Sor Juana y sus tretas

Por Clara Medina
24 de Julio de 2016

Josefina Ludmer (1939), escritora argentina, autora de Tretas del débil.Sor Juana Inés de la Cruz, monja mexicana que vivió entre 1651 y 1695, es una de las grandes representantes del barroco latinoamericano. Una escritora clave, que hay que leer. Una mujer que supo agenciarse para decir, para tomar la palabra y para polemizar, en una sociedad y en una época en que la voz de la mujer estaba condenada al silencio. Era el matrimonio, el hogar, lo privado, el espacio de las mujeres. O el claustro. Ella optó por el claustro. Pero lo suyo no era el recogimiento ni el piadoso y abnegado servicio a Dios. Escribió. Buscó el conocimiento. El claustro fue una opción para desarrollar su vocación intelectual. Amaba el saber.

La escritora y teórica argentina Josefina Ludmer en su pequeño y famoso ensayo Tretas del débil hace una lectura de la estrategia que siguió sor Juana. Analiza el texto con que contestó la carta que le envió sor Filotea de la Cruz, escrita en realidad por el obispo de Puebla. Este, si bien elogiaba la erudición de la monja, le recriminaba no usar su talento al entero servicio y obediencia a Dios. En la carta de contestación, titulada Respuesta de la poetisa a la muy ilustre sor Filotea de la Cruz, sor Juana le dice que si ha demorado en contestar la misiva es porque no sabe qué decir. “Así, yo, señora mía, solo responderé que no sé qué responder; solo agradeceré diciendo que no soy capaz de agradeceros, y diré, por breve rótulo de lo que dejo al silencio, que solo con la confianza de favorecida y con los valimientos de honrada, me puedo atrever a hablar con vuestra grandeza”.

Sor Juana comienza aceptando su lugar de inferioridad frente a la autoridad religiosa: ante él, ella no sabe qué contestar. Pero esta es la treta a la que alude Ludmer: ubicarse en el lugar del débil, en el lugar del subalterno, y decir que no sabe qué decir. En otra parte de la carta, sor Juana señala: “Yo no estudio para escribir, ni menos para enseñar (que fuera en mí desmedida soberbia), sino solo por ver si con estudiar ignoro menos”. Con esta afirmación, sor Juana alude a su sed de conocimiento. Un conocimiento que no es pretencioso, que no busca exhibir, sino que es parte de su mundo privado, que se ha hecho público porque otros lo han publicado. El obispo, por ejemplo, había publicado un texto de sor Juana, que es el desencadenante de este cruce de cartas.

Ludmer muestra cómo sor Juana logra con su Respuesta de la poetisa a la muy ilustre sor Filotea de la Cruz una autobiografía intelectual. Ella estudia, sabe y calla. “El silencio constituye su espacio de resistencia ante el poder de los otros”, argumenta Ludmer, porque el saber público está ocupado por la autoridad. Sor Juana, desde su lugar subalterno, no dice que sabe. Guarda silencio. Y cuando se atreve a decir, dice que no sabe. Y pese a ello, queda explícito su saber. Ella, en realidad, sabe. Y sabe que sabe, pero prefiere aparentar que no. Esa es su treta. (O)

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