El arte en tiempos bélicos

Por Hernán Pérez Loose
02 de Septiembre de 2018

A inicio del 2000, la conocida periodista francesa Anne Sinclair tuvo un incidente con la policía francesa. Había una manifestación cerca de su apartamento en París y no se permitía el paso de vehículos a varias cuadras a la redonda. Ante su insistencia de que se le permita avanzar, pues vivía en el barrio, el guardia le pidió sus documentos de identidad o licencia para confirmar que ese era su domicilio. Lamentablemente no los tenía, pues acababa de cambiarse. Días más tarde tuvo que acercarse a una oficina pública para obtener copias de varios documentos, incluyendo su partida de nacimiento. Sinclair había nacido en Nueva York, donde sus padres habían emigrado escapando de la persecución judía en la Francia ocupada por los nazis. El diálogo con el oficinista se puso tirante cuando él le insiste a Sinclair que le diga la nacionalidad de sus abuelos.

“‘¿Sus cuatro abuelos son franceses?’, me preguntó el empleado que estaba detrás del mostrador. Era la pregunta que habían hecho por última vez a los que pronto subirían a un tren procedentes de Pithiviers, Beaune-La Rolande o del Velódromo de Invierno, camino de los campos de concentración... y bastó para que acudiera a mi memoria Paul Rosenberg, mi abuelo, amigo y consejero de pintores, cuya galería se encontraba en la calle La Boétie 21 de París. Atraída a mi pesar por esa dirección y por la trágica historia a ella vinculada, deseé, de repente, revisitar la leyenda familiar. Me sumergí en los archivos. Intenté entender el itinerario de ese brillante abuelo, íntimo de Picasso, Braque, Matisse, Léger y que pasó a ser un paria bajo el régimen de Vichy”.

Y de eso trata el libro de Anne Sinclair (Calle La Boétie 21, Editorial Galaxia Gutenberg, Madrid, 208 páginas). Un viaje al florecimiento y fama de la galería de arte de su abuelo materno, Paul Rosenberg durante el intervalo de las dos guerras mundiales, y a lo que dicha galería significó para el arte contemporáneo y para muchos artistas, así como los problemas que tuvo que afrontar durante los años 40, los años de la ocupación nazi en Francia, años en los que la galería fue incautada y usada como un centro de propaganda antisemita.

Cuando Rosenberg decide independizarse de su familia y abrir su propia galería, lo hizo con la intención de hacer de ella algo más que un simple punto de compraventa de obras. El libro de Sinclair da cuenta de la importancia que Rosenberg dio en apoyar económicamente a artistas de vanguardia, como fue el caso de Pablo Picasso y otros.

El libro puede ser ordenado a la casa editorial. (O)

hernanperezloose@gmail.com

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