Betibú: entrañable

Por Clara Medina
21 de Octubre de 2012

Al Pibe le sobra Google y Universidad y le falta calle, piensa Jaime Brena, un periodista sesentón, que empezó a trabajar en diario El Tribuno cuando tenía 18 años y está a punto de jubilarse. Se especializó en Policiales y se convirtió, con el tiempo, con el oficio, en el mejor periodista de ese campo. Pero quizá por su edad o por discrepancias con el director, es confinado a la sección Bienestar y su lugar en Policiales ocupado por un joven periodista.

Brena y el Pibe son dos de los personajes principales de la novela Betibú, de la escritora argentina Claudia Piñeiro, una obra que atrapa por la dinámica narrativa de la que la dota su autora, y además porque una parte de la historia se desarrolla en la redacción de un diario. Y aunque la trama central es esclarecer unas muertes misteriosas y descubrir si se trata de fallecimientos naturales o de asesinatos, lo que definitivamente me sedujo fue ese encuentro-desencuentro generacional y las visiones y fricciones sobre el oficio periodístico que la novela retrata.

Al joven periodista le toca asumir la cobertura de la muerte de un acaudalado empresario que aparece muerto en una lujosa urbanización privada. Unos cuantos años antes, su esposa falleció también de modo inexplicable. Brena, por nostalgia, porque le sigue apasionando el oficio, decide, sin que su jefe lo sepa, ayudarlo.

El Tribuno contrata, además, a una escritora de novela negra para que escriba crónicas que rozan el campo de la ficción, para que sean un complemento a las noticias sobre el caso. Ella es Nurit Iscar –su apodo es Betibú–, quien en compañía del Pibe y Brena se embarca en los recovecos de esta historia. En el día a día, en medio del trabajo, surge entre estos personajes una amistad, una complicidad, en la que cada uno se ve influido de manera positiva por el otro. Brena, sin proponérselo, da lecciones de periodismo al muchacho: debes tener referentes. Tienes que leer, le aconseja. Le dice que no conoce a ningún buen periodista que no sea un buen lector. Que solo con internet no le alcanza para formarse. El joven pone al servicio de esta alianza su ilusión, la energía de sus años mozos, la tecnología que tan bien maneja, y le hace comprender a Brena que cada periodo, que cada etapa de la vida, tiene sus virtudes y sus falencias.

Nurit pasa de los 50 años. Alguna vez fue exitosa, hasta que una dura crítica literaria a una de sus novelas, le quitó deseos de seguir publicando. Está divorciada y es madre de dos hijos. Junto con sus amigas, que también aparecen en la trama –Carmen, Paula– da cuenta de la vida de las mujeres maduras: sus expectativas, sus incertidumbres. Y, asimismo, nos percatamos de que las preocupaciones de estas mujeres no distan mucho de las de Jaime Brena, un hombre maduro también, divorciado y solitario.

Betibú es una novela rica en matices. Toca una diversidad de aristas. Una es la soledad. Los personajes que habitan esta pieza, a pesar de que estén acompañados, son solitarios. Claudia Piñeiro observa, adicionalmente, los cambios sociales, que van desde formas de vida –urbanizaciones cerradas, existencia burburja, frente a la otra realidad de miles de personas– hasta las mutaciones en el oficio periodístico. Betibú es un libro que tras su trama policial –que combina con pasajes de la vida cotidiana de sus personajes– expone una dura crítica a los medios. claramedina5@gmail.com

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