Reconstruir después de una catástrofe

24 de Abril de 2016

Experiencias internacionales en el manejo de desastres dejan lecciones valiosas y aplicables en Ecuador.

La noticia de una reciente muerte por ébola en Sierra Leona, días después de que se declarara el fin de la crisis en el África Occidental el 14 de enero de 2016, sirve como un despertador para aquellos en la comunidad global que dieron un gran suspiro de alivio, y demanda reflexión y aprender de las lecciones.

El ébola es solo una de las muchas crisis que el mundo ha enfrentado desde 2015, junto con los terremotos de Nepal, la guerra civil en Yemen, el conflicto en Sudán del Sur y la crisis de refugiados de Siria, para nombrar unas pocas. ¿Y qué hemos aprendido? ¿Cuál es la manera más efectiva de reconstruir un país después de la catástrofe? Un seminario conducido por la Red Global de Profesionales del Desarrollo del periódico The Guardian en enero de este año en Londres trató de dar esa respuesta.

El panel consistió en expertos en desastres humanitarios, incluyendo al consultor Lewis Sida; Ben Webster, jefe de emergencias de la Cruz Roja británica; Kate Muzwehi, directora de gente y desarrollo de Restless Development; David Alexander, profesor de reducción de riesgo y desastre de la Universidad Colegio de Londres; y Jo Kemp, especialista en edificios públicos de la Fundación Crown Agents. El editor de medio ambiente de The Guardian, John Vidal, fue el moderador. La discusión desenterró cuatro aspectos clave:

1. Restaurar los medios de vida debería ser prioridad

Con excepción de las epidemias, una vez que la gente tiene refugio y acceso a agua potable, el siguiente paso, que puede ser fácil de olvidar, debería ser pensar en cómo reanudar las formas en que cada uno se gana la vida. Las lecciones vienen de Haití, donde llovió comida luego del terremoto, perjudicando a los agricultores y causando un desastre secundario. También de L’Aquila, región en Italia que experimentó un terremoto en 2009, donde 16 mil empleos se perdieron cuando las compañías se mudaron. El sector privado tiene el rol de fortalecer las comunidades al proveer continuidad de empleo o microcréditos para reabrir operaciones agrícolas y artesanales. “Hay que enfocarse en empleo”, dijo Alexander.

2. Agentes de cambio social

Involucrar a las comunidades y trabajar con ellas para entender su propio contexto está en el centro del desarrollo sustentable, y nunca es esto más aparente que cuando la catástrofe deja a un pueblo débil mucho después de que la atención mediática mundial se ha ido. Como comentó Lewis Sida, “en estas situaciones es a menudo la comunidad local la que ayuda primero, así que no se la puede ignorar”. Este punto fue ilustrado por Kate Muzwehi al discutir la importancia de emplear a jóvenes de la comunidad durante el brote de ébola, para actuar como movilizadores sociales que se aseguraban de que sus conocidos escucharan los mensajes de medidas sanitarias. Estos miembros permanecen en la comunidad y continúan con ese rol una vez que las agencias de ayuda se han retirado. Ellos son los encargados de pedir cuentas a los gobiernos sobre sus compromisos con el sistema de salud.

3. Repensar la recaudación para los desastres puede aliviar algunas de las amenazas

Ben Webster sugirió un cambio de paradigma, alejarse de colectas para un proyecto específico y apuntar a un ciclo de donaciones holístico, a largo plazo, que demuestre su transparencia a las comunidades antes que a los donantes. Por mucho tiempo, las decisiones se han tomado en honor a estos últimos. Se discutieron problemas como los más de $ 4 mil millones reunidos por las Naciones Unidas para el tsunami de 2004, mientras que al mismo tiempo, no se llegó a los $30 millones requeridos para el genocidio de Darfur. No se pudo compartir porque los fondos eran no transferibles. Por último, debido a la necesidad de las organizaciones de desembolsar rápidamente el dinero recaudado para evitar cuestionamientos de los donantes, algunos pescadores en Sri Lanka recibieron varios botes cada uno.

4. Mayor coordinación en el sector humanitario

Esto es necesario para asegurar que mientras este sector crece, el esfuerzo no se pierda coordinando personal. Adicionalmente, más podría hacerse para asegurarse de incorporar aprendizaje de esfuerzos anteriores, y de que cuando la crisis termine, el traspaso a la comunidad sea eficaz. A pesar de los grandes presupuestos de asistencia, Haití sigue en desarrollo 5 años después del terremoto, dijo un residente de Port-au-Prince: “Haití es un museo al aire libre de proyectos fallidos”. Ben Webster sugiere: 1. Continuidad de los profesionales durante los proyectos, 2. Facilitar una cultura de aprendizaje en vez de una de culpa y 3. Asegurarse de que los sistemas y procesos están listos para permitir el aprendizaje. Yo añadiría a eso una cultura de reflexión. Deberíamos buscar lecciones en tiempos de crisis para que nos guíen a sistemas más efectivos a medida que los reconstruimos. En Liberia, los voluntarios de salud de la comunidad que fueron tan efectivos durante la epidemia de ébola ahora empiezan a emprender actividades ya no ligadas a la crisis.

Sin embargo, parece que falta aquella oportunidad única que aparece en tiempos de desastre, la de reconstruir mejor que antes. Lewis Sida tocó este concepto de crear reformas sociales cuando se le sugirió, a partir del caso de los pescadores en el tsunami de 2004, que era momento de repensar las prácticas pesqueras. Mr. Sida confesó que este tipo de pensamiento va en contra de lo que los profesionales de la ayuda humanitaria sienten que es natural, pues están enfocados en reconstruir la destrucción que tienen en frente. Pero si la ayuda no integra políticas de reforma social, habremos perdido una oportunidad para el cambio. Esta es la manera en que iremos más allá de la respuesta al desastre, a un enfoque proactivo en el manejo de riesgos. Construyendo sistemas con mayor capacidad de respuesta, reconstruyendo mejor que antes. (I)

Fuente: Rosalind Steege, buildingbackbetter.org

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