La patria América

Por Gonzalo Peltzer
01 de Abril de 2018

Patria es donde nacimos y también donde morimos. Es una mezcla de bandera y corazón, de campo de batalla y cancha de fútbol, de euforia colectiva y soldado desconocido. Sea lo que sea, siempre la patria es un concepto colectivo que incluye un pasado modelador, el presente en el que convivimos y el futuro que cada uno se imagina.

En el concepto escolar la patria viene siempre con bandera y escudo, con próceres y con el himno nacional. Pero patria es también el barrio, la ciudad y la provincia. Patria es el valle, la selva, el río y la laguna. La patria está en la tierra mojada, en los olores de nuestra infancia, en el mapa del colegio y también en nuestra cabeza y en el corazón.

Y a quién le cabe duda de que nuestra patria grande es América. Latinoamérica, que es el nombre equivocado de la América Mestiza... y mucho más nuestra todavía, la América del Sur o Sudamérica. Nuestra América es tan patria como el Ecuador –o Guayaquil– entre otras razones porque es la patria con la que soñaron San Martín y Bolívar, la que todavía se está gestando entre el Pacífico y el Atlántico, entre el Cabo de Hornos y el Canal de Panamá.

Seguro que tenían la idea de patria de nuestros fundadores quienes en 1949 decidieron que las universidades nacionales argentinas serían gratuitas no solo para los argentinos sino también para todos los latinoamericanos que quieran estudiar en ellas. Fue el decreto 29.337 (primer gobierno de Juan Domingo Perón) el que lo estableció con un criterio magnánimo y también con la inteligencia de que sería mucho más efectivo para la integración de la Argentina con el resto del continente.

Grandes y antiguos países tienen carísimos esquemas de difusión de sus culturas. La Alianza Francesa, el Goethe Institut, la Cultural Británica, la Dante Alighieri y el Instituto de Cooperación Iberoamericano. Todos ellos mantienen sedes y personal en cantidad de ciudades del mundo. Bueno, la Argentina decidió en 1949 que su programa de extensión cultural sería aceptar gratis a todos los ciudadanos latinoamericanos y sin más exigencias que las mismas que se exigen a los argentinos.

Noticias de estos días dan cuenta de una notable cantidad de latinoamericanos que estudian y trabajan en la Argentina y parece que el número va en aumento. También han aparecido voces de rechazo y otras que piden reciprocidad como si el amor al prójimo o la hospitalidad fueran contrapartidas de obligaciones recíprocas. Integra nuestra identidad como nación el tener los brazos abiertos a todos los habitantes del mundo, tanto que está incluida en el preámbulo de la Constitución Nacional. Por eso el más mínimo gesto de xenofobia a nuestros compatriotas latinoamericanos es tan antiamericano como antiargentino, pero siempre hay algún idiota... (O)

gonzalopeltzer@gmail.com

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