El eco de los susurros

Por Hernán Pérez Loose
18 de Enero de 2015

En el acto III, escena IV, de Hamlet, se encuentra uno de los más crudos diálogos entre el príncipe de Dinamarca y su madre, la reina Gertrude. A un punto Hamlet concluye sentenciando con su característico tono enigmático: “Así empieza lo malo, y lo peor queda atrás” (Thus bad begins, and worse remains behind). La frase, mezcla de escepticismo y resignación, sirve no solo de título para la última novela de Javier Marías, sino que parece acompañarnos mientras la vamos leyendo y bajamos al subsuelo de un recóndito secreto y una lejana culpa que viene arrastrada por la memoria de Muriel, uno de los personajes de la obra.

“No hace demasiado tiempo que ocurrió aquella historia, y sin embargo hoy sería imposible. Me refiero a lo que les pasó a ellos, a Eduardo Muriel y a su mujer, Beatriz Noguera, cuando eran jóvenes, y no tanto lo que me pasó a mí con ellos cuando yo era joven y su matrimonio una larga e indisoluble desdicha...”. Son las primeras líneas del relato del joven Juan De Vere, a través del cual la trama de la obra se desarrolla. En Así comienza lo malo (Alfaguara, 2014, p. 534), Marías nos ofrece una trama de extraordinaria profundidad, en la que se entrecruzan la trágica y absurda convivencia de una pareja, la decadencia de una España obligada a fingir que nada ocurrió durante los años de Franco, y el proceso de madurez del testigo de estas historias.

Apenas graduado de sus estudios de filología, Juan De Vere es contratado por Muriel, un exitoso director de películas, para que le asista en una serie de tareas, que van desde realizar investigaciones bibliográficas hasta las propias de un secretario. A un punto Muriel le pide que le saque información a uno de sus amigos, el Dr. Jorge van Vecheten, sobre quien le han llegado rumores de un indecente comportamiento.

A medida que lleva a cabo su misión, De Vere comenzará a descubrir una serie de ocultos y hasta olvidados secretos no solo del Dr. Van Vecheten sino también las raíces profundas de la infelicidad que corroe el matrimonio Muriel, y las inseguridades que le acechan a él mismo. “Nos afanamos por conquistar las cosas sin pensar, en el ahínco, que jamás estarán seguras, que rara vez perseveran y son siempre susceptibles de pérdida, nada está ganado eternamente, a menudo libramos batallas sin recordar que lo que obtengamos puede no ser duradero...”.

Una excelente obra de un gran escritor, y cuya lectura recomendamos. (O)

hernanperezloose@gmail.com

  Deja tu comentario