Libro del siglo XIX

Por Clara Medina
30 de Noviembre de 2014

¿Quién es Dolores Veintimilla de Galindo? ¿Cómo leerla hoy? Es una mujer que desde la posición que ocupó, impugnó el orden social de la época y desde la escritura, desde el orden letrado en el que se insertó, dio cuenta de su sensibilidad, a la par que develó el pensamiento hegemónico que imperaba.

Para comprender su obra y su dimensión como intelectual, hay que situarla en el contexto que vivió y produjo: la sociedad del siglo XIX. Solo así podemos entender que su poesía romántica, vista desde la actualidad como sufriente y trágica, tiene un componente transgresor. Su forma de vida y su pensamiento fueron también transgresores, en una época en que el espacio de la mujer era el hogar, el matrimonio, los hijos, el recogimiento religioso, lo privado. Ella eligió escribir, organizar tertulias, debatir con los intelectuales. Se atrevió a pisar el espacio público y a cuestionar a la sociedad y sus normas.

Dolores nació en 1829, un año antes del nacimiento de la República. Era la época de las independencias y de la configuración de los estados nación en Latinoamérica.

La poeta organiza tertulias en su casa azuaya. Es distinta a las otras mujeres de la sosegada Cuenca. Eso levantó comentarios. Pero lo que realmente hizo que un sector la confrontara, fue su defensa a un indígena llamado Tiburcio Lucero que acusado de parricidio, fue condenado a la pena de muerte y ejecutado en el centro de Cuenca, en abril de 1857, ante la vista y aceptación de todos. Dolores, que también fue testigo de esta ejecución, hecho que la conmocionó de veras, escribió una hoja volante, a la que tituló Necrología, en la que protesta contra la pena de muerte y habla del indígena como una clase perseguida.

Algunos estudiosos consideran este texto de Dolores, el primer pronunciamiento público en el Ecuador contra la pena de muerte. Dolores, un ser subalterno, por su condición de mujer, es la que levanta la voz y protesta contra el sistema. Y no solo eso, sino que defiende a un indígena, a un ser también marginado, con lo cual su acción se vuelve más significativa.

Pero su voz no halla eco, sino más bien detractores. Su hoja volante tiene réplica con otra hoja volante anónima. La poeta la contesta. Argumenta. Sus detractores, en cambio, centran el ataque hacia ella en el plano personal. En su honra de mujer. De esta manera, lo que comenzó como una discusión de un asunto público es trasladado a la vida privada.

La sociedad cuencana le da la espalda y esto posiblemente debilitó a Dolores y fue la razón que la llevó a tomar la decisión de quitarse la vida, hecho que ocurrió el 23 de mayo de 1857. Tenía 28 años de edad. Pero su decisión de suicidarse debe leerse, tal vez también, como una posición de autonomía.

Voces como las de Dolores, “en el recién creado estado ecuatoriano, aunque no fueron parte de la independencia nacional, crearon alrededor del mismo periodo, historias que relatan otras búsquedas de libertad y que también deseaban narrar una nación”, sostiene Diego Falconí Trávez en su ensayo “Dolores Veintimilla de Galindo: La construcción literaria del género y la nación en el albor de la independencia ecuatoriana”.

Su texto Necrología la convierte en un referente de los derechos humanos en el siglo XIX.

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