cantar para el líder de la Iglesia católica, estaba segurísimo de que se trataba de una experiencia espectacular.
Y así se dio para él. “Fue una oportunidad de tenerlo como público, lo cual era algo que muchos querían pero no todos lograron. El papa tenía una imagen muy grande y fuerte, así que cuando supimos que íbamos a estar cerca de él nos emocionamos muchísimo. Cecilia Saltos (siguiente recuadro), nuestra maestra, escogió el tema Adeste Fideles para interpretarle”.
La presentación tuvo lugar en el Palacio Arzobispal. “Empezamos a cantar cuando él llegó. Nunca he tenido palabras para describir este momento, había compañeros que hasta estaban llorando. Lo que él irradiaba era impresionante y más aún tenerlo cerca mientras cantábamos, sentí la piel de gallina”. A continuación, el futuro santo (canonizado en el 2014) los abrazó y los bendijo, agrega Carlos.
“Y lo más chévere de esto es que nos quedó un recuerdo, porque a cada uno nos dieron una serie de fotos de ese día (de un fotógrafo oficial), con el sello del Vaticano”. Es la imagen arriba en este recuadro que también aparece en su cuenta de Facebook. “Hay personas que expresan comentarios negativos hacia él, pero creo que en todo lugar hay personas malas que no tienen que estar donde están (refiriéndose a los cuestionamientos hacia la Iglesia católica). No creo que él haya sido el culpable, definitivamente él velaba por la Iglesia, la cual a lo largo de su historia ha tenido muchos errores, pero eso no significa que él los haya cometido, a él no le hago ningún cuestionamiento. Yo estoy seguro de lo que sentí con su presencia, eso nadie me lo puede quitar. Y eso no lo causa un hombre normal”, puntualiza.
Al momento, el músico se prepara para el lanzamiento de su conjunto La Banda Pepa de Carlos Prado, justamente por las fiestas julianas (ver detalles en Piqueo). “Siempre me llamó la atención amenizar fiestas y hacer bailar a la gente. En el 2010 comencé a trabajar en esto, pero me di cuenta de que tenía que separarle la parte instrumental de Carlos Prado a la cual el público está acostumbrado... yo quiero que ahora piensen que mi nombre es igual a fiestas. Así nace La Banda Pepa, con un término muy guayaco, para referirse a algo que es muy bacán y chévere”.
Cecilia Saltos Coello
Una visita con bendiciones
Cecilia dirigió el coro de niños del Conservatorio de Música Antonio Neumane desde 1982. Sus antiguos directores lo dejaron en sus manos para regresar a Chile, su país de origen. De ahí, el conjunto “progresó muchísimo, tenía un nivel técnico muy avanzado y era conocido a nivel nacional e internacional”, explica la exdirectora. Por ello, León Febres-Cordero, presidente de esa época, lo declaró Coro Piloto del Ecuador y en vista de la visita del sumo pontífice, Febres-Cordero resolvió que los pequeños le ofrecieran un repertorio de forma privada.
“Se nos ordenó formar una calle de honor para recibir al santo padre. Cuando llegó, empezaron a cantar. Él se quedó emocionado, les dio la bendición a los niños, les cogía la cabecita uno por uno. Fue una experiencia muy enriquecedora. Así se dio este lindo momento”, recuerda. “Sentimos que fuimos un coro privilegiado y bendecido. Fue un acto muy íntimo, pudimos sentir su energía, su dulzura tan cerca”.
Cecilia considera que a partir de ese momento, el coro consiguió muchos logros, sorteando dificultades al mismo tiempo. “Fue declarado como uno de los mejores coros infantiles de Latinoamérica en 1992 en Viña del Mar, cuando se realizó el primer festival del mundo de este tipo... Nos han dicho que este coro tenía un ángel. Yo le atribuyo esta bendición a Juan Pablo II”.
Ante la cita del papa Francisco, Cecilia cree que los ecuatorianos debemos prepararnos espiritualmente. “Hacer una reflexión interna sobre cuál es nuestra postura de cristiandad, y abrir nuestro corazón para asimilar su mensaje”, recomienda.
María Antonieta Pino de Puyol
‘Voló’ para conocerlo
Su historia contrasta con las demás. Lo de María Antonieta fue audaz, pero movida por su fe y admiración al religioso. Su esposo, Iván Puyol, exintegrante de la fuerza aérea, era piloto de la aerolínea San-Saeta, escogida por el Vaticano para trasladar al papa de Cuenca a Guayaquil, recuerda. Cuando supo esto, le suplicó a Iván poder acompañarlo.
“Quería estar con el papa y que me dé su bendición, esa era mi obsesión”. Él se negaba, pero fue tanta la insistencia y mayor el amor por su esposa que le consiguió una invitación al vuelo. “Pero para subir al avión tuve que vestirme de azafata”, añade. Con ayuda de Marcelo Fernández (“de la Cancillería, muy amigo nuestro, mi cómplice”) se acercó hasta la zona reservada para Juan Pablo II. “
¡Me metí allí y me arrodillé de golpe! Me miró de una forma que no olvido, con una mirada profunda y fuerte... Le pedí su bendición, pero él no la daba así no más. Me puso la mano en la cabeza y fue más que suficiente. Sentí ganas de llorar y regresé a mi puesto... Tengo 75 años, en esa época, 45. Era joven e impulsiva. Para mí fue algo que no se iba a repetir, creía que nunca vendría otro papa”. Aunque no consiguió una foto con K. Wotjila (les prohibieron hacer gráficas al obispo de Roma en la nave), ella aún conserva su pase al vuelo, postales de esa fecha (de San - Saeta), un tríptico de la Virgen (obsequiado por Juan Pablo II) y una medalla conmemorativa de la visita. Y al llegar a Guayaquil aquel día, el pontífice finalmente bendijo a la tripulación, incluyendo por supuesto a la esposa del piloto. (I)