Existencialismo en un café de París

Por Hernán Pérez Loose
23 de Octubre de 2016

En su clásico estudio sobre los orígenes del existencialismo, Walter Kaufmann cree ver en Dostoievski su fuente principal. En cambio, Emanuel Mounier traza sus orígenes más hacia atrás. En su Introducción a los existencialismos (Ed. Guadarrama, trad. Daniel Monteserrat, Madrid. 1967), el filósofo francés lo ubica en las meditaciones de san Agustín, e inclusive va más lejos hasta llegar a Sócrates, y en particular la escuela de los estoicos.

Para Sarah Backewell, sin embargo, la cosa es más sencilla. En su libro En el café de los existencialistas (Edit. Ariel, trad. Ana Herrera, Barcelona. 2016), Backewell fija el nacimiento del existencialismo en el pasar de 1932 a 1933 cuando tres jóvenes filósofos conversaban en el bar de Bec-de-Gaz de la rue du Montparnasse de París, mientras bebían la especialidad de la casa, el coctel de albaricoque. Simone de Beauvoir, quien fue la que luego contó la historia era uno de ellos. Con ella estaba su compañero de toda la vida Jean Paul Sartre. Y el otro era Raymond Aron, compañero de colegio y amigo de infancia de Sartre, y quien luego sería uno de los politólogos más agudos de Europa. Los tres visitaban París aprovechando las vacaciones de invierno. Sartre y de Beauvoir eran profesores en escuelas de provincias lejanas de París (Le Havre y Rouen, respectivamente), mientras que Aron regresaba de Berlín donde había estado estudiando.

En la conversación, Aron le sugiere a Sartre que debería familiarizarse con el movimiento fenomenologista, que estaba liderando Edmund Husserl en Alemania, así como con la obra de Martín Heidegger. Con mucho entusiasmo Aron le describió a Sartre en rasgos generales los puntos principales del pensamiento de estos filósofos, para concluir diciéndole: “Mira, mon petit camarade, si eres un fenomenologista tú puedes hablar de este coctel y puedes hacer filosofía de ello”.

Según de Beauvoir, Sartre empalideció al escuchar esto. Inmediatamente después Sartre comenzó a devorar todo lo escrito por Husserl, o sobre él. Y así comenzó a forjar su importante obra filosófica y literaria. Años más tarde Sartre habría de admitir en una entrevista que la conversación de Aron lo había prácticamente noqueado.

En su libro Backewell narra con mucho ingenio y frescura el proceso de formación de lo que podría llamarse la filosofía existencialista, desde los oscuros años entre las dos guerras mundiales hasta la década de 1960. Un proceso al que contribuyeron no solo densos tratados académicos sino también novelistas, dramaturgos y artistas, en general; y donde hubo libros, panfletos, discursos, polémicas, romances, e interminables conversaciones en los cafés de París.

El libro puede ordenarse a la casa editorial o Casa del Libro en Madrid. De la autora también recomendamos un libro sobre Montaigne, que en su momento lo comentamos en esta columna. (O)

hernanperezloose@gmail.com

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