Palabras, palabras...
Álex Grijelmo es de esos intelectuales a los que no les gusta presumir de sus conocimientos, sino transmitirlos de una manera sencilla, sin complicaciones y hasta con cierto humor. Es él quien dice que el uso del metalenguaje, para comunicarse en la vida diaria, es una forma de ejercer un poder y de decirle al otro: “Solo escuche, que usted no sabe, el que sabe soy yo”. Y en esa actitud ve una cierta arrogancia, que este español denosta.
Periodista y apasionado divulgador del lenguaje, Grijelmo es autor del Manual de estilo de diario El País de España, fue hasta hace poco director de la agencia Efe y ha escrito una infinidad de libros, entre los que constan La seducción de las palabras, La punta de la lengua y La gramática descomplicada.
Ahora, a las librerías ecuatorianas llega Palabras moribundas, un trabajo de Grijelmo junto con la filóloga española Pilar García Mouton. Tiene su origen en un segmento de un programa radiofónico español dirigido durante tres temporadas por Grijelmo y luego por García Mouton.
La obra de 285 páginas tiene el título y el espíritu del segmento radial, que es tomar una palabra determinada, ubicarla en su origen y contexto, y luego dialogar con los escuchas para indagar a quién se la oyeron, de qué manera la utilizaban, qué recuerdos asociados tienen a esta palabra, entre otros aspectos. De ese modo han repasado cientos, miles de términos del idioma español.
Con esos aportes de los escuchas se edificó el libro. Grijelmo y García Mouton han hecho una selección y estructurado el volumen de una manera alfabética. Ellos aclaran que no se trata de un diccionario, sino de una obra que trabaja con las palabras, para saber si realmente están en desuso, a qué espacios están confinadas o han tenido una nueva vida, o resignificación, como puede suceder con algunas, y muestran ejemplos.
Así nos enteramos de que azafata, que en 1869, según la Real Academia Española, significaba ‘criada de la reina, que le sirve los vestidos y alhajas que se ha de poner’, en 1956 tenía una nueva acepción: ‘camarera distinguida, que presta sus servicios a bordo de un avión’.
En 1983 extendió sus dominios en el diccionario y ya se llamaba azafatas a las mujeres que proporcionaban ayuda e información a quienes participaban en congresos o grandes reuniones. Y en la edición del 2001, azafata se convirtió en un término que admitía masculino: azafato. Grijelmo y García Mouton ponen a azafata como un ejemplo de revitalización de un término.
También dicen que hay palabras, como baladí, de ascendencia árabe, que han dejado de utilizarse en el lenguaje cotidiano y se han instalado en el lenguaje culto.
En Palabras moribundas se ofrecen extractos de obras literarias en las que se utilizan las palabras que se analizan, o textos de canciones en los que se las incluye. Y se señala también que algunas, que ya estaban casi olvidadas en España, han vuelto al país europeo gracias a la migración latinoamericana, entre cuyos hablantes aún tienen vigencia. Este es un libro ameno. Una obra para aprender de una forma altamente entretenida. Más que recomendada para los apasionados de la lengua española.