La palabra encendida

Por Clara Medina
12 de Julio de 2015

A veces se tiene el prejuicio de que un diálogo con un escritor no interesa, o que solo le interesa a un público escaso. Que un programa de corte literario no tendrá éxito porque es aburrido, o porque la mayoría prefiere entretenimiento y espectáculo. Estos prejuicios, que suelo oír con frecuencia, se desvirtúan ante una evidencia: el éxito que tiene en Quito un programa que se titula

La palabra encendida. Es un ciclo de diálogos con escritores ecuatorianos que se realiza los jueves de noche en el Centro Cultural Benjamín Carrión. Hasta ahora han comparecido los escritores Gabriela Alemán, Javier Vásconez, Sonia Manzano e Iván Égüez. Para los próximos jueves se espera la presencia de Santiago Páez y Francisco Proaño Arandi.

La primera alegría que me he llevado es ver a un público diverso. Van jóvenes, adultos, ancianos. Hombres y mujeres. Entre los asistentes no suele verse a escritores o a gente que se dedica al oficio de escribir. O si los hay, no son mayoría. Acuden personas de disímiles ocupaciones. Gente que va por el gusto de escuchar, de saber, de conocer. De disfrutar. ¿Quién ha dicho que un diálogo con un autor no puede resultar divertido y entretenido? La palabra encendida de hecho lo es.

Y lo es por la estructura dinámica y por la filosofía que maneja: aunque se centra en la faceta literaria y escritural del autor, se desplaza a temas que lo muestran también en su dimensión humana y más personal. De manera que los asistentes descubren, en cada jornada, aspectos o detalles insospechados del invitado y, además, salen con un conocimiento de su obra. El programa es conducido por la escritora, docente y columnista de opinión Cecilia Velasco.

Cecilia, que conoce las obras de los autores, por lo cual puede hacer una solvente referencia a estas y articular preguntas al respecto, se vale también de recursos como fotografías y videos para generar un diálogo ameno y ágil entre el invitado y ella. Combina música, danza, pintura, literatura. Fusiona todas las artes. Los entrevistados a veces se embarcan en recuerdos o hablan de sus gustos y afinidades. O relatan anécdotas de su vida. Hay preguntas profundas, ingeniosas, divertidas. O preguntas que a veces demandan solo un sí o un no. En una segunda parte se llama a un invitado sorpresa, que ha permanecido discretamente entre el público, para que le formule preguntas al escritor. Ese invitado siempre es alguien cercano al autor o un conocedor de su obra.

El programa se extiende por el lapso de casi dos horas, con un intervalo de 10 minutos, en los que los asistentes son invitados a un café. Los jueves, el Centro Cultural Benjamín Carrión recibe a un grupo de personas que sigue estos diálogos, lo que demuestra que hay un público dispuesto a escuchar, a participar, a dejarse encantar por la palabra. Y cada jueves, mientras escucho estas conversaciones, me digo que sería bueno que programas como estos se multiplicaran en este país que tan poco conoce de sus escritores y de su literatura. Que sería bueno que hubiera más de estos espacios en Quito, en Guayaquil. En todas las ciudades. ¿Por qué, por ejemplo, la televisión nacional no apuesta por un programa sobre libros y autores? (O)

claramedina5@gmail.com
Twitter: @claramedinar

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