Productores teatrales: Las mentes detrás del telón

07 de Abril de 2013
Diana León Álvarez

Nunca lo pensaron y ni siquiera era su profesión original, pero algunos productores teatrales revelan los motivos que los llevaron a involucrarse en este trabajo que casi siempre pone sus nervios de punta, pero que también les brinda satisfacciones.

 

Montse Serra
De pasiones

Su incursión en la producción teatral se explica fácilmente: para hacer las obras que le gustan. “Habemos productores teatrales, pero todos hacemos nuestras propias obras. Y si yo quiero dirigir una pieza, actuarla, tengo que producirla”. Decidió arriesgarse a tomar este camino como una oportunidad para contribuir al desarrollo del arte. “Más allá de quejarnos de que vivimos en una ciudad en donde el teatro lucha por salir adelante, creo que, gracias a que la industria del espectáculo no está desarrollada del todo, hay oportunidades para hacerlo”, explica.

Si estás en este mundo, es porque te apasiona, no solo porque te gusta, sino porque te apasiona. Entonces, ver tu obra en escena significa ver un sueño cumplido”, Montse Serra

“Eso fue lo que intuí y ya una vez dentro, lo he confirmado”. Para Montse, esta es una labor que abarca muchos aspectos que solo pueden ser resueltos, afirma, con trabajo en equipo. “Si estás en este mundo es porque te apasiona, no solo porque te gusta, entonces, ver tu obra en escena significa ver realizado un sueño, sobre todo, si lo que ves es lo más cercano a lo que soñaste”, dice.

“Siempre es un trabajo de equipo, puede que haya una persona que dé más la cara, pero no hay productor solitario, porque siempre hay mucha gente detrás”. Su productora se llama El tiatro, la cual dirige desde el 2009. “Ahora estoy produciendo el V Festival de José Martínez Queirolo con el aval de la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas, y también estoy retomando Adulterios para el Teatro Sánchez Aguilar en septiembre”.

 

Francisco Aguiñaga
De chirez

La producción teatral lo ha tenido con la soga al cuello, creyendo que no va a tener ni para comer, ni para el arriendo, pero Francisco está convencido de que los milagros pasan. Él lo explica: “Para mi primera producción invertí plata de mi propio bolsillo y ¡no tenía la respuesta de nadie!, tocaba puertas y todos me decían que no”, recuerda. “Hasta que conseguí un auspicio en una fiesta. Hablando de teatro, apareció alguien que dijo: Yo creo en eso y me gusta, pasa por mi oficina”.

Decidió convertirse en productor luego de que entendió que para conseguir trabajo en este medio, tenía que convertirse él mismo en el productor de los espectáculos.

Aquí no podemos decir que invertimos en arte, aquí todo el mundo te pregunta, ¿qué gano yo? Y, literalmente, la producción se vuelve un trabajo empresarial y comercial”, Francisco Aguiñaga

Tiempo atrás, Francisco estudiaba Derecho, pero decidió cambiar de profesión por el arte. Sin embargo, cree que sus estudios lo prepararon para su actual labor. “Aquí no podemos decir que invertimos en arte, porque todo el mundo te pregunta, ¿qué gano yo?, ¿qué target tienes tú?” Entonces, la producción se vuelve un trabajo empresarial y comercial”, dice. “Hay que hacer el arte a un lado y hablar como si fueras un marketero”.

Todo este esfuerzo, afirma, lo recompensan los aplausos. “Ese es un placer muy grande, no importa que mañana tengas que pagarles a los actores, que tengas que hablar con la prensa, esa noche te sientes lo máximo, abrazas a tus actores y les dices: ¡Gracias!”.

Ahora, Francisco trabaja en Master Class, su tercera producción, junto con el director Eduardo Muñoa. “Creo que faltan ganas y unidad. Si los teatreros no nos unimos, nadie nos va a unir. Si nosotros no creemos en lo que hacemos, nadie lo va a hacer”.

 

Juan Pablo Asanza
De insomnio

Confiesa que hay noches en que no puede dormir de tanto pensar, pero el convertirse en productor teatral fue una necesidad para Juan Pablo. “O nosotros producimos nuestros trabajos, o nadie más lo hace. Es parte de nosotros”, afirma.

Su primer trabajo en esta faceta fue en el 2007, cuando realizó junto con Luis Secaira la obra Martirimonio, la cual también tuvo una gira por varias provincias. Luego de finalizar las funciones, en el 2009 decidió crear AzaMont Producciones, empresa con la cual produjo también la obra Común y corriente.

Me costó mucho involucrarme con el personaje y hacer la producción general. Había noches en que no podía ni dormir pensando en la parte económica y en la parte actoral”, Juan Pablo Asanza

Con Cock, estrenada el año pasado, Juan Pablo se enfrentó a un doble reto que, una vez superado, también le produjo una doble satisfacción. “Me costó muchísimo involucrarme con el personaje y también hacer la producción general, las dos cosas al mismo tiempo, con las mismas exigencias, y había noches en que no podía ni dormir pensando en la parte económica y en la parte actoral”, expresa.

Todas estas inquietudes, confiesa, quedan en el olvido cuando entra en escena. Juan Pablo considera necesario tener una cultura teatral para las empresas, “que tengan un aporte para la cultura dentro de su presupuesto anual. Es importantísimo, no solo para mí, sino para todos los teatreros”.

 

Marcelo Gálvez
De desafíos

Fue el mismo teatro quien decidió que Marcelo se encontrara con el camino de la producción teatral. Este fue un proceso que se concretó por etapas. “En cuanto fue necesario diseñar escenografía, utilería, vestuario, papelería y publicidad alguien preguntó: ¿Quién sabe dibujar? Y yo estaba en Bellas Artes y me ofrecí, el resto se dio por añadidura por oficio e investigación”, relata. “Hasta que, años después, un director amigo me encargó la Dirección de Arte de la puesta de una obra, entonces me gradué en esa área”, continúa. Luego, vino la comercialización del producto, cuando asumió la dirección de una propuesta. “Me puse saco y corbata y con mi carpeta bajo el brazo, empecé a visitar clientes”.

Es una mezcla entre parto y matrimonio. Es el final de un proceso y el principio de otro. Algunas dificultades se dejan atrás y otras esperan recién presentarse”, Marcelo Gálvez

En este andar, identificó un gran obstáculo: la falta de cultura teatral en la sociedad comercial y política”, afirma. Pone como ejemplo lo que sucede en otras ciudades. “En Nueva York se puede poner una sala de 50 espectadores en un sótano con sillas apilables y, encima, el ayuntamiento subvenciona parte de los gastos comunes del espacio, agua, luz, teléfono”, explica. “Eso es una utopía en nuestro país, donde nos exigen, para erigir una sala, área de estacionamiento y espacio mínimo de construcción”. Por eso, revela, la sensación de ver su obra finalmente en escena es agridulce. “Es una mezcla entre parto y matrimonio.

Es el final de un proceso y el principio de otro, algunas dificultades se dejan atrás y otras esperan recién presentarse”.

 

Santiago Roldós
De rebeldía

Para Santiago, la producción teatral trasciende el aspecto empresarial y económico. “En rigor, en las mejores tradiciones del teatro latinoamericano, el actor y la actriz siempre han sido productores, en la misma medida en que son los verdaderos autores del proyecto, que en dichas tradiciones no es una cosa empresarial ‘que hay que sacar adelante’, sino un compromiso ético y artístico”, afirma. Prefiere enfocarse en el aspecto positivo de su trabajo, “el encuentro posible de comunidades de espectadores interesados en acompañar a nuestro grupo en su camino”, señala. Y agrega que su entusiasmo por el teatro no se limita al estreno de la obra frente al público, sino que cada ensayo es emocionante. “Nuestras obras cambian todo el tiempo, así que siempre estamos estrenando, de alguna manera”.

En las mejores tradiciones del teatro latinoamericano, el actor y la actriz siempre han sido productores en la misma medida en que son los verdaderos autores del proyecto”, Santiago Roldós

No obstante, tiene algunas sugerencias para encontrar más apoyo a la producción teatral en el país. “La idea general sería que el Estado sea un posibilitador... Y en cuanto a la empresa privada, debería pasar una cosa muy práctica (la posibilidad de impuestos de las grandes empresas direccionadas a la producción artística) y otra a más largo plazo: que nuestra burguesía se ilustre un poco”.

 

Camila Arosemena
De creatividad

Su cercanía con el director teatral Jaime Tamariz y Denisse Nader, directora de contenidos de Daemon, llevó a Camila a involucrarse con la producción. La primera obra que montaron fue El amante, en el 2009. “Ellos hicieron esta obra para amigos y familiares y yo los ayudé como su amiga”, recuerda. Para el 2010, cuando nació la idea de poner en escena La gata sobre el tejado caliente, su vinculación fue mayor. “Empecé a darles ideas y me dijeron: Tú vas a trabajar con nosotros. Entonces, en cada nuevo proyecto yo trabajo para ellos”, comenta.

Queremos un Guayaquil con más actividad cultural. Hay cabida para más y eso queremos inyectar. Mientras más gente lo esté haciendo hay más oportunidades para todos”, Camila Arosemena

“Escogemos la obra, definimos el lugar y luego salimos a tratar de venderla”. Camila reconoce que han tenido el apoyo constante de algunas marcas, pero admite que sigue siendo difícil. “Vendemos un intangible, decimos esta va a ser una obra que va a quedar increíble, pero ¿cómo saben ellos que es verdad?”, comenta. “También ha habido empresas y personas que nos han dicho: Yo creo en tu proyecto, no pongas mi marca, pero toma la plata.

Esa generosidad permitió que nosotros arranquemos”. Finalmente, al ver su obra, Camila admite: “¡Qué te importa que no ganes plata!, si ves que las cosas están pasando”. “Creo que queremos un Guayaquil con más actividad cultural. Siempre ha habido teatro, pero hay cabida para mucho más y eso es lo queremos inyectar. Sería cheverísimo que todos se involucraran más y poder lograr más cosas”.

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